Diario de una familia presa en Venezuela

Desde que el gobierno detuvo a su padre, los Ledezma hacen parte de los miles de venezolanos que exigen al régimen de Nicolás Maduro la libertad de sus presos políticos. Mientras él no tenga libertad, ellos lo acompañarán en el presidio.

Mariangela Urbina Castilla
06 de agosto de 2017 - 02:00 a. m.
Antonio Ledezma es el rostro más tradicional de la oposición. / EFE
Antonio Ledezma es el rostro más tradicional de la oposición. / EFE
Foto: AFP - JUAN BARRETO

Vanessa Ledezma tomó su celular muy temprano en la mañana, con la ansiedad propia de los últimos días. Hace siete años se fue a vivir a Italia con su esposo, aprovechando que ambos son mitad italianos, mitad venezolanos. Tan acoplada está a su vida allá, que, como le pasa a la mayoría de inmigrantes, a veces recuerda más rápido palabras del idioma prestado que del propio. En teoría, ese es su mundo: la tranquilidad italiana, sus dos niñas, la familia que ha construido lejos del resto de su familia. Pero ese no es su mundo. Su mundo sigue siendo Venezuela.

Por eso, en la mañana del 1° de agosto, tomó el celular con el temor de todas las mañanas, desde hace tres meses, cuando se desataron las protestas en contra del gobierno de Nicolás Maduro. Y se encontró lo que temía, la razón de la ansiedad: su papá había sido capturado, de nuevo. Ella lo dice así: “a mi papá lo secuestró por segunda vez la dictadura”.

Vanessa Ledezma se enteró como el resto del mundo de lo sucedido: a través de un video en redes sociales que, a esa hora, ya tenía miles de reproducciones y compartidos. Las imágenes le revelaban que Antonio Ledezma, su papá, quien fue elegido dos veces como alcalde de Caracas, y el único líder opositor de vieja data que le queda a Venezuela, había sido sacado de su casa, a medianoche, por hombres del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).

El 19 de febrero de 2015, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), cuyos magistrados han fallado históricamente a favor del chavismo, acusó a Antonio Ledezma de conspirar contra el gobierno y a pesar de ser civil, lo trasladaron a la cárcel militar de Ramo Verde. De acuerdo con las versiones del chavismo, Ledezma había sido la cabeza de la Operación Jericó. Según ellos, este era un plan orquestado por la derecha para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro en el 2014. Diosdado Cabello, segundo al mando en el poder venezolano, aseguró en su momento que Ledezma era el “estratega” de la oposición.

En mayo de 2015, una hernia inguinal puso al “papá de los opositores”, como lo definen sus hijos, en una sala de cirugía. En vista de las complicaciones de salud, el gobierno le entregó el beneficio de casa por cárcel. Y en su casa estuvo, hasta el pasado lunes.

Pero no es un asunto reciente que el exalcalde de Caracas esté en la mira del chavismo. Cuando ganó por primera la alcaldía, en el 2008, Chávez se inventó una figura administrativa llamada “jefe de gobierno de Caracas”, que básicamente se quedaba con todos los poderes y, de paso, con el palacio de gobierno. A Ledezma le tocó agarrar su carro y gobernar desde allí, mientras le daba vueltas a la manzana, alrededor de la sede de la alcaldía. En el 2002, también con Chávez al mando, el gobierno lo acusó de haber respaldado el paro petrolero y el golpe de ese mismo año, argumentando que se le había visto en la plaza Altamira apoyando a los militares golpistas.

Sin embargo, en el video difundido el lunes pasado, el que vio su hija Vanessa a la distancia, no se ve nada de eso. Lo que se ve es un hombre desarmado, de 62 años, en una pijama azul, que grita auxilio y que es arrastrado por varios hombres, esos sí armados hasta los dientes. Una vecina escucha el estruendo y sale en su defensa: “se están llevando a Ledezma”, grita. “Dictadura, opresión”. “Vecinos, vecinos, se están llevando a Ledezma”. Varios vecinos le hacen caso, salen a su encuentro y graban con sus celulares. El video genera conmoción en internet.

