América Latina está enojada de mil maneras

El número de países latinoamericanos sacudidos por protestas sociales y crisis políticas ha crecido de manera sorpresiva este año. Sin importar la corriente ideológica, las manifestaciones en cada país responden a problemas y necesidades específicas, cuyo factor común es un descontento generalizado con quienes gobiernan.

Nicolás Marín Navas / Jesús Mesa
17 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Durante todo el año las protestas marcaron la agenda de América Latina.  / EFE
Durante todo el año las protestas marcaron la agenda de América Latina. / EFE

Las promesas incumplidas y una brecha social cada vez más grande han colmado la paciencia de millones de latinoamericanos en 2019. Desde México hasta Chile, las movilizaciones han surgido a un ritmo vertiginoso a lo largo y ancho del continente. Pero contrario a lo que podría pensarse la protesta latinoamericana está lejos de ser una “primavera”. Los reclamos en cada uno de los países de la región son muy distintos y las movilizaciones responden a necesidades específicas. Que hayan estallado el mismo año es una casualidad. O de las redes sociales, cuyo papel en visibilizar la rabia ciudadana ha sido muy efectivo.

América Latina está enojada de mil maneras contradictorias a la vez, sin importar la corriente ideológica. El último estallido social se dio hace una semana en Bolivia tras semanas de presión contra el líder de izquierda Evo Morales, a quienes sus opositores lo acusaron de haber cometido fraude electoral. Pero semanas atrás, no eran los bolivianos, sino los chilenos y los ecuatorianos quienes se habían tomado las calles exigiéndole mejores condiciones de vida a sus gobiernos de derecha. Así mismo, meses antes los ciudadanos de Haití, Honduras, Perú y Venezuela, eran quienes reclamaban cambios inmediatos en sus sistemas políticos. 

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Aunque en el mundo se han visto fuertes protestas este año, las movilizaciones en América Latina no son producto de “un contagio regional”, en palabras de la analista política chilena Marta Lagos, directora de la encuesta regional Latinobarómetro. La agenda ha sido múltiple y cada caso es distinto. En algunos se han dado porque la calidad de vida empeoró, como en Chile, Ecuador y Argentina, o porque los sistemas democráticos están en crisis o no funcionan, como  en Bolivia, Venezuela, Honduras y Nicaragua. El rechazo a la corrupción motivó a guatemaltecos y peruanos a la protesta. En otros casos menos mediáticos, como los de Paraguay y Colombia, han sido los estudiantes y los transportadores quienes han salido a la calle. 

“Las recientes protestas en América Latina, a pesar de lo diferentes que son entre ellas, tienen una exigencia simultánea que es la de garantías sociales. Después de la crisis de 2008, y de un innegable crecimiento económico en la región, a los gobernantes se les olvidó que lo más importante era desmantelar las desigualdades”, explica Lagos. 

Que en el 2019 hayan estallado varias protestas ha hecho olvidar a muchos que la región tiene una larga historia de protestas, que datan de los movimientos de independencia del siglo XIX. Muchas de las campañas libertadoras nacieron de la protesta social, por lo que estas están integradas a la génesis latinoamericana. Incluso en el siglo XX, durante los años de las dictaduras, fueron los movimientos sociales quienes impulsaron el regreso de la democracia. 

“Hay toda una cultura de movilizaciones que funciona como un mecanismo de presión para exigir la ampliación de derechos y una disminución de las históricas injusticias sociales”, explica Luciana Cadahia, investigadora de CALAS Andes.

La sordera de los gobernantes parece ser un factor común en la América Latina de hoy. En Bolivia el presidente desconoció un referendo popular y se lanzó contra la voluntad del pueblo a una elección. En Chile y Ecuador, los gobiernos de Sebastián Piñera y Lenin Moreno, tan pronto emergieron las protestas, la criminalizaron y la enfrentaron a sangre y fuego. En ambos países, la reacción militar del Gobierno encendió aún más el descontento popular. Semanas después, tras decenas de muertos y miles de heridos, ambos países reconocieron que los reclamos de la ciudadanía eran legítimos.

