Análisis: Venezuela: ¿una crisis madura?

Mucha cautela recomiendan estos docentes de la Universidad del Norte frente a eventuales intervenciones foráneas en la crisis venezolana. Sería "lo peor que le puede pasar a Colombia", afirman.

Angélica Rodríguez y Jairo Agudelo* / especial para El Espectador
26 de enero de 2019 - 09:07 p. m.
Hasta la Plaza de España en Tenerife llegaron las protestas por la crisis venezolana. España, Francia y Alemania le han dado un ultimátum a Nicolás Maduro para convocar a elecciones libres. / DESIREE MARTIN / AFP
Hasta la Plaza de España en Tenerife llegaron las protestas por la crisis venezolana. España, Francia y Alemania le han dado un ultimátum a Nicolás Maduro para convocar a elecciones libres. / DESIREE MARTIN / AFP

Cada vez es más evidente el rechazo internacional al régimen de Nicolás Maduro, por considerarlo ilegítimo y dictatorial, y cada vez son más las voces que tanto al interior como al exterior de Venezuela hacen un llamado para que el mandatario deje el cargo y se de paso a una transición que lleve a unas nuevas elecciones, encaminadas a iniciar un proceso de restablecimiento de la democracia en el país.

El 23 de enero, nuevamente la oposición venezolana se volcó masivamente a las calles para pedir la renuncia de Maduro y también para apoyar la juramentación de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como presidente encargado. Marchas similares para expresar su solidaridad a los manifestantes se replicaron por migrantes venezolanos y simpatizantes en diferentes ciudades del globo, tales como Bogotá, Madrid, Dubai, y Berna, entre otras.

(Aquí algo más de contexto: Maduro vs. Guaidó: ¿Por qué hay dos presidentes en Venezuela?)

De manera paralela, diferentes mandatarios, iniciando por el presidente estadounidense, Donald Trump, reconocieron rápidamente la juramentación de Guaidó. A este pronunciamiento fueron sumándose otros gobiernos como el canadiense, la representación diplomática de la Unión Europea y la mayoría de los países latinoamericanos, salvo excepciones como Bolivia, México y Cuba. Por su parte, potencias aliadas al régimen como China y Rusia han insistido en el principio de no intervención y siguen apoyando a Maduro.

Simultáneamente a la marcha opositora, Maduro convocó una contra-marcha y expresó una vez más su intención de mantenerse en el poder, cuyo mandato va hasta el 2025. Hasta el momento, los resultados de las escaramuzas presentadas entre manifestantes y antimotines en Caracas y estados como Táchira, Barinas y Portuguesa dejan un saldo de 13 muertos y registran saqueos considerables en Bolívar.

A pesar de la creciente presión internacional y la reactivación de la movilización, un punto central señalado por varios analistas para medirle el pulso a Maduro es el rol de los militares. Aunque el fin de semana pasado se escucharon noticias sobre un grupo de militares que supuestamente intentó rebelarse y por ello fueron capturados, durante el 24 de enero varios de los altos mandos expresaron su lealtad al régimen. No será tan sencillo que un estamento fuertemente ideologizado y permeado por la corrupción asuma otra postura.

Uno de los escenarios que ha comenzado a barajarse en medio de este momento de crisis, es el llamado a iniciar un diálogo con los diferentes actores con miras a evitar una escalada de la violencia, tal y como lo manifestó el secretario de la OEA, Luis Almagro, en su intervención en el Foro de Davos. No obstante, resulta complejo que Maduro acepte una mediación que no provenga de alguno de los pocos estados que aún lo reconoce como presidente.

¿Y la sociedad internacional?

A pesar de la gravedad de una crisis que ya está muy madura, hay que ser muy cautelosos al momento de invocar eventuales intervenciones foráneas mucho más si son de otros Estados nacionales como los Estados Unidos. Se requiere madurez y sensatez política de todas las partes.

Se asiste a una especie de Guerra Fría en torno a Venezuela: bloque Occidental (EE. UU., Grupo de Lima, parte de Europa), con Guaidó; y el Oriental, con Maduro (Rusia, Turquía, Irán, Siria).

(Le puede interesar: ¿Hasta dónde va a llegar EE. UU. en Venezuela?)

La primera instancia para dirimir legítimamente la crisis venezolana es la interna en el marco de la Constitución nacional y de su institucionalidad. No sabemos aún si se han agotado todos los recursos internos pero lo que sí sabemos es que por ya muchos años no ha habido una oposición cohesionada capaz de lograr una negociación con el régimen. No siendo un partido o movimiento capaz de hacerlo, surge una institución: La Asamblea Nacional en cabeza de su presidente.

La segunda instancia es el Consejo Permanente de la OEA, en cuya sesión extraordinaria no obtuvo una mayoría que avale una Resolución de reconocimiento pleno de Guaidó como legítimo presidente encargado. Sólo 16 de 34 miembros habilitados la aprobarían.

La tercera instancia es el Consejo de Seguridad de la ONU, cuya reunión extraordinaria fue convocada por EE. UU. Como se sabe, para que se adopte una Resolución de este consejo se requieren nueve votos a favor y ningún voto contrario entre los 5 miembros permanentes (EE. UU., Uk, Francia, China y Rusia). Como ya se dijo, Rusia y China sostienen a Maduro y, por lo tanto, opondrían su veto en el Consejo de Seguridad. (Ver lo que sucedió en el Consejo este sábado: Consejo de Seguridad de la ONU, sin consenso sobre Juan Guaidó)

Hasta ahora la Unión Europea se ha pronunciado a favor de Guaidó pero en manera muy tibia sin augurarse excesos intervencionistas.

Colombia debe abogar por una salida política a la madura crisis venezolana. Lo peor que le puede pasar a Colombia es que se llegue a una intervención militar en el vecino país que la arrastraría en una aventura cuyas consecuencias no se pueden predecir.

* Docentes de la Universidad del Norte

Por Angélica Rodríguez y Jairo Agudelo* / especial para El Espectador

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