Hacer un doctorado puede ser perjudicial para la salud mental, concluye un estudio

El estudio colectó 2279 respuestas, principalmente de candidatos de PhD basados en 234 instituciones en 26 países. El 41% de los encuestados mostraron ansiedad moderada a severa y 39% mostraron depresión moderada a severa.

Daniel Meza / Agencia N+1
28 de marzo de 2018 - 12:53 a. m.
Pixabay
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Hay una crisis de salud mental entre los estudiantes que dedican sus carreras a la investigación doctoral, y no se está tomando las suficientes medidas al respecto. Un estudio publicado este mes en Nature Biotechnology realizado a estudiantes de doctorado y maestría llegó a esta conclusión, sumando a la escasa pero creciente documentación sobre el tema —esto, aparte de una serie de recurrentes discusiones sobre testimonios y tragedias personales que dan cuenta de ciertas crisis entre este grupo de personas dedicadas a la vida académica.

La coautora del trabajo, Teresa Evans, directiva y profesora del University of Texas Health Sciences Center en San Antonio, espera que este trabajo “pueda dar pie a un diálogo que resulte en un cambio cultural”.

El estudio, que colectó 2279 respuestas, principalmente de candidatos de PhD basados en 234 instituciones en 26 países, 40% de los que estudiaban ciencias biológicas y físicas e ingenierías, reveló “índices sorprendentemente altos de ansiedad y depresión” entre la población de estudiantes graduados.

Basados en cuestionarios validados clínicamente, 41% de los encuestados mostraron ansiedad moderada a severa y 39% mostraron depresión moderada a severa, ambos registros sextuplicando la prevalencia hallada en la población general. Los investigadores también encontraron una variación importante relacionada al género. Aproximadamente un tercio de hombres reportaron haber experimentado tales condiciones, mientras que en mujeres un 40% lo hizo. Así también, más de la mitad de los 42 encuestados transgénero o de género no especificado reportaban tales condiciones.

Relación con el asesor

Los datos también arrojaron que una relación cooperativa con el director de tesis y un balance saludable entre trabajo y vida se correspondían con una mejor salud mental. Aproximadamente la mitad de estudiantes con ansiedad o depresión reportaron no tener una relación muy colaborativa con sus directores de tesis. Esta relación fue medida en distintas formas, incluyendo si los estudiantes se sentían valorados, si es que sus directores tenían un impacto positivo en su bienestar mental, y si estos sentían que los directores eran valores agregados para sus carreras. Más de la mitad de quienes decían padecer de ansiedad o depresión, por otro lado, manifestó sentir que no tenía un buen balance trabajo-vida.

Los autores del trabajo concluyen que las instituciones deben velar por la salud mental como un componente esencial necesario para el desarrollo exitoso de una carrera. Recomiendan acciones como: acceso a apoyo, entrenamiento a asesores para detectar estudiantes con problemas y referirlos a canales adecuados, y exigencia a los asesores a promover una relación entre trabajo y vida balanceada dando el ejemplo.

Al tratarse de un estudio que va más allá de países o instituciones únicas, este llama la atención sobre cómo los problemas de salud mental tienen que ver con “cómo la academia está actualmente organizada como una industria, en la forma de entrenar y manejar personas y cómo se desarrollan las carreras”, según dijo a ScienceMagFrederik Anseel, quien realizó el año pasado un estudio similar en el King’s College London.

Cómo ocuparse del problema

Anseel ha recibido invitaciones de ciertas instituciones para presentar sus estudios en este incipiente campo. Otro es el caso de Wendy Ingram, quien fundó una red de apoyo en bienestar y salud mental en la Universidad de California, Berkeley, EEUU. A partir de esto, el 2017 se creó un servicio de consejería satélite para estudiantes de doctorado en aquella misma universidad. Y el mes pasado, la Universidad John Hopkins publicó un reporte de 51 páginas con medidas para mejorar el estatus de la salud mental de los estudiantes en el campus. Por el momento son casos aislados, y aun se debe hacer más frente a una serie de retos que incluyen a minorías como las LGTBQ y mujeres, de acuerdo a Ingram, quien propone una cultura de prevención. “Debemos implementar una cultura de prevención e intervención y no de reacción a la crisis y estigma”, manifestó.

La depresión es un problema que afecta a toda la población mundial. Para la Organización Mundial de la Salud, la depresión es, ella sola, el más grande causante de la discapacidad en estos tiempos.  Según cifras del organismo internacional, el 4% de la población mundial vive con depresión, y las mujeres, jóvenes y ancianos son los más proclives a sufrir efectos perjudiciales que merman sus capacidades. Aproximadamente 332 millones de personas sufrieron desórdenes depresivos el 2015, un incremento del 18.4% en una década, una posible consecuencia de que actualmente la gente vive más.

*Artículo cortesía de la revista digital N+1

Por Daniel Meza / Agencia N+1

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