Cuando Jesús multiplica los votos

El triunfo de un predicador cristiano en la primera vuelta presidencial de Costa Rica se suma a la tendencia: políticos emergentes, con votos y feligreses, que logran desequilibrar elecciones.

redacción internacional
06 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.
Fabricio Alvarado y la vicepresidenta Ivonne Acuña, presentadora del canal evangélico Enlace. / EFE
Fabricio Alvarado y la vicepresidenta Ivonne Acuña, presentadora del canal evangélico Enlace. / EFE
Foto: AFP - JORGE RENDON

Era un total desconocido, uno de los 13 candidatos que aspiraban a gobernar Costa Rica, pero que de acuerdo con encuestas y analistas, no tenía la menor oportunidad frente a los candidatos de los partidos tradicionales.

Fabricio Alvarado, predicador y cantante evangélico, sin embargo, obtuvo el 24,8 % de los votos y se convierte en el favorito para ganar la Presidencia de Costa Rica. ¿Cómo? La fórmula parece infalible: Dios, familia y rechazo a los homosexuales.

Hasta finales de diciembre del año pasado, Fabricio Alvarado (del partido evangélico Restauración Nacional) tenía apenas el 3 % de favorabilidad. Pero un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos –que determinó que las parejas homosexuales deben contar con los mismos derechos de matrimonio que una pareja heterosexual– prendió la campaña. Y Fabricio Alvarado capitalizó el voto al asegurar que, de ganar las elecciones, desconocería el fallo de la Corte.

También dijo estar en contra del aborto, la “ideología de género” y la promoción de programas de educación sexual en adolescentes. “De la mano de Dios lucharemos para que no se metan nunca más con la familia, no estamos dispuestos a impulsar una agenda LGBTI, quieren destruir los valores”, repetía; sus palabras eran replicadas por su vicepresidenta, Ivonne Acuña, presentadora del canal evangélico Enlace, uno de los más grandes y vistos de Latinoamérica.

Ver más: Los dos Alvarado de las elecciones en Costa Rica

A la televisión y a la radio (Enlace también tiene una red de emisoras) se le sumó una impresionante cadena de iglesias evangélicas que surgieron hace unos años en Centroamérica.

De acuerdo con el Programa Latinoamericano de Estudios Sociorreligiosos (Prolades), en Costa Rica hay 488 asociaciones evangélicas representadas en 3.752 iglesias alrededor de todo el país. Aunque el estudio reveló que la membresía en iglesias evangélicas prácticamente se duplicó en 13 años, también advierte que más de la mitad de evangélicos en Costa Rica no pertenece a una congregación.

“Es inédito, nunca en un proceso electoral un tema religioso había ocupado un lugar tan preponderante, al punto de opacar a otros como la crisis fiscal, la educación, desempleo o seguridad”, le dijo a BBC Eduardo Ulibarri, experto en procesos electorales.

La campaña (y el resultado) demostró el peso de la religión en el proceso electoral. “En Costa Rica se produjo una alianza entre grupos evangélicos y católicos y se reconfiguró el terreno político”, explicó Javier Sánchez, abogado de la Universidad Autónoma de Centroamérica.

Se refiere a que, por primera vez en años, para la segunda vuelta quedaron excluidos los dos partidos que dominaron durante décadas la vida política costarricense. La hegemonía ya había acabado en 2014 con el triunfo de Luis Guillermo Solís, actual mandatario, quien aseguró en su posesión: “Quiero un Estado secular, pero no uno sin Dios”.

Ver más: Discurso contra uniones homosexuales cambia la campaña electoral en Costa Rica

Pues a partir de este año no habrá forma de gobernar sin Dios, pues el partido evangélico Restauración Nacional, el mismo del pastor Fabricio Alvarado, que nunca tuvo más de un representante, ganó 13 escaños, convirtiéndose en la segunda fuerza política en el Congreso. El Partido Liberal Nacional sigue siendo mayoría con 15, según datos preliminares.

