China y Colombia, ¿en qué están?

Xi Jinping, presidente de China. / AFP

Si Colombia quiere consolidar sus relaciones con ese país debe ser consciente de las interferencias, voluntarias o no, que la han llevado al punto en que está: emitiendo señales que se interpretan como de lejanía y desinterés. Si bien el comercio de bienes en 2018 entre ambos países creció 29,08 % respecto al año anterior, las exportaciones desde Colombia crecieron en un 51,8 %, y se cuentan más de ochenta empresas chinas grandes en Colombia, vistas las cifras en contexto, la realidad es muy distinta.

La relación comercial de América Latina con China alcanzó en 2018 los US$260.000 millones, donde vecinos más pequeños en cuanto a tamaño de su economía, extensión y población tienen un desempeño muy alto comparados con Colombia. Chile representa el 27 % del total exportado de la región a China, y Perú el 23 %, con una oferta exportadora mucho mayor que la colombiana. Las ventas a China desde Colombia están concentradas en un 89 % en petróleo y ferroníquel, mientras que las frutas, las flores y el café no están entre los productos más vendidos a China.

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Chile triplica la cifra de comercio con China si se lo compara con Colombia, y Perú casi lo duplica, lo cual contrasta con el hecho de que somos el tercer país más poblado de América Latina y la cuarta economía de la región.

Eso no se corresponde con el lugar que ocupamos en el vecindario respecto al comercio con China: somos su sexto socio comercial. La Alianza del Pacífico, lejos de ser el escenario propicio para acortar nuestra distancia con Asia Pacífico, evidencia aun más cuán lejos estamos de nuestros socios.

El comercio tiene una gran importancia en las relaciones con la que se erigirá oficialmente como la primera potencia mundial en 2020, pero no se debe desconocer que las relaciones académicas y el aprovechamiento de las oportunidades educativas tienen un efecto multiplicador y de gran impacto en el largo plazo.

Además, de las setenta becas que el Ministerio de Educación chino ofrece a Colombia, el año pasado solo hubo siete colombianos para adelantar estudios en ese país.

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En la clasificación que China elabora de las relaciones exteriores con cada país del mundo, Colombia está muy lejos de sus vecinos: desde hace varios años existen relaciones “estratégicas” con diez países latinoamericanos, y China sostiene relaciones elevadas a la categoría de “globales” con Brasil. Colombia está en el escalón más bajo de las relaciones: “Amistad y cooperación”.

Lo que Colombia ha crecido con China en materia de comercio, inversión y turismo no es fruto de la estrategia de Colombia, sino de la expansión e iniciativa de integración que ha implementado China con la región.

La política exterior de un Estado debe ser congruente y proporcional por lo menos con la superficie física, el tamaño de la economía y la dimensión demográfica de un país. Colombia, en términos reales, es uno de los países más ricos y con mayor potencial de la región, pero actúa con complejo de inferioridad en materia de política exterior. La proyección internacional debe ser parte integrante de su estrategia de desarrollo, no un elemento decorativo o dejado al arbitrio de los ires y venires de la política internacional. La época de la Guerra Fría culminó de facto en 1991, con la implosión de la Unión Soviética, y un mundo multipolar viene emergiendo, donde países en desarrollo como Colombia tienen todo qué ganar en ese escenario con múltiples socios. Hace falta que Colombia despierte a esa realidad para que no siga ocultando el sol con las manos.

* Profesora del Iepri, Universidad Nacional. dagomezdi@unal.edu.co