Así son los abusos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos

Desde 2003, miembros de esta agencia son acusados de graves violaciones a los derechos humanos. El escaso registro de casos obstaculiza las investigaciones.

Camilo Gómez Forero
01 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
La Patrulla Fronteriza opera en 71 puntos del país y cuenta con más de 20.000 hombres.  / AFP
La Patrulla Fronteriza opera en 71 puntos del país y cuenta con más de 20.000 hombres. / AFP

Patear a un niño y exigir a una menor que separe sus piernas para una requisa corporal son sólo algunas de las denuncias que recaen sobre la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Miles de documentos revelaron la brutalidad con la que esta agencia trata a las personas en la frontera del país. Los relatos, cabe resaltar, no son sólo de aquellos que intentan cruzar la frontera provenientes de México, El Salvador, Guatemala y Honduras, pues algunos residentes estadounidenses también han manifestado sentirse afectados. Aquí puede encontrar los reportes de abusos recopilados por la Unión Esstadounidense por las Libertades Civiles

Asimismo, en los puntos limítrofes del norte del país también se han recibido denuncias de acoso por parte de los agentes fronterizos. En la costa de Maine, por ejemplo, se ha vuelto recurrente que las autoridades detengan botes pesqueros canadienses que navegan en aguas grises para preguntarles a los tripulantes por su nacionalidad. Según ellos, los agentes estadounidenses van fuertemente armados en búsqueda de migrantes ilegales.

Si bien la ley y la Corte Suprema garantizan que se puedan hacer preguntas sobre la nacionalidad, las autoridades sobrepasan sus poderes cuando perfilan a una persona por sus rasgos físicos e intuyen que por ello se trata de un migrante. En 2017, el hijo del boxeador Muhammad Ali, quien nació en Estados Unidos, fue detenido en el Aeropuerto Internacional de Florida e interrogado sobre su religión y sus creencias durante dos horas. Ha sido tal el malestar que sienten los estadounidenses con la Patrulla que muchos se niegan a responder las preguntas que les hacen las autoridades, pues lo consideran algo que va en contra de la ley. 

La persecución a los extranjeros en la frontera se ha vuelto una conducta regular para esta agencia, y en este escenario los niños son los más indefensos. Le recomendamos: ¿A dónde van a parar los niños migrantes en Estados Unidos?

En los testimonios brindados por las víctimas se acusa a las autoridades de golpear a menores y abusar de ellos física y mentalmente. Entre otras denuncias también se encuentran amenazas, maltratos y retención ilegal. Además hay quejas de parte de migrantes que señalan que agentes de la frontera les quitan sus pertenencias.

La organización No Más Muertes encontró que, tras detener a un indocumentado, la Patrulla Fronteriza pone sus pertenencias en una bolsa y a partir de ese momento le da 30 días para recuperarlas. Pero los trámites para la devolución de sus posesiones son tan extenuantes y problemáticos que terminan perdiendo su dinero, que finalmente va a parar al Departamento de Tesoro estadounidense.

“Cuando me agarraron, la Patrulla Fronteriza tiró a la basura mi cadenita y mi cinturón, gritando: ‘esto va a la basura’. Después echaron mi teléfono celular y mi acta de nacimiento en una bolsa de plástico y dijeron que me los guardarían. Cuando fui deportada pregunté por mis pertenencias en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, pero me dijeron que ellos no tenían nada. Les enseñé el recibo de guardado y dijeron que eso lo tenía la Patrulla Fronteriza y que ellos no podían hacer nada”, le contó a la organización una de las migrantes afectadas.

Quitarle los medios de comunicación o de identificación a una persona puede afectar su futuro en el país, pues queda indefensa. Por otro lado, también se han presentado robos directos por parte de los agentes, que se adueñan de las pertenencias de los migrantes.

Los relatos, sin embargo, vienen de mucho antes de que tomara posesión la actual administración. De hecho, una de las denuncias más graves data del período comprendido entre 2012 y 2015 y en ella se informó con registro audiovisual cómo unos agentes destruyeron más de 3.500 garrafones de agua que habían sido donados para que los migrantes se hidrataran.

A pesar de las acusaciones, el gobierno del presidente Donald Trump no ha hecho nada para controlar los excesos de esta fuerza, sino que, por el contrario, manifestó su deseo de incrementar el número de agentes. Bajo su administración, la Patrulla Fronteriza fue una de las responsables de la separación de más de 2.700 niños migrantes de sus familias este año; sus agentes asignaron a los menores a centros de atención lejos de sus padres. Vea acá: Las celdas de migrantes, un problema que no es nuevo en Estados Unidos

Uno de los casos más traumáticos de este escándalo es el de Rosa María Hernández, de 10 años, residente en Texas. La menor fue obligada a pasar por un puesto de control fronterizo por las autoridades pese a que acababa de salir de una cirugía en la vesícula. Los agentes la acompañaron hasta el hospital y allí esperaron a que la dieran de alta para arrestarla y llevarla a un refugio para niños. 