“Agrupaciones políticas tradicionales que han gobernado el país las últimas décadas no pudieron imponer a sus candidatos frente a partidos minoritarios, cuyo discurso religioso caló en sectores del electorado”, agregó Sánchez.

La nueva ola

La participación en elecciones de pastores evangélicos o de iglesias neopentecostales comenzó en Centroamérica hace varios años. En Guatemala, donde los evangélicos son el 62 %, Jimmy Morales (periodista, comediante y predicador) ganó la Presidencia en 2015.

“La participación pública de pastores y seguidores de iglesias evangélicas o neopentecostales en los procesos electorales viene creciendo. Se han vuelto una parte activa, con diversos niveles de protagonismo. Participan en elecciones –con candidaturas propias o pautadas– utilizando su poder simbólico y retórico para vincular las creencias de la fe a la elección de ofertas políticas, canalizando la desesperanza social de la población/feligreses y su enojo con los partidos políticos, de tal manera que combinan el poder de convicción de la predestinación religiosa con el discurso político de un porvenir moralizador y bíblico”, escribe Javier Calderón Castillo en un análisis del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).

Según informes de prensa, existen más de 19.000 nuevas iglesias evangélicas y neopentecostales en el continente, que organizan a más de cien millones de creyentes, es decir, una quinta parte de sus habitantes.

Actores políticos emergentes, con una fuerza de cohesión tan grande sobre feligreses activos políticamente, “que logran desequilibrar elecciones y son apetecidos por todas las formaciones políticas”, agrega Calderón.

Por eso no es de extrañar que en Brasil, el favorito, después de Lula da Silva sea otro pastor, el diputado brasileño Jair Messias Bolsonaro. En 2016 la Alcaldía de Río de Janeiro la ganó Marcelo Crivella, pastor de la Iglesia Universal del Reino de Dios, fundada en 1977 por su tío Edir Macedo, quien vende franquicias de su credo en Centroamérica y África, en donde (con el mismo éxito que en Latinoamérica) ganan feligreses y votos promoviendo la familia y el rechazo a la planificación o los homosexuales”.

En Colombia, la Iglesia evangélica fue clave en el plebiscito que buscaba la aprobación popular para ratificar el Acuerdo de Paz.

A ese poder electoral se le suma su poder económico. Como en muchos países no pagan impuestos y los pastores no rinden cuentas, los ingresos pueden usarse en actividades proselitistas. En Brasil mueven al año, en promedio, US$7 millones. En Argentina, Colombia y Centroamérica las cifras son similares.

“Al no ser auditados, los ingresos pueden destinarse a apoyar partidos políticos o las propias candidaturas de los pastores (...) Podríamos estar ante un escándalo de la misma magnitud que el de Odebrecht”, señala el análisis de Javier Calderón en el Celag.

Trump y Pence

El mismo Donald Trump es resultado del boom religioso. El empresario republicano eligió como su vicepresidente a Mike Pence, un evangélico ultraconservador, intransigente en asuntos como el aborto y el matrimonio homosexual. De acuerdo con cifras oficiales, Trump ganó gracias al voto rural y al religioso: un 81 % de los evangélicos votó al candidato republicano, frente a un 16 % que respaldó a Clinton.

Trump sigue cultivando sus votantes fieles. Se renueva parte del Congreso en noviembre: “En Estados Unidos, sabemos que la fe y la familia, no el Gobierno y la burocracia, son el centro de la vida. Nuestro lema es: ‘Confiamos en Dios’”, dijo el mandatario en su primer discurso del Estado de la Unión hace ocho días.

Una encuesta de Latinobarómetro señala que las últimas elecciones en EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania y Austria muestran una tendencia: los votantes toman decisiones basados en el mundo inmediato, en experiencias y creencias.

En Costa Rica el Tribunal Electoral recibió decenas de denuncias por supuesta intromisión de las iglesias en el curso electoral. Un video de Laura Moscoa, esposa de Alvarado, hablando en lenguas y dando testimonio de una supuesta curación milagrosa fue presentado como prueba. Las denuncias se archivaron y el pastor ganó, como dijo al conocer los resultados, “gracias al favor de Dios”.

Por redacción internacional

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