Los horarios de clase no están favoreciendo el aprendizaje de los estudiantes

Tras rastrear la actividad de cerca de 15 mil alumnos, investigadores de las universidades de Berkeley y de Northeastern Illinois (EE.UU.) encontraron que los horarios de clase no coinciden con los “relojes biológicos” de los estudiantes y, por tanto, afectan las calificaciones.

Redacción educación
01 de abril de 2018 - 06:08 p. m.
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Madrugar para ir a estudiar no siempre resulta ser una buena idea para todos los alumnos. En muchas ocasiones, las mañanas no suelen ser el mejor momento para prestar atención a un profesor. Esa, en pocas palabras, es la conclusión a la que llegaron investigadores de universidades de Berkeley y de Northeastern Illinois (EE.UU.), tras evaluar a 14.894 estudiantes. Sus resultados acaban de ser publicados en la prestigiosa revista Nature.

Luego de seguirle la pista a este grupo de alumnos durante dos años, los investigadores descubrieron que la mayoría sufría del llamado “jet lag social” (SJL, por sus siglas en inglés), una patología que desemboca en déficit de aprendizaje y atención. Esto, tal y como explicó al portal de noticias de la U. de Berkeley Benjamin Smarr, coautor del estudio, afecta gravemente el rendimiento académico.

Lo que hicieron los autores del estudio fue rastrear los horarios en los que los estudiantes ingresaban a los servidores del campus. Luego de dividirlos en tres grupos, los cruzaron con los momentos en los que recibían clases y analizaron los resultados académicos que obtenían.

Lo que descubrieron fue que el 50% tomaban clases antes de que estuvieran completamente alerta. Es decir, el horario en el que solían estar sentados poniendo atención a un profesor no coincidía con su reloj biológico que, en términos simples, es el mecanismo interno que controla los ritmos biológicos de los seres vivos.

Otro 40% de los estudiantes sí estaba sincronizado con las horas en las que recibía clase. Los que conformaban 10% restante alcanzaron su punto máximo de atención justo cuando iniciaban las jornadas escolares. Como resultado de ello, estos últimos grupos obtuvieron mejores clasificaciones y disfrutaron de promedios mucho más altos.

"Descubrimos que la mayoría de los estudiantes tenían jet lag social según el horario de clase, lo que se correlacionaba fuertemente con la disminución del rendimiento académico", aseguró Benjamin Smarr al portal de la U. de Barkeley.

En otros términos, como lo relatan los investigadores en el artículo, los horarios de clase crean una inestabilidad persistente en la mayoría de los estudiantes, pues provocan una desincronización interna. Lo ideal, entonces, en palabras de Smarr, es que las clases estuvieran diseñadas para que quienes las reciben puedan aprovecharlas mejor y tengan más probabilidades de aprender. En otros términos, “el mundo debe trabajar para individualizar la educación” o, al menos, ofrecer diferentes opciones.

“Nuestra investigación indica que si un alumno puede estructurar un horario de clase semejante a los días en los que no tiene que asistir a la escuela, es más probable que logre el éxito académico", dijo por su parte Aaron Schirmer, profesor de biología de la Universidad Northeastern Illinois, al portal de la U. de Berkeley.

Por Redacción educación

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