Con triunfo en las urnas, Erdogan es el hombre más poderoso de Turquía

Tras su triunfo en las urnas Recep Tayyip Erdogan espera reforzar su poder, gracias a una revisión constitucional que aumenta mucho las prerrogativas del presidente y cuyas principales disposiciones entrarán en vigor tras las elecciones.

-Redacción Internacional con información de AFP
24 de junio de 2018 - 07:55 p. m.
Recep Tayyip Erdogan recibió en las urnas el respaldo de los turcos.  / AFP
Recep Tayyip Erdogan recibió en las urnas el respaldo de los turcos. / AFP

El jefe de Estado de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, consiguió su objetivo de asumir todo el poder ejecutivo del país, al ganar por mayoría absoluta las elecciones presidenciales anticipadas.

Con el 90 por ciento de los votos escrutados, el político revalida su mandato con un 53 % de los apoyos, muy cercano al porcentaje que obtuvo en 2014 cuando accedió al cargo, según la agencia semipública Anadolu.

La oposición, por su parte, no está de acuerdo con el resultado del escrutinio, a su juicio manipulado, y asegura que Erdogan quedará al final por debajo del 50 por ciento, lo que haría necesaria una segunda vuelta el próximo 8 de julio.

A partir de ahora, Erdogan no solo será el jefe del Estado, sino también el del Gobierno, ya que con estos comicios entra plenamente en vigor la reforma constitucional de 2017, con la que se ha abolido la figura del primer ministro.

Ostenta así prácticamente todos los poderes en la República, dado que tiene, además, potestad de nombrar a gran parte de la cúpula de la Judicatura y puede incluso promulgar leyes por decreto, si bien el Parlamento tiene la posibilidad de anularlos.En 15 años Recep Tayyip Erdogan ha transformado profundamente Turquía. Ahora mide sus fuerzas para consolidar su poder e igualar en la historia al fundador de la República, Mustafá Kemal. 

Ni su paso por prisión, ni las monstruosas manifestaciones ni tampoco una sangrienta intentona golpista frenaron el irresistible ascenso del "rais" ("jefe"), como lo apodan sus más fervientes seguidores, que dirige el país con mano dura desde 2003.

A sus 64 años, Erdogan consiguió, en las elecciones generales de este domingo, un mandato presidencial hecho a medida, según una revisión de la Constitución que fue aprobada el año pasado.

Ver más: ¿Por qué elecciones anticipadas?

Sea cual sea el resultado de la votación, que se augura más reñida de lo previsto, Erdogan ya ha transformado profundamente Turquía a través de unos megaproyectos de infraestructuras y llevando a cabo una política exterior firme, que ha llegado a molestar a los tradicionales aliados occidentales. 

Para sus simpatizantes, sigue siendo, pese a las dificultades actuales, el hombre del "milagro económico" que hizo entrar a Turquía en el club de los 20 países más ricos del mundo, y el campeón de la mayoría conservadora, mucho tiempo desdeñada por una élite urbana y laica. 

Pero sus detractores acusan a Erdogan de protagonizar una deriva autocrática, en particular desde el intento de golpe de Estado de julio de 2016, al que siguieron unas purgas masivas. Opositores y periodistas también fueron detenidos, suscitando preocupación en Europa. 

Orador sin igual 

A menudo descrito en Occidente como un sultán insuperable, este nostálgico del Imperio Otomano es un temible animal político que ha ganado todas las elecciones desde que su partido, el AKP, llegara al poder en 2002. 

En sus mítines, despliega las cualidades de un orador sin igual que en gran parte han contribuido a su longevidad política, echando mano de referencias a poemas nacionalistas y al Corán para movilizar a las multitudes. 

Nacido en un barrio popular de Estambul, Erdogan se planteó hacer carrera en el fútbol -un deporte que practicó en una categoría semiprofesional- antes de meterse en política. 

Ver más: El rival de Erdogan

Aprendió todos los trucos en el movimiento islamista del ex primer ministro Necmettin Erbakan, antes de ser propulsado a la primera línea cuando fue elegido alcalde de Estambul en 1994.

En 1998 fue condenado a una pena de prisión por haber recitado un poema religioso, un episodio que no hizo sino reforzar su aura. 

Tomó la revancha en la victoria electoral del AKP -partido que cofundó- en 2002. Un año después, fue nombrado primer ministro, cargo que desempeñó hasta 2014, cuando se convirtió en el primer presidente turco elegido por sufragio universal directo. 

Casado y con cuatro hijos, Erdogan sigue siendo el político favorito de la mayoría de los turcos, el único capaz de "mantenerse firme" frente a Occidente y de guiar el barco a través de las crisis regionales, empezando por el conflicto sirio.

Sus virulentos discursos contra la "islamofobia" que gangrena, según él, Europa y sus posicionamientos a favor de los palestinos le han reportado una inmensa popularidad en el mundo musulmán. 

'La obra sobrevive' 

Pero desde las grandes manifestaciones antigubernamentales de la primavera de 2013, brutalmente reprimidas, también se convirtió en la personalidad política más criticada de Turquía, a causa de la deriva autoritaria e islamista que fue adoptando según sus detractores. 

Su poder vaciló a finales de 2013 cuando estalló un escándalo de corrupción contra su círculo más próximo. Erdogan denunció un "complot" y apenas se habló del caso. 

Ver más: El referendo de Erdogan 

Pero, en la noche del 15 de julio de 2016, el presidente turco tuvo que enfrentar su peor prueba, en forma de un sangriento intento de golpe de Estado. 

La imagen de Erdogan, esa noche, llamando al pueblo al rescate a través de la pantalla de un teléfono inteligente, con el rostro lívido, marcó a la gente. Tanto como su llegada triunfal al principal aeropuerto de Estambul de madrugada, anunciando la derrota de los golpistas. 

El presidente turco acusa al predicador Fethullah Gülen -antaño aliado suyo- de estar detrás de la intentona golpista, algo que Gülen niega. El golpe de Estado fallido dio lugar a purgas masivas. 

Ver más: ¿Quién es Fethullah Gulen? 

Adulado por sus simpatizantes y odiado por sus detractores, Erdogan parece estar no obstante convencido de que dejará una huella imborrable en la historia de su país. 

"Un hombre muere, pero su obra le sobrevive", repite a menudo el presidente, que ordenó la construcción de una gigantesca mezquita en Estambul. Como ya lo hicieron los sultanes mucho antes que él. 

Por -Redacción Internacional con información de AFP

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