El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, se posesiona hoy como el nuevo inquilino de la Casa Rosada y ya, de entrada, tiene importantes retos y desafíos que sortear. El peronista no solo debe enfrentar la pesada herencia económica que le deja su antecesor, Mauricio Macri, con una inflación disparada y una pobreza del 40 %, sino también a unos vecinos que, como no había pasado en años, están en una orilla ideológica diferente a la de él.
La victoria de Fernández en Argentina fue un bálsamo de esperanza para los sectores progresistas de América Latina, pues en los últimos dos años el mapa de la región viró hacia la derecha. Pero con Fernández, la tendencia se revirtió y Argentina regresó a la izquierda después de cuatro años. El problema para él es que está ideológicamente más solo que nunca.
Brasil, Chile, Bolivia y ahora Uruguay, sus cuatro vecinos, tienen gobiernos de derecha. De hecho, en las últimas semanas, Alberto Fernández perdió dos potenciales aliados con la salida del poder en Bolivia de Evo Morales y el triunfo en Uruguay del centroderechista Luis Lacalle Pou tras quince años de gobiernos del Frente Amplio (FA), la coalición de izquierdas que subió al poder en 2005.
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Y aunque se espera que las relaciones con Chile, Paraguay y Uruguay sean cordiales (los mandatarios de estos tres países confirmaron su asistencia a la posesión), el desafío más complicado que tiene Fernández es con Brasil, su principal socio comercial, y su presidente, Jair Bolsonaro. Pese a las diferencias ideológicas, Fernández ha señalado que aspira a tener una relación cordial con ese país.
“Es posible que la diplomacia pacifique la relación de Fernández con Bolsonaro, quien ya admitió que la relación con la Argentina debe ser pragmática”, opina Carlos Pagni, analista político argentino en el diario El País, de España.
Las diferencias entre Bolsonaro y Fernández generan inquietud sobre el futuro de las relaciones bilaterales, aunque algunos analistas consideran que los intereses comerciales pueden ayudarles a recortar las distancias.
El Mercosur parece ser un tema esencial en las relaciones entre ambos países. En la última cumbre del bloque comercial, el presidente brasileño lanzó un dardo al nuevo mandatario argentino, pues dijo que no “aceptaría retrocesos ideológicos” y que tendría una relación “pragmática” con su vecino del sur. Fernández, conciliador, respondió que estaba de acuerdo. “Es lo que tenemos que hacer, porque el Mercosur lo va a superar a Bolsonaro y a Alberto Fernández”, afirmó.
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Durante la campaña electoral argentina, Bolsonaro profirió duras críticas contra Fernández, a quien llegó a calificar de “bandido de izquierdas”, y expresó explícitamente su apoyo al presidente saliente, Mauricio Macri, derrotado en las urnas. El presidente brasileño se ha mostrado reacio a tratar con Fernández gracias, en parte, a que el electo presidente argentino manifestó abiertamente ser amigo de Luiz Inácio Lula da Silva, principal contrincante político de Bolsonaro.
De momento, ambos países deben hacer frente a la decisión anunciada esta semana por Estados Unidos de volver a imponer aranceles a sus importaciones de acero y aluminio procedentes de Brasil y Argentina tras las fuertes devaluaciones monetarias.
“Tenemos un destino en común, tenemos que cuidar que ninguna coyuntura altere nuestra relación: Brasil es un hermano con otro idioma”, afirmó este jueves Fernández, convencido de que “la integración regional es la mejor herramienta para enfrentar la globalización, como en el reciente tema de los aranceles al acero”.