La brecha de género que el Departamento de Filosofía de la Nacional no ha podido cerrar

Una petición para que se incluya a más mujeres en la planta de profesores del departamento de Filosofía de la Universidad Nacional suscitó un debate sobre la brecha de género en las aulas donde se enseña filosofía en Colombia.

Helena Calle
05 de octubre de 2018 - 12:11 p. m.
En la Nacional hay 1 profesora y 17 profesores hombres. Pero esta disparidad se repite en todas las universidades del país, bien sean públicas o privadas.  / UNAL
En la Nacional hay 1 profesora y 17 profesores hombres. Pero esta disparidad se repite en todas las universidades del país, bien sean públicas o privadas. / UNAL

Quienes se gradúan del departamento de filosofía de la Universidad Nacional cuentan que, el día en el que reciben su carné de estudiante, reciben, además, un comentario de los veteranos de otras carreras: “Más bien es como si les dieran el carné del Partido Conservador”.

La anécdota se coló en una conversación con una amiga filósofa hace unos días, cuando comenzó a circular una denuncia que circula desde principios de esta semana en Change.org.

Las integrantes de la Red Colombiana de Mujeres Filósofas publicaron una carta dirigida a la Rectoría de esa Universidad y al departamento de Filosofía en rechazo a la elección de un hombre en el primer concurso profesoral que se realiza en trece años en ese Departamento. La balanza es de 17 profesores versus una profesora, y la esperanza de que se equilibrara se esfumó con la elección del filósofo Vicente Raga, quien ganó por absoluto mérito (pero que, como la mayoría de los nuevos  para las mujeres que desde hace años protestan contra esta disparidad.

“Durante años, miembros del Departamento han desestimado, cuando no ridiculizado, los llamados a solucionar la enorme disparidad entre el número de profesores y profesoras mediante acciones afirmativas, eficaces y directas. La propuesta de abrir un concurso que garantice la vinculación de una profesora fue rechazada de plano en varias ocasiones bajo el argumento de que la calidad de la académica vinculada no podría asegurarse”, reza la denuncia.

¿Cuáles fueron los criterios para determinar —a pesar de la producción intelectual y el recorrido curricular de varias candidatas— que ninguna de ellas merecía el puesto?, preguntan las denunciantes, que al momento de la publicación de este artículo, eran 5.495. Los profesores consultados por El Espectador prefirieron mantenerse a raya de la declaración conjunta que publicaron el tres de octubre, respondiendo a las denunciantes:  

“El concurso es convocado por la facultad de Ciencias Humanas, que fija los criterios de evaluación y los porcentajes que les corresponden a cada uno (hoja de vida, 30%; componente escrito, 30%, componente oral, 40%), de modo que el departamento de Filosofía tiene autonomía limitada”. Repiten a lo largo de su carta que están conscientes del problema estructural de inequidad de género y de la urgente necesidad de resolverlo, pero que no saben bien cómo hacerlo. Así, con esas palabras.

Esta es la comunicación de los docentes: 

Comunicación Publica by Helena Calle on Scribd

En una conversación que sostuvieron con algunos estudiantes en el Ágora (que es como le dicen al patio de atrás del departamento de Filosofía de la Nacho) los docentes aclararon que si en el concurso de méritos hubiesen empatado un hombre y una mujer, hubieran elegido a la mujer “para equilibrar”. Pero aparentemente no fue el caso. Esperaban que al concurso se presentaban unos 80 candidatos y solo recibieron 15 hojas de vida, de las cuales pasaron un primer filtro siete: cuatro hombres y tres mujeres. “El candidato ganador, Vicente Raga (filósofo español que enseña en la Universidad de Antioquia) fue con bastante diferencia, el más sobresaliente”, explicó uno de los docentes.

Por ser un concurso de mérito académico en una universidad pública, que funciona con recursos del Estado, no puede haber factores que condicionen un resultado final, como la discriminación positiva. La denuncia de las mujeres de la Red Colombiana de Mujeres Filósofas no cuestiona los méritos del ganador de la plaza, sino la estructura que se esconde detrás. 

En el último concurso profesoral de ese departamento, hace trece años, los ganadores fueron dos mujeres y un hombre, pero una de ellas declinó la plaza.

¿Es explicación suficiente para justificar que apenas haya una mujer en un Departamento con 18 profesores? “La denuncia es la expresión de un malestar, al no cumplirse la expectativa de vincular a una filósofa, cuando con toda seguridad hay muchas con una amplia trayectoria y una rigurosa formación académica”, dice Daian Flórez, profesora del Departamento de filosofía de la Universidad de Caldas y Doctora en filosofía de la Nacional. 

Más interesante que la denuncia misma fue la jugosa discusión que se armó entre filósofxs en redes sociales. “¿Ahora vamos a plagar la filosofía de los caprichos del feminismo? (…) “Ganen sus propio mérito sin quejarse”, escribió Jaime Bautista, un estudiante (aparentemente) en el grupo de Facebook del departamento. Como ese hay varios comentarios, más extensos e igual de creativos.  

Pero a la luz de las cifras, el problema estructural de inequidad de género en la filosofía no parece un capricho de las feministas, ni exclusivo de la Universidad Nacional. Al revisar los datos de otras universidades del país, salta a la luz que las mujeres siguen siendo una minoría en este campo.

