La Justicia italiana condenó a cuatro personas, entre ellas al empresario Gianpaolo Tarantini, y absolvió a otras tres en el proceso sobre posible incitación a la prostitución de las jóvenes que participaban en las fiestas del ex primer ministro Silvio Berlusconi.
La mayor pena recayó en el empresario y amigo de Berlusconi Gianpaolo Tarantini, que fue acusado de incitación a la prostitución con el objetivo de halagar al magnate y de ganar lucrativos contratos públicos, según medios locales.
Los cargos en su contra eran, entre otros, favorecimiento e incitación a la prostitución entre 2008 y 2009, ya que era la persona encargada de contactar con las jóvenes que asistían a las fiestas.
La actriz Sabina Began, llamada "la abeja reina" por las chicas que participaban en las fiestas conocidas como "Bunga Bunga" del líder de Forza Italia, fue condenada a un año y cuatro meses de prisión.
Los otros sentenciados son el relaciones públicas Peter Faraone, que deberá cumplir una pena de dos años y seis meses de cárcel, y el empresario Massimiliano Verdoscia, sancionado con tres años y seis meses.
Fueron absueltos el hermano de Tarantini, Claudio Tarantini, la modelo Francesca Lana y la finalista del concurso Miss Italia 1994 y actriz Letizia Filippi.
Además, el juez Luigi Forleo rechazó la petición de la defensa de la prostituta de lujo Patrizia D'Addario de recibir una indemnización en concepto de daños y perjuicios por el daño que ha sufrido su imagen pública.
El 9 de noviembre, la actriz Began confesó su amor por el exgobernante.
"He amado tanto a este hombre que habría hecho cualquier cosa por él", dijo Began entre lágrimas.
Según la Fiscalía, veintiséis chicas fueron reclutadas para participar en las fiestas privadas de Berlusconi.
El llamado caso "Escort" (acompañante íntima de lujo) salió a la luz en 2009 cuando D'Addario publicó las grabaciones de unas conversaciones una noche en la que tuvo relaciones con Berlusconi después de una fiesta.
En las grabaciones, se oía a un hombre que aseguraba ser Berlusconi decirle a D'Addario que le esperara en "una cama grande", mientras se daba una ducha.
Después de hacer público el escándalo, Berlusconi reconoció a los medios que no era "ningún santo".