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El último Latinobarómetro ya apuntaba en esta línea. Para el 75% hay una percepción de que se gobierna para unos pocos y que los Gobiernos no defienden los intereses de la mayoría.  “Hay una demanda de democracia”, explica Marta Lagos a El Espectador.  Según el estudio, solo el 5% opina que hay democracia plena; el 27% que hay pequeños problemas; el 45%, grandes problemas y un 12% considera que no se le puede llamar democracia a lo que hay hoy en día.

México

 

Haití

 

Puerto Rico

 

Ricardo Roselló, ahora exgobernador de Puerto Rico, tenía un chat con otros políticos cuando todavía ostentaba el cargo, en el que despotricaba y lanzaba comentarios machistas y homófobos contra otros funcionarios del gobierno. Los chistes le salieron caros; las conversaciones se filtraron y se desató una protesta social nunca vista en la isla. Miles de personas marcharon durante 12 días exigiendo la salida de una cúpula dirigente corrupta y éticamente “no apta”. Finalmente, el pasado 24 de julio Roselló cedió ante la intensidad de la presión y presentó su renuncia, culminando así dos insípidos años de mandato. Las manifestaciones fueron particulares por el involucramiento de artistas como promotores del fenómeno, entre ellos Ricky Martin, Residente, Bad Bunny y Marc Anthony. 

Guatemala

 

Honduras

 

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Nicaragua

 

Perú

 

Chile

 

Venezuela

 

Ecuador

 

Bolivia

 

Así, el descontento electoral evolucionó a otras quejas contra el exmandatario que culminaron con el cambio de posición de las Fuerzas Armadas, obligando al presidente Morales a renunciar y salir del país en un avión hacia México. La salida de Evo, sin embargo, no calmó la calle. Al contrario, las protestas se intensificaron en un escenario totalmente polarizado que ha dejado al menos dos muertos y más de 300 heridos. Mientras un lado exige cambios estructurales y mejoras en la calidad de vida, el otro, conformado especialmente por indígenas, claman que hubo un golpe de estado avalado por la OEA. 

Uruguay

Las manifestaciones en Uruguay iniciaron en octubre cuando el Partido Nacional (PN) propuso “Vivir sin miedo”, una polémica medida que estipula: la creación de una Guardia Nacional que trabaje con la Policía, permitir allanamientos nocturnos, cuando la Constitución uruguaya solo las permite de día, y considerar la cadena perpetua para crímenes gravísimos. Miles de uruguayos llegaron a la Avenida 18 de Julio en Montevideo, la vía principal de la capital, para rechazar la reforma, que se sometió a un referendo ese mismo mes. Los  cambios, sin embargo, tendrán que esperar, pues el 46.8% que votó a favor fue insuficiente. Todo podría cambiar con los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. 

Argentina

 

Durante todo el año, miles de ciudadanos salieron a la calle a exigir la aprobación de la emergencia alimentaria y social. Otra de las grandes inconformidades fue la reducción de los subsidios a los servicios públicos, entre ellos el transporte y la energía. No es casualidad que Macri haya sido derrotado por Alberto Fernández, candidato peronista, en las pasadas elecciones presidenciales de octubre. Ahora, el Gobierno argentino saliente señaló que espera que la economía argentina muestre signos de recuperación a finales de año una vez esta asimile "el cambio de ciclo". Los izquierdistas, por su parte, afirman que será difícil porla herencia que reciben.

Colombia

Sindicatos, indígenas y universitarios en Colombia, apoyados por fuerzas de oposición, convocaron a una gran huelga el 21 de noviembre en protesta contra el gobierno del presidente Iván Duque, que luce debilitado tras un año y medio en el poder.

Las principales centrales obreras, incluido el magisterio, invitaron a rechazar las que consideran políticas "neoliberales" de Duque, y a marchar en defensa de la "vida y la paz", frente al rebrote de violencia en el país tras el Acuerdo de Paz de 2016 con la antigua guerrilla de las Farc. 

Los movimientos de protesta hicieron énfasis en su repudio a la violencia contra los líderes sindicales y sociales, que dejó 486 muertos entre el 1° de enero de 2016 y el 17 de mayo de 2019, según la Defensoría del Pueblo. 

También la FARC, el partido surgido del acuerdo de paz, anunció su respaldo a la huelga en rechazo al asesinato de poco más de 170 excombatientes que firmaron el pacto.

Por Nicolás Marín Navas / Jesús Mesa

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