“Para los menores en custodia del Departamento de Seguridad y Protección Fronteriza se necesita un mejor mecanismo de rendición de cuentas, un organismo independiente que pueda llevar a cabo una investigación rigurosa de las denuncias de abuso infantil e imponer medidas disciplinarias a los funcionarios que cometan estos abusos. Hay niños que describen que los pisotearon, golpearon, patearon y tildaron de ‘perros’ y ‘pedazos de basura’, además de estar retenidos en pésimas condiciones en celdas antihigiénicas. Las quejas deberían investigarse a fondo”, señala Nino Guruli, investigador de la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago. El problema es que los agentes no tienen un registro riguroso de sus operaciones y, además, se niegan a portar una cámara para grabar su conducta.

La Patrulla se fortaleció en 2003, tras los ataques del 11 de septiembre, como encargada de prevenir el ingreso de migrantes ilegales al país. Aunque tuvo un comienzo limitado, creció en número de miembros y en extensión territorial. Pasó de contar con 5.000 agentes a más de 20.000 en la actualidad, que trabajan en 71 puntos estratégicos de control de tráfico. Estas autoridades, además, se rigen por un código diferente que tiene una jurisdicción especial en los puntos fronterizos y se sienten cobijados por la política de Donald Trump. En el siguiente mapa se encuentran marcadas las estaciones de la Patrulla Fronteriza a lo largo de Estados Unidos:

Pero, más graves que las violaciones a los derechos humanos por parte de la Patrulla Fronteriza, son las denuncias sobre pagos a las víctimas para que no denuncien los abusos. Una investigación del Proyecto de Justicia Criminal mostró que en los últimos 15 años el gobierno estadounidense ha pagado millonarias cifras a familiares de personas muertas o maltratadas en incidentes con agentes de la Patrulla.

Por ejemplo, en 2015 se documentó el caso de un migrante que recibió cerca de US$500.000 como arreglo para no denunciar el ataque de un oficial.

Según relata el hombre, “un agente todavía sentado en su caballo le ordenó al señor Castro Romo (migrante) reunirse con el grupo. Mientras él caminaba con sus manos sobre la cabeza, el agente lo golpeaba con su lazo. Tras pedir varias veces que dejara de pegarle, Romo no aguantó el dolor y corrió. El agente lo persiguió y lo atropelló con su caballo. Romo cayó al suelo con la cara hacia la tierra. Sintió una sensación cálida en su espalda. El agente le había disparado y después de gritar ‘¡oh mierda!’ el oficial abandonó el lugar”.

Según un informe de la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional de 2013, la Patrulla Fronteriza recibía tantas quejas de abuso que no se pudo hacer un recuento adecuado de las denuncias. Tampoco lo hay de las muertes de migrantes. Pese a comprometerse con la Oficina General de Auditoría, la agencia no ha mejorado en este aspecto. Hay por lo menos 564 muertes no esclarecidas de personas que cruzaron ilegalmente la frontera que no están incluidas en el recuento oficial de la Patrulla Fronteriza, cuyo número se eleva a 5.984.  Le puede interesar: Cientos de niños migrantes en EEUU siguen separados de sus familiares

Se teme que las muertes, además de no ser registradas por negligencia, no se reconozcan porque los cuerpos desaparecen con mucha facilidad. Una investigación forense realizada por el Proyecto de Migración Indocumentada (UMP), de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, se encargó de poner cuerpos de cerdos muertos en el desierto de Arizona para estudiar si desaparecían rápido. “Los experimentos demuestran que el medio ambiente y los animales pueden destruir un cuerpo rápidamente, en menos de tres o cuatro días, por lo que creo que nunca vamos a tener un número completo de los migrantes muertos en el desierto. Estamos seguros de que hay mucha más gente que ha muerto en el desierto y que simplemente nunca encontraremos sus cuerpos”, dijo Jasón de León, antropólogo y director de la investigación.

Esta semana, el Comité Jurídico del Senado de Estados Unidos abrió un debate en el que demanda respuestas sobre las denuncias de violación y abuso de fuerza hacia los niños migrantes. Con el presidente Donald Trump en medio del escándalo por haber separado a niños migrantes de sus padres, la investigación sobre abusos eleva la polémica y suma otro problema a la lista de asuntos migratorios de Trump, que ha amenazado con provocar una paralización del gobierno federal si los demócratas no apoyan su proyecto de seguridad fronteriza.

*La Unión de Libertades Civiles de Arizona publicó la siguiente cartilla para informar a los migrantes la conducta que deben seguir en caso de que los detenga la Patrulla Fronteriza. Además, se esclarecen ciertos puntos sobre cuáles son las limitaciones de los oficiales de esta agencia.

Por Camilo Gómez Forero

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