Lo obvio que no es tan obvio

Columnista invitada
05 de junio de 2019 - 01:13 a. m.

Por: Johanna Blanco Barreto*

La educación es lo menos material que existe, pero lo más decisivo en el porvenir de un pueblo, ya que es su fortaleza espiritual” – Ernesto Sábato

Hace unos días leía un trino de una escritora y docente en el que señalaba que afirmar que la educación es la solución a los problemas actuales es llover sobre mojado, que es necesario abrir discusiones sobre qué tipo de educación es prioritaria. Y estoy de acuerdo con ella. Sin embargo, pareciera que es necesario dar un paso atrás, porque lo evidente no es así para todo el mundo, ni para los tomadores de decisiones, ni para la mayoría de la sociedad. Basta, por ejemplo, ver la inversión de estudiante por año, o la valoración social de los maestros.

Hay evidencia sobre el impacto que tiene la educación en el crecimiento, así como en el desarrollo económico y social de los países. En Colombia, por ejemplo, el gasto en educación tiene la mayor tasa de retorno o beneficio directo frente a la inversión. Dicho de otro modo, un mayor porcentaje del recurso invertido se traduce en cambios reales, que se expresa en términos de desarrollo del capital humano y fortalecimiento de capacidades individuales y colectivas.

Aunque se han hecho valiosos esfuerzos en los países para garantizar la cobertura, los datos continúan lanzando una alerta: Según cifras del informe Completar la Escuela de Unicef y Unesco en 2015, que son más que reveladoras, se debe mejorar la calidad de la educación de aproximadamente 117 millones de niños, niñas y adolescentes en edad de asistir a la educación inicial, primaria y secundaria básica. En otras palabras, los estudiantes que se necesitarían para llenar el Estadio El Campín 3.150 veces no cuentan hoy con los conocimientos básicos, ni las habilidades para aprender continuamente, adaptarse, proponer y ser capaces de vivir en sociedad.

Es claro que no basta con lograr que los niños vayan a la escuela; es imprescindible transitar del derecho a la educación, que tradicionalmente se ha asociado al acceso, hacia el derecho a aprender. Esto incluye permanecer en la escuela, a pesar de factores de exclusión que afectan a niños y adolescentes, garantizar que los estudiantes participen y que sus ideas sean tenidas en cuenta, que los estudiantes aprendan lo que es pertinente y relevante, y que la escuela garantice la formación de ciudadanos con pensamiento crítico y con la capacidad para adaptarse a un medio cambiante.

Orientados a garantizar el derecho a aprender, y analizando las cifras y datos de 14 países de la región, la Fundación Sura y la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación (Reduca), cuya representación para Colombia está a cargo de la Fundación Empresarios por la Educación, lanzaron en días pasados el documento Aprender es más: hacer realidad el derecho a la educación en América Latina, que visibiliza la situación de la educación en la región y ofrece recomendaciones generales, a partir de los retos identificados y de las lecciones aprendidas en cada país.

Comprender de manera integral la situación de un derecho fundamental y motor de desarrollo de una sociedad como lo es la educación, es determinante para tomar decisiones, tanto en las políticas públicas como para la inversión privada, y, con estas comprensiones, definir cuál es el tipo de educación que se debe promover y qué se debe hacer para lograrlo, pero esto es posible solo cuando todos, Estado, familias y sociedad comprendamos que la educación es la esperanza de la humanidad.

*Asesora en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa. 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar