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La masculinidad tóxica de la policía, una causa de la brutalidad

En lugar de promover una imagen de la policía trabajando para la comunidad, los departamentos han hecho énfasis en la fiscalización y la lucha contra el crimen para crear un prototipo de guerrero.

13 de abril de 2021 - 03:30 p. m.
El jefe de policía del Brooklyn Center, Tim Gannon, habla durante una conferencia de prensa sobre la muerte de Daunte Wright.
El jefe de policía del Brooklyn Center, Tim Gannon, habla durante una conferencia de prensa sobre la muerte de Daunte Wright.
Foto: AFP - Agencia AFP

Algo horrible está pasando en Minnesota: desde el año 2000, 207 ciudadanos del estado han sido asesinados por la policía. De estas muertes, 55 han sido de personas afro (27 %), 15 han sido de nativos americanos, 10 han sido asiáticos y 9 han sido latinos.

La brutalidad policial está profundamente arraigada en la cultura de la policía del estado, evidenciada a través de los jefes de la policía, de las fiscalías de distrito y de las cientos de quejas de abuso que llegan cada día. Si bien las estadísticas de por sí son lamentables, los números sobre el homicidio de personas de color a manos de la policía son particularmente alarmantes dadas las connotaciones de racismo que presentan cada uno de esos casos. Los oficiales suelen reaccionar con mayor violencia cuando arrestan a una persona afroamericana.

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Esto quedó evidenciado la noche del domingo, cuando un oficial de la policía del Brooklyn Center, un suburbio de la ciudad de Minneapolis, mató a Daunte Wright, un hombre afroamericano de 20 años, luego de tratar de arrestarlo en su carro. Según la oficina de la policía, el oficial confundió su Taser con su pistola, lo que condujo al “homicidio accidental de Wright”. Toda la escena apunta, sin embargo, a que el oficial implicado trató de inmovilizar totalmente a Wright aún cuando este no presentaba resistencia ni una amenaza para su vida. Es una muestra de que debe haber una corrección en las tácticas y procedimientos de la policía, particularmente cuando se atiende una situación en la que hay personas de minorías de por medio.

En 2016, cuando recién se estaba formando el movimiento Black Lives Matter, el gobernador del estado de Minnesota, Mark Dayton, entregó unas palabras que han resonado hasta el día de hoy después del asesinato de un trabajador de una cafetería a manos de la policía: si este hombre hubiera sido blanco, probablemente continuaría con vida. Y es que hay que recordar que Minnesota también es el estado en el que George Floyd fue asfixiado por el exoficial de la policía Dereck Chauvin. Este ha sido el caso más ejemplificante de brutalidad policial en el estado.

La notoriedad del caso de Floyd condujo al aumento de pedidos para retirar fondos de la policía o abolir este cuerpo por completo. El problema con esta propuesta es que no tiene en cuenta que un elemento de autoridades es necesario en la sociedad. A medida que se trazan los presupuestos para el año fiscal 2022, recortar los fondos de la policía se ha visto como una opción menos atractiva que el año pasado dado el incremento de los crímenes en ciudades como Baltimore. En Minneapolis, por ejemplo, los homicidios aumentaron hasta un 49 %, mientras que la financiación de la policía disminuyó.

Los datos oficiales señalan que en las principales ciudades del país, los homicidios aumentaron un 30 % en 2020. En estas mismas ciudades, donde se recortaron los recursos de la policía, el dinero ha sido devuelto a las fuerzas del orden para hacer frente al aumento repentino de la violencia.

Para el profesor de sociología Jesse Wozniak de la Universidad de West Virginia, esto es lógico. “Cada vez que se ve un aumento del crimen, la gente cree que más vigilancia policial será la solución”, explica.

Pero si desfinanciar la policía no es una opción viable, ni tampoco abolir este cuerpo por completo, ¿qué se puede hacer para enfrentar la brutalidad policial y el abuso contra las personas de color?

Para Angela Workman-Stark, profesora asociada de comportamiento organizacional de la Universidad de Athabasca, una solución es la educación de la policía y terminar con la cultura de masculinidad tóxica que existe en este cuerpo.

“Desde los primeros días del entrenamiento, los reclutas policiales son socializados por historias de guerra que glamorizan los aspectos peligrosos del trabajo policial y colocan un enfoque exagerado en la misión de la policía para lidiar con el peligro como los supuestos guardianes de la sociedad. En última instancia, estas narrativas dan forma a las expectativas de lo que significa ser un oficial de policía “real”. Para algunas personas, convertirse en un verdadero oficial de policía significa hacer el trabajo sucio que nadie más quiere hacer, incluido lo que sea necesario para encarcelar a los ‘malos’”, señala Workman-Stark.

Es decir, que en lugar de promover una imagen de la policía trabajando para la comunidad, los departamentos han hecho énfasis en la fiscalización y la lucha contra el crimen para crear un prototipo de guerrero que, además de estar aislado de la sociedad, está listo para la batalla. Esto conduce a un concurso de masculinidad, de una búsqueda competitiva del estatus de guerrero en el lugar de trabajo, que se distancia de cualquier acción que se considere débil o poco masculina.

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Un estudio publicado en la American Psychological Association sobre la psicología del hombre y la masculinidad resalta que los oficiales son conscientes de que “tienen” que mostrar ciertos tipos de masculinidad, como ser varonil y fuerte, lo que conducen a prácticas más hostiles. Por otro lado, Workman-Stark encontró que quienes tienen un mayor sentido de inclusión, reportan menos casos de mala conducta y además toman más decisiones libres de prejuicios.

Krik Burkhalter, quien sirvió en el Departamento de Policía de Nueva York, señala que se debe aumentar el plan de capacitación en las academias de policía para que los reclutar tomen clases sobre derecho penal y constitucional, sociología, resolución de conflictos y hasta psicología.

“Una comprensión clara de la naturaleza de la sociedad a la que servirán, y todas sus complejidades, es fundamental para cualquier miembro de una profesión de servicio”, señala.

El aumento de los requisitos de educación y capacitación ha sido durante mucho tiempo temas de discusión en la policía en los Estados Unidos. A principios de la década de 1900, la policía estadounidense estaba asediada por la corrupción y estaba controlada por la presión política. Eso son casi 120 años de intentos por educar a la policía, y los abusos continúan registrándose. ¿Por qué esos esfuerzos no han dado resultado?

Podemos devolvernos a Minneapolis para encontrar una respuesta a esa pregunta. En julio de 2016, tras el asesinato del afroamericano Philando Castile en una cafetería de la ciudad, el gobernador de Minnesota, Mark Dayton, comenzó a hablar sobre la necesidad de cambios en la aplicación de la ley y en la policía, pero unos pocos meses después, la victoria de los republicanos en la legislatura estatal, que vino con el ascenso de Donald Trump, dilapidó los intentos de Dayton por un cambio. Los republicanos siguen siendo escépticos ante los llamamientos a una reforma de gran alcance. Y mientras estos se nieguen a entender que la respuesta es una educación del cuerpo oficial y derrumbar la cultura de masculinidad tóxica en los departamentos , el problema continuará de fondo.

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Eduardo Sáenz Rovner(7668)13 de abril de 2021 - 05:53 p. m.
El último asesinato en Minnesota lo hizo una mujer policía.
Cesar(99499)13 de abril de 2021 - 05:54 p. m.
El problema no es la masculinidad, el problema es la mentalidad violenta, extrerminadora e intolerante generada por la corriente Uribista. Esto comienzó con Escobar y los delincuentes de esa época.
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