El otro lado del charco no está mejor. En la Universidad de Pittsburgh (la mejor del mundo para estudiar filosofía, según Top Universities), hay tres profesoras de 18 docentes. En la New York University (entre profesores de planta, eméritos e invitados), hay 14 profesoras de 54. El reporte Women in Philosophy in the UK, de la Asociación de Filosofía del Reino Unido, calcula que sólo el 24 % de docentes de filosofía son mujeres. 

Un análisis más juicioso arrojaría una conclusión similar: hay un asunto estructural y urgente para resolver con la proporción de mujeres y hombres que enseñan filosofía. (Lea también: Sobre nuestro patriarcado filosófico)

Si el problema es estructural, como parecen reconocer todos, no solo es cuestión de contar cuántas mujeres hay en las facultades de filosofía, sino de cómo la pasan las que ya están ahí.

Un problema más allá de las cifras

En 2016, la Facultad de Filosofía de la Unal organizó un simposio en donde hablaron egresados cuya vida profesional había girado hacia otras aguas distintas a las de la filosofía o la enseñanza: cine, literatura, tecnología, etc. Todos eran hombres.

“Recuerdo la risa que me dio al ver el cartel de ponentes y recordar que mientras estudiaba allá me mandaron una y otra vez a literatura porque quizá en ese otro lugar sí tenía sentido y sí podía hablar de lo quería”, escribió Ximena Gama, ex alumna de esa facultad y curadora de arte. Este episodio hace parte de la denuncia en Change.

Ese episodio fue la mecha que prendió un chat de Facebook, en el que 100 estudiantes y egresadas se reunieron para habalr de lo que habían vivido mientras estudiaban filosofía en la Nacho.

“Después de que nos quejamos porque no había una sola mujer, el Departamento resolvió abrir otro panel, esta vez solo para nosotras, con muchas menos participantes, menos difusión y demás. También nos quejamos y se canceló, pero la discusión sobre la brecha de género se quedó ahí. Al final no se toman mayores cartas en el asunto”, dice Camila*, una ex alumna del Doctorado en Filosofía que prefiere reservar su identidad. 

A pesar de su testimonio, no firmó la denuncia. “Creo que, por un lado, hubo más mujeres en el comité evaluador (cuatro y dos hombres) por eso creo que hubo una justa decisión, y por el otro, me parecen válidas las razones de los profesores que eligieron al que quedó”.

Daian no se atreve a decir que haya misoginia dentro de esa facultad de filosofía. “Mi paso por esa facultad y por Bogotá fue feliz, nunca me sentí discriminada en clases por ser mujer. Ahora, hay un hecho: la filosofía es una disciplina masculinizada, y Colombia tiene una cifra muy baja de personas con doctorado, y mucho menor, de mujeres con doctorado. Hay factores que frenan los proyectos académicos de las mujeres, y que impide que muchas alcancen la máxima formación, entre ellos, el proyecto de ser madres. Tal vez por eso hay menos candidatas para esos puestos que exigen esos títulos. No es una justificación, pero es una explicación”, dice.

Otras mujeres filósofas no ven el asunto así. Las que sí firmaron se refieren sobre todo, a un problema más allá de cuantas mujeres estén en las aulas.

Para Paula Gempeler, feminista y egresada del programa de Filosofía, “no siento que se estén lavando las manos. Lo que sí creo es que hay una razón de fondo. Las mujeres no se presentan a estos concursos porque no sienten que la filosofía sea un espacio al que puedan pertenecer y las entiendo. Claramente cuando estudiaba me la montaban por mujer y más por feminista. Si había un autor como Platón o Schopenhauer que hablaban de “el hombre” y yo decía “ser humano”, mis compañeros hombres me reclamaban la supuesta necesidad femenina de protagonismo, de verse representadas en todos lados”.

Luciana Cadahia, miembro de la Red, escribió en Vice: “Hace dos años, un profesor especialista en Hegel se enteró de mis conocimientos en la materia y tuvo el cordial gesto de "invitarme como alumna" a sus clases de "pregrado" sobre el libro de la Ciencia de la lógica —libro cuya traducción yo misma ayude a revisar años atrás para la editorial Abada”.

Parte de lo que preocupa a las fuentes consultadas por El Espectador (y que deja entrever el peso de la denuncia) es que esto está sucediendo en la universidad que está mandando la parada en la conquista de derechos para las mujeres en los ámbitos universitarios.

Cabe recordar que fue la Nacional la primera universidad que adoptó un protocolo para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y violencias sexuales dentro del campus, en 2017, y una política institucional de equidad de género e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres (de donde salió el Observatorio de Asuntos de Género), en 2012. 

De la Escuela de Género de esta universidad salió el documento base para que el Ministerio de Educación cumpla la orden de la Corte Constitucional que obliga a establecer los lineamientos para que las universidades atiendan a mujeres que denuncian casos de acoso laboral o sexual dentro de los planteles. (Nuevas claves para prevenir el acoso sexual en universidades)

Para no ir más lejos, esa universidad acaba de elegir su primera mujer rectora en 150 años de existencia como institución. Son gestos con peso, por lo menos para las mujeres. Eso es lo que están pidiendo quienes firmaron la petición. Un gesto.

hcalle@elespectador.com

Por Helena Calle

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