“Yo siempre estoy enculebrado”: rector de Uninorte

Después de 38 años, la Universidad del Norte cambió su rector. El economista Adolfo Meisel asumió la dirección de la universidad más fuerte del Caribe. Su plan: recoger fondos para fortalecer la calidad.

Pablo Correa
22 de julio de 2018 - 02:53 a. m.
El economista Adolfo Meisel es barranquillero. Fue codirector del Banco de la República.   / Cortesía Universidad del Norte
El economista Adolfo Meisel es barranquillero. Fue codirector del Banco de la República. / Cortesía Universidad del Norte

Adolfo Meisel se posesionó en la rectoría de la Universidad del Norte, el pasado 3 de julio. Nadie sabía muy bien cuál era el protocolo a seguir. Hace 38 años la universidad no cambiaba de rector. Durante estas cuatro décadas el destino de la institución estuvo en manos de Jesús Bayona. Meisel dice que tampoco quería ninguna ceremonia. Simplemente, quería ir a trabajar como cualquier miembro de la comunidad académica. Al final, se decidió que en una pequeña sala firmara un acta y le tomaron el juramento.

Meisel es barranquillero pero creció en Cartagena. Estudió economía en la Universidad de Los Andes, completó una maestría y doctorado en Economía en la Universidad de Illinois. Más tarde terminó una maestría en sociología en la Universidad de Yale. Como economista pasó por el Banco de la República en Cartagena, lideró el Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER) del Banco, dirigió el Icetex y recientemente fue codirector del Banco de la República.

¿Cual es el primer mensaje para la comunidad académica?

Me preguntaron en una entrevista qué era lo primero que iba a hacer, y dije, saludar a la gente. Más que un acto social quiero dictar una conferencia. La conferencia se volvió un librito para la colección Roble Amarillo y la voy a hacer el 13 de agosto.

¿Sobre qué tema piensa hablar?

Liderazgo y el futuro del Caribe Colombiano. La Costa no está influyendo en la manera que debe influir en la conducción del país. Y hago un análisis desde comienzos de la República. Un dato sencillo es que hace más de 100 años no hay presidente costeño. ¿Qué universidad recibe?

La Universidad del Norte está consolidada. La describiría como una universidad muy bien administrada, sólida institucionalmente y está muy bien posicionada en el Caribe. Tiene varias fortalezas. Surgió como una universidad de élite, pero, hoy, la mitad de sus estudiantes son de estrato uno a tres y reciben algún tipo de ayuda económica. Cosa que me parece muy loable. Muestra ese carácter incluyente. Y en rankings sale consistentemente en los primeros puestos. Está consolidada como universidad de excelencia. Creo que el reto es ser los mejores en el país, en algunas áreas.

¿Cómo definir en qué van a ser los mejores?

Es una discusión con los decanos. Hay que tener en cuenta varios criterios. Uno es en lo que ya somos buenos. Dos, la pertinencia de esas áreas y su relevancia para el mercado laboral. Por ejemplo, en economía ya hay terreno ganado en economía de salud. No hay muchas facultades fuertes ahí. Podríamos ser muy buenos y es un área cada vez más importante.

¿Qué otro cambio tiene en mente?

El reto de cualquier universidad es mejorar la calidad. Pero para mejorar calidad se necesita plata. Mi reto está vinculado al proceso de recaudar fondos para financiar esa apuesta por la calidad.

¿De dónde piensa sacar plata?

Estoy pensando en donaciones de todo tamaño. Eso es un trabajo de años. Se ha avanzado algo. Ayer tuve una reunión con un rector de una universidad en California y le pregunté qué porcentaje de su tiempo dedicaba a recaudar fondos. Me dijo que el 50 %. Asume la rectoría al tiempo con un cambio de gobierno. ¿Qué le gustaría ver en políticas de educación superior?

Me gustaría ver una continuidad de ‘Ser pilo paga’. En esta universidad han sido muy apoyados. Entiendo que hay que hacer ajustes. Pero es una revolución. Creo mucho en los subsidios a la demanda. Que la gente tenga libertad de escoger. Eso produce eficiencia. Si uno ve a qué universidades van los ‘Pilos’, van a las universidades de excelencia.

¿Que le reformaría al programa? Es difícil aceptar que el Estado tenga que pagar las matrículas más altas, como Los Andes, si con esa misma plata pueden pagar dos o tres en otras universidad muy buenas.

