“América Latina no necesita estados más grandes, sino más fuertes”: Michael Reid

El periodista y escritor británico Michael Reid reflexiona sobre cómo percibe los retos de la democracia en América Latina, el giro hacia la derecha en muchos países, el impacto de la crisis venezolana y la relación con EE. UU.

Leonardo Botero Fernández - @LeonardoBotero4
16 de noviembre de 2018 - 06:30 a. m.
La primera edición de “El continente olvidado: una historia de la nueva América Latina” fue publicada en 2007. / Cortesía.
La primera edición de “El continente olvidado: una historia de la nueva América Latina” fue publicada en 2007. / Cortesía.

El periodista británico Michael Reid republicó, diez años después, una edición revisada y actualizada de su libro El continente olvidado: una historia de la nueva América Latina (Editorial Planeta), en el que cuenta los desafíos actuales del continente, así como sus particularidades.

Pero mucho ha cambiado en la última década. La izquierda parece haberse quedado relegada con la elección de presidentes de centro-derecha y de derecha; la disminución de las ganancias por la venta de materia prima y la crisis venezolana, que ha generado una ola de migración que los demás países aún no encuentran cómo afrontar, son algunos de los temas sobre los que reflexiona.

Desde que publicó la primera versión de “El continente olvidado”, hace más de diez años (2007), ¿en qué han cambiado las democracias latinoamericanas?

El boom de las materias primas subió y terminó, la región enfrenta la necesidad de ser más eficiente y productiva para crecer, ha habido cambios políticos. Lo que más me preocupa es el descrédito de la política democrática, que no es total, pero es bastante fuerte en varios países y la polarización tan intensa que hay ahora y que no hubo hace diez años. Esos dos factores dificultan la toma de decisiones sobre políticas públicas para seguir creando sociedades menos desiguales, menos pobres y con más oportunidades.

¿Y esa ruptura sirve como plataforma para el populismo?

El problema de la gente que se ha presentado como salvadora de la patria es que producen una polarización de bastante duración; ese fue el caso de Perú con Fujimori y de Colombia con Uribe. Cuando la corriente política más importante de un país es negativa, eso es un problema.

¿El capitalismo democrático sigue siendo una opción viable para la democracia en el continente?

¿Qué otra opción hay? Nadie me va a decir que Venezuela es una alternativa viable al capitalismo. Lo que argumento al final de esta edición es que el debate que ha dominado la región en los últimos veinte años, o más, entre Estado y mercado es un debate estéril, que no lleva a nada. Se necesitan mercados más abiertos y competitivos; hay demasiada regulación tonta por parte de los gobiernos.

En segundo lugar, América Latina no necesita estados más grandes, sino más fuertes, con decisión y ejecución de políticas para proveer servicios públicos de calidad para todos y enfrentar tareas más sofisticadas de coordinación.

América Latina se perfiló en un momento como un gran productor de materia prima, pero eso ha cambiado, ¿cómo está entonces frente al mundo? ¿Sigue siendo un continente olvidado?

Las materias primas siguen siendo un producto muy importante en América Latina, es simplemente que pagan menos por ellas y siempre serán una parte de la vida económica de América del Sur y no hay nada malo en eso. Si la región vuelve a crecer en forma sostenida y vuelve a encontrar soluciones políticas creativas a los problemas de consolidación democrática e inclusión social, el mundo va a notarlo.

¿Qué tan difícil es la búsqueda de “soluciones políticas creativas” del Estado cuando la desigualdad sigue siendo tan grande en América Latina?

En ese sentido la igualdad de oportunidades, que pasa por educación desde muy niño hasta capacitación en el trabajo, es muy importante. Y, por otro lado, el gasto público en América Latina suele ser no redistributivo, porque hay una serie de grupos que son relativamente privilegiados que no se benefician. También hay desigualdades significativas de género y de raza, sobre todo, el crecimiento sostenido es la forma en que hay mejores salarios de forma sostenida.

A excepción de México, con la elección de López Obrador, en América Latina ha habido un giro hacia la derecha, ¿por qué?

Primero, hay un proceso de alternancia política, que es normal en la democracia, pero que es una novedad para América Latina, porque en el pasado no dejaron que la izquierda tomara el poder pacíficamente. Ahora son la centro-derecha y la derecha las que están ganando terreno; en México es el mismo proceso, pero al revés. También hay un factor, tal vez global, de temores frente a la globalización, que hace que la gente se refugie en este discurso de gobiernos fuertes.

¿Qué factores intervinieron para que se concretara la victoria de Bolsonaro en Brasil?

Los tres factores básicos fueron que Brasil sufrió la peor recesión registrada en su historia, debido a los errores económicos de Dilma Rousseff; una corrupción dramatizada por las investigaciones de Lava Jato, y tercero, un avance en la delincuencia en algunas partes de Brasil, debido a la penetración del narcotráfico y al impacto de la recesión sobre los ingresos fiscales y la seguridad pública. Bolsonaro hizo esta campaña muy agresiva, copiada en mucha parte de la de Donald Trump, y sorprendentemente tiene éxito.

¿Cómo explicar que Venezuela se haya convertido en el foco de la discusión política en América Latina?

América Latina nunca ha visto un descalabro como el de Venezuela. Nunca ha visto un flujo migratorio tan inmenso en tan corto tiempo, el colapso de la economía venezolana ya es uno de los diez casos en el mundo más dramáticos y las violaciones de derechos humanos son constantes. La izquierda latinoamericana hace mal en no diferenciarse más claramente de Venezuela.

¿Cómo pueden impactar los resultados de las elecciones legislativas de Estados Unidos en América Latina?

La migración no fue un tema determinante, porque estas elecciones fueron un referendo sobre Trump, básicamente, quien ofrece muy poco positivo a América Latina. Su actitud es muy hostil: una cosa es que las democracias tienen el derecho de asegurar sus fronteras, otra cosa es, simplemente, insultar. Por otro lado, su proteccionismo comercial ya ha tenido un impacto en México y Brasil, con aranceles, por ejemplo, al acero.

¿Cómo ve a América Latina en los próximos diez años?

Es difícil hacer predicciones, pero espero que la polarización se reduzca, que haya un cambio en Venezuela, que el proceso de avance social continúe y que los países encuentren la forma de incrementar la eficiencia de la economía.

Por Leonardo Botero Fernández - @LeonardoBotero4

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