Consulta popular en Venezuela: ¿El comienzo del fin para Maduro?

El plebiscito convocado por la oposición puede ser el detonante para empezar un proceso de transición. Los venezolanos salieron a votar alrededor del mundo.

Mateo Guerrero Guerrero
17 de julio de 2017 - 03:41 a. m.
Votantes en Caracas acudieron masivamente a la convocatoria de la oposición. / AFP
Votantes en Caracas acudieron masivamente a la convocatoria de la oposición. / AFP

A simple vista parecería que el chavismo recibió una cucharada de su propia medicina. En el artículo 350, con el que se cierra la Constitución que en 1999 se redactó bajo la administración de Hugo Chávez, aparece un llamado para que los venezolanos desconozcan a las autoridades que quieran atentar contra el orden democrático o los derechos humanos. En una de esas ironías que abundan en la política, la oposición, que lleva 18 años enfrentándose al chavismo, se agarró de ahí para convocar una consulta popular que, según ellos, no solamente es vinculante y constitucional, sino que también representa la “hora cero” del proceso que sacará a Nicolás Maduro del poder.

El gobierno nunca dejó de alegar que el proceso era ilegal porque, por un lado, la Constitución venezolana no contempla la figura del plebiscito y, por el otro, el Consejo Nacional Electoral (CNE), el ente estatal encargado de los procesos democráticos en el vecino país, no organizó la consulta que estuvo en manos de la oposición.

A pesar de la resistencia del régimen, cuando la jornada del domingo arrancó, una oleada de personas atendió el llamado de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) para decirle “sí” a las tres preguntas que buscaban poner en evidencia lo que, desde hace cuatro meses, los manifestantes no han parado de gritar en las calles: al régimen de Maduro le queda muy poco apoyo popular.

“Se le ha dado un viraje contundente a los hábitos de apatía o tibieza que han sido usuales. La reacción de la sociedad contra los desmanes de la dictadura de Maduro no tiene antecedentes”, decía en su columna dominical el historiador y académico Elías Pino.

Según Ronal Rodríguez, investigador del observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, uno de los primeros efectos del plebiscito puede venir de funcionarios públicos. Durante años, el chavismo ha presionado a los trabajadores del Estado para que se manifiesten a su favor en las urnas. “Extorsionaban a los votantes para que asistieran con el temor de que, si a la mesa electoral que les correspondía no llegaban todos los que tenían que llegar, o si allí ganaba la oposición, serían sancionados y perderían su trabajo. Lo que puede pasar ahora es que el sector público le pierda el miedo al chavismo y empiece a confrontarlo”, dice Rodríguez.

Ese miedo explica uno de los rasgos más curiosos de la consulta del domingo. Los cuadernillos de votación serán incinerados, lo que para el oficialismo es una razón más para dudar de los resultados de la consulta, mientras que para la oposición es una medida necesaria para que no se repita la historia de 2004, cuando el político chavista Luis Tascón filtró el nombre de personas que firmaron para convocar un referendo revocatorio contra Chávez. Durante años, las autoridades del régimen hojearon la lista para decidir si alguien merecía o no los beneficios y cargos del Estado.

La consulta también es un fuerte golpe a la legitimidad de la administración de Maduro. “Si la mayoría de los venezolanos empiezan a desobedecer al régimen, pueda haber un vacío de poder al que el oficialismo podría intentar reaccionar con las armas y con resultados bastante negativos. Lo que realmente puede pasar es que la consulta haga que el oficialismo entre de forma más sumisa a un proceso de negociación”, afirma Rodríguez, quien señala a la fiscal Luisa Ortega como uno de los ejemplos del creciente desacato que existe frente al régimen.

A través del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), afín al gobierno de Maduro, se trató de nombrar un reemplazo para la fiscal Ortega, una chavista de vieja data que se convirtió en uno de los grandes enemigos del régimen, porque no le ha temblado la mano para ordenar investigaciones contra sus copartidarios. La nueva vicefiscal, con la que el gobierno busca reemplazar a Ortega, llegó al punto de meterse en el baúl de un carro para poder entrar en las oficinas del Ministerio Público donde al resto de funcionarios, fieles a Ortega, le sigue impedido el ingreso.

Para Ronal Rodríguez, la consulta puede provocar una epidemia de desobediencia en Venezuela, pero es, sobre todo, una muestra de la tradición democrática de ese país. “Desde 1958 hasta hoy hay 14 eventos, entre levantamientos e intentonas de golpe, pero una de las constantes es que el país es prodemocrático. En Venezuela las medidas de facto no tienen resolución”. Esa precisamente es una de las lecciones que han fortalecido a la oposición en los últimos años.

“Aunque se critica su fragmentación, hoy la oposición sabe que el régimen no se va a derribar por la fuerza, sino a través de procesos que involucran a los ciudadanos en la reconstrucción del Estado. Eso les permite presentarse como la opción democrática”. En contraste, el analista dice que, a pesar de que antes de la muerte de su líder, el chavismo se preocupaba por ser percibido como una fuerza democrática, “hoy ocurre todo lo contrario. Están recurriendo a estrategias que limitan los espacios de participación y quieren construir una Constitución dictatorial”.

La oposición afirma que tras el plebiscito viene la “hora cero”, el comienzo del fin del gobierno de Maduro. Aunque se puede esperar un recrudecimiento en las protestas, e incluso una huelga general, el resultado más importante del plebiscito fue poner sobre la mesa la necesidad de establecer negociaciones para salir de la crisis. “Puede haber desencanto, pero la dirigencia (opositora) debe estar lista para replantear la lucha porque el capítulo que se abre es muy duro”, le dijo el analista Benito Alarcón a AFP.

Al cierre de esta edición, el 62% de las mesas habían sido escrutadas, pero todavía no había un consolidado de los resultados. Las imágenes de la jornada dejaron ver filas masivas que se formaron en las mesas. A diferencia de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente convocada por Maduro, los venezolanos que están fuera del país pudieron participar en el plebiscito de este domingo, lo que podría hacer muy difícil que el régimen iguale el número de votantes. Con esto sólo se puede esperar que en lugar de ver en los resultados de la consulta una excusa para tratar de borrar al chavismo, la oposición aproveche la oportunidad para sentar las bases del diálogo.

Por Mateo Guerrero Guerrero

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