“Nadie en los Andes va a perder su trabajo por sus ideas”: Alejandro Gaviria

El nuevo rector de la Universidad de los Andes reconoce que es necesario diversificar los ingresos, adaptarse a los cambios tecnológicos y promover la colaboración entre facultades.

10 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
“Nadie en los Andes va a perder su trabajo por sus ideas”: Alejandro Gaviria

¿Cuáles son los principios éticos y políticos que van a orientar sus cuatro años al frente de la Universidad de los Andes?

Más que principios (la expresión me parece demasiado grandilocuente), yo hablaría de convicciones: el pluralismo, el respeto, la inclusión e, incluso, yendo un poco más allá, la conciencia de nuestra responsabilidad con la sociedad, la idea de que la universidad puede y debe ser un factor de cambio social.

Después de haber sido elegido, dijo que quería trabajar por una universidad pluralista en ideas y diversa socioeconómicamente. ¿Qué estrategias piensa implementar para hacerlo posible?

Estoy apenas en proceso de empalme, esto es, apenas estudiando en detalle los desafíos presentes y futuros de la universidad. Ya habrá tiempo para definir las estrategias. Por ejemplo, la universidad necesita diversificar sus ingresos, adaptarse a los cambios tecnológicos, promover más aún la colaboración entre facultades, etc.

Frente al pluralismo de ideas, ¿cree que esta postura liberal debería tener algunos límites? ¿Hasta dónde llegan la tolerancia y la libertad de expresión y hasta dónde los otros derechos de los ciudadanos dentro de la universidad? ¿Cree que chocan en algún momento?

Hay un comentario sobre el pensador liberal John Stuart Mill, escrito hace varias décadas por Isaiah Berlin, que constituye una especie de credo al personal. Lo cito para contestar la pregunta: “No pedía necesariamente el respeto a las opiniones de los demás; lejos de ello, solamente pedía que se intentara comprenderlas y tolerarlas, pero nada más que tolerarlas. Desaprobar tales opiniones, pensar que están equivocadas, burlarse de ellas o incluso despreciarlas, pero tolerarlas”.

Frente a la diversidad económica, los Andes ha sido y sigue siendo una universidad de élite, con unos cuantos jóvenes becados, pero de élite. ¿Cree que es bueno para el país cambiar esa composición social? ¿Existe la posibilidad de bajar el costo de las matriculas?

Claro que es bueno, es ideal. La universidad ya tiene un porcentaje notable de estudiantes de un origen socioeconómico desfavorable. Debe seguir creciendo. Para ello, como ya lo dije, se necesitan otras fuentes de ingresos. Sobre el aumento de matrículas, tengo primero que mirar las cifras, estudiar a fondo el presupuesto, para dar una opinión.

En teoría, la educación superior debe ser uno de los principales generadores de movilidad social de un país en desarrollo, pero a veces funciona al revés: estabiliza las relaciones de poder, mantiene el statu quo, agudiza las contradicciones de clase. ¿Qué cree que pasa en los Andes en ese aspecto?

Históricamente, así lo muestran mis investigaciones, Colombia ha tenido menos movilidad intergeneracional que otros países de la región. Pero la movilidad social ha venido aumentando. La universidad pública ha sido determinante. El papel de la universidad privada tampoco puede negarse. Pero debemos, por supuesto, aumentar la diversidad para de esta manera contribuir mayormente a la movilidad. Es un gran desafío. A propósito, una evaluación reciente de Ser Pilo Paga sugiere que este programa tendrá con los años un impacto sustancial sobre la movilidad social.

Si tuviera que hacer un balance del estado actual de la universidad, ¿cuál sería?

Tomaría más de un párrafo, por supuesto. Diría lo siguiente de manera escueta. La universidad es una de las mejores de la región, con unos profesores excepcionales, con una gran capacidad de investigación, con una mayor posibilidad de aportar y con algunos desafíos propios y compartidos: los costos crecientes, los cambios en los mercados laborales, los problemas internos de confianza, etc.

¿Cuáles son, a su juicio, los tres principales problemas, retos o desafíos que tiene la universidad en este momento?

En cualquier orden, la necesidad de una mayor diversidad socioeconómica, la necesidad traslapada de adaptarse a los cambios en la tecnología y las demandas sociales, y los costos crecientes. Los economistas incluso tenemos un nombre para eso: la enfermedad del costo.

¿Cuáles son las mayores virtudes?

Los estudiantes y los profesores, los mejores del país.

Se supone que la universidad como institución debería trabajar para resolver los problemas cotidianos de los ciudadanos, pero muchas veces hay barreras que impiden ese diálogo entre la academia y la sociedad. ¿Cómo romper esas barreras?

La excesiva especialización ha hecho mucho daño. Es uno de los peores vicios de la academia. Las universidades deben luchar contra eso. Tienen que hacerlo. Muchas ya lo están haciendo. Deben también aprender a comunicar mejor. Inmiscuirse. Participar en el debate. Abrirse más a la conversación entre no especialistas. Ya está pasando, la tecnología ha ayudado, pero debe pasar más rápido.

Un síntoma evidente de esta desconexión es que nadie que no tenga carné puede entrar a las instalaciones de la Universidad de los Andes. ¿Quiere cambiar eso? Y si es así, ¿cómo?

Sí, lo quiero cambiar. Ya lo he conversado con el rector saliente y con algunos estudiantes. Ya veremos qué tan rápido se puede hacer.

Hay muchos estudiantes y profesores que se sienten a gusto con su elección. ¿Cuál es el mensaje para ellos? ¿Qué canales nuevos de participación abrirá la universidad?

Mi mensaje es simple: de agradecimiento, de confianza y de liderazgo para asumir los desafíos ya mencionados. He sido investigador, funcionario y divulgador de ideas y estoy listo para trabajar con todos.

En el Ministerio de Salud se enfrentó a las farmacéuticas, el gremio más poderoso del mundo. ¿Contra quién cree que se tendrá que enfrentar en la rectoría de la universidad?

No sé. Tampoco quiero dar la impresión de que vengo a pelear y desde ya me estoy remangando. Pero hay debates que requieren la presencia del rector. Por ejemplo, la defensa de los recursos para ciencia y tecnología (hoy amenazados en el Congreso) y la defensa de las instituciones del país.

¿Qué piensa hacer para proteger la libertad de cátedra, amenazada en los últimos meses por proyectos de ley y por decisiones arbitrarias de otras universidades: despidos de maestros sin justa causa, cancelación de cursos específicos por posturas políticas?

Respondo de manera simple: nadie en los Andes va a perder su trabajo por sus ideas o sus opiniones. Pluralismo radical.

Al principio del año, la universidad rechazó a 46 beneficiarios de Generación E que habían sido aceptados en medicina. ¿Cuál es su mensaje para futuros aspirantes y cuál su postura frente a este programa del Gobierno?

Para los beneficiarios, el mensaje solo puede ser uno solo: no va a volver a pasar lo mismo. No conozco el programa en todos sus detalles. Estoy en eso. Me posesiono el 31 de julio. Estaré esta semana en empalme y concentrado estudiando. Ya tendré tiempo de dar mis opiniones al respecto.

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