Es una discusión. Habría que discutir si se pone un tope, o si las universidades dan un descuento. No vetaría universidades, pero un descuento para las que están en niveles más altos, podría potencializar el programa. Es para considerarlo. Pero me parece un buen programa. El problema del país es que es muy desigual en distribución de ingreso, en género, en grupos étnicos, regiones. Y realmente la manera de reducir eso, y está demostrado, es con educación. En el pasado, la forma de resolver la desigualdad era la reforma agraria, hoy tendría mínimo impacto, porque es un país urbano y la producción agropecuaria pesa menos. En cambio el ingreso sobre el capital humano es altísimo y es la fuente principal de desigualdad.

¿Qué es Casa Grande Caribe?

Es una iniciativa que se hizo entre la Red de los Cómo Vamos de Cartagena, Barranquilla, Santa Marta; Fundesarrollo, Banco de la República y la Alianza Andi- Fundación Mamonal, para ver qué necesidades de inversión social hay en el región. Muchas veces, gremios y dirigentes promueven inversiones, sobretodo en infraestructura, pero no en el sector social. En parte, porque no son inversiones tan vistosas o sus resultados se ven en muy largo plazo, cuando ya ni siquiera estemos por aquí. Pero la inversión más rentable que hay es en educación, en la base de la pirámide. Pero lo que se invierta en primera infancia se ve en 30 o 40 años. Se hizo un análisis detallado y se cuantificó en 16.500 millones de dólares la inversión para 12 años. Es una cifra grande, pero los expertos dicen que no es inmanejable para esta región sumando recursos propios, regalías y de la Nación. Esos documentos los entregamos a Planeación Nacional.

¿Quién puso ese nombre?

Está inspirado en la obra de Álvaro Cepeda Samudio. Usamos la figura de este intelectual, por su creatividad, compromiso con la región, su inteligencia desbordada.

¿En qué investigación está trabajando?

Yo siempre estoy enculebrado. No por asuntos económicos, sino compromisos que adquiero para presentar en seminarios. El próximo que tengo es sobre el precio de los esclavos en el siglo XVIII, en el Caribe colombiano. Tengo una base de datos de más de 1.000 esclavos con diferentes informaciones. Básicamente, el precio estaba correlacionado con su edad. Los que tenían la edad mía estaban depreciados.

¿En el debate entre el énfasis que deben tener las ciencias básicas y las humanidades en nuestras universidades, qué visión tiene?

Esta es una universidad fuerte en ingenierías. En ciencias básicas hemos venido creciendo. De hecho, La facultad mejor ranqueada fue Ciencias Básicas, que quedó en segundo lugar en pruebas Saber Pro. Creo que hay que fortalecer todo lo que tiene que ver con medio ambiente. Pero creo también que los científicos tienen que tener una formación humanística. Vamos a iniciar un programa para que la poesía se tome las cafeterías. Queremos traer a los mejores poetas del país. Espero que les guste a los estudiantes.

Y otro dilema: ¿solo investigación aplicada, o cree que es bueno fortalecer investigación básica sin propósitos específicos?

La universidad no puede ser una torre de marfil. Hay que tener una responsabilidad social, con tantas necesidades alrededor. Quisiera que la Universidad se volcara sobre esa sociedad. Estoy pensando en hacer una intervención integral de la Universidad. Que participen los médicos, ingenieros, para tener un impacto en mejoramiento de calidad de vida. Pero pienso que la Universidad también tiene que dar libertad, siempre y cuando la investigación sea de buena calidad.

¿Con esa intervención se refiere a llegar a un municipio específico?

Exacto. Tratar de llegar a un municipio con todo el conocimiento de la Universidad y trabajar con la administración local.

¿En qué consiste ese liderazgo en el Caribe que quiere impulsar?

Tener una agenda regional muy sólida. A veces lo que reclamamos no es lo que necesitamos, sino cualquier arbitrariedad. Se piden cosas que no son viables y si las llegan a hacer son malas. Hay muchos ejemplos.

¿Como qué?

Algunas obras de infraestructura. Yo he hablado del tren de alta velocidad que se ha planteado entre Santa Marta y Cartagena. Es un tren que costaría 7.000 millones de euros. El tren Valencia a Madrid, que es la misma distancia y sin los problemas ambientales y topográficos de aquí, costó como 5.000 millones de euros. Y de pronto la gente sigue transportándose puerta a puerta. Los costos serían muy altos para el nivel de ingreso. Lo otro es formar un nuevo liderazgo. Que la gente joven quiera participar. Que participen en grandes debates nacionales.

Por Pablo Correa

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