Al enfrentarse a esas imágenes, Vanessa Ledezma busca a su esposo, asustada en principio. Después, llama a su hermana Oriette en España y a su hermano Víctor en Venezuela y descubre cuál es el paso a seguir: “nunca me había interesado realmente en la política. Pero con todo lo que está pasando, me he tenido que lanzar al ruedo”. Es más, cuando era una niña y su papá les llamaba a la atención a las personas que botaban la basura por fuera de la caneca, teniendo la caneca al lado, Vanessa sentía pena. “La típica pena de niña”, dice. Ahora, todo cobra sentido para ella.

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“Son momentos y días dramáticos, pero no sólo los vivimos nosotros, sino todos los venezolanos, los que se sacrifican todos los días. Escuchas los disparos, no tienes alimentos, no tienes medicina. Entonces hay que hacerlo, no solo para defender a mi papá, sino a todos los presos políticos y a toda Venezuela”, dice la hija de mayor de Ledezma, quien desde Italia se puso la camiseta de pelear por la defensa de los derechos humanos en su país.

Solo en el fin de semana de las votaciones de la Asamblea Nacional Constituyente, propuesta por Maduro, 96 personas fueron arrestadas en las protestas contra dicha medida. Según la organización Foro Penal, ONG que se encarga de sistematizar estos casos y brindarles asesoría jurídica a las víctimas, la mayoría de estas detenciones están marcadas por la ausencia de juicios, de pruebas y por un uso desmedido de la fuerza. Muchos de los detenidos sufren torturas físicas y psicológicas.

En efecto, crónicas de Foro Penal están plagadas de personas que nunca estuvieron donde las autoridades dicen que estuvieron, madres desorientadas a quienes nadie les da información certera, y estudiantes que salieron un día a marchar por lo que creen y no volvieron a la casa, porque alguien los golpeó en medio de la confusión de humo. Cuando despertaron, estaban metidos en una celda, sin ninguna claridad sobre su futuro inmediato. Esos son, según Foro Penal, los presos políticos en Venezuela. Y a ellos se suman los dos rostros fuertes de la oposición: Leopoldo López, el rostro de la nueva camada, y Antonio Ledezma.

“Nos dijeron que mi papá estaba en Ramo Verde, pero no han dejado entrar ni siquiera a sus abogados. No podemos verlo y responsabilizamos a la dictadura de lo que pueda pasarle”, había dicho Vanessa Ledezma el jueves pasado, enfrentándose así a la angustia que, según foro penal, le es común a la mayoría de los familiares de presos políticos: no saber qué hacer, ni a dónde ir, ni a quién acudir. Según Alfredo Romero, director de esta entidad, “la justicia en Venezuela es administrada por el Estado”.

“Nosotros sospechábamos lo que se podía venir”, dice Víctor Ledezma, otro de los hijos. “Por las declaraciones del régimen cada día más violentas, también por el video que hizo mi padre cuestionando la Constituyente, nos estábamos preparando”. Un día después de las votaciones, que según el Consejo Nacional Electoral (CNE) dejaron 8 millones de votos aprobando la medida, Antonio Ledezma publicó un video en donde decía que la Asamblea era una “fraude más que cantado”.

No fue el único. En el mundo, 14 países manifestaron que no reconocían dichos resultados, al ser el CNE una entidad cooptada por el gobierno. No obstante, Ledezma también le dedicó buena parte de su discurso a invitar a la oposición a reconocer sus propios errores y a unirse para lograr su objetivo. “Mi padre es el hombre que siempre ha estado ahí, dando consejos e invitando a la unidad”, dice Vanessa Ledezma.

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Sin embargo, sorpresivamente, Antonio Ledezma fue de nuevo puesto en arresto domiciliario el viernes pasado.

Salió de Ramo Verde en perfecto estado, levantando el brazo. “Está bien, no fue torturado”, dijo su hija Oriette en el momento de la liberación. “Durante estos 22 meses, toda la familia, todos, hemos estado presos junto a él. No somos los únicos. Muchas familias viven lo mismo en Venezuela”.

Sin embargo, para los Ledezma, esto va más allá de su papá, va más allá de los presos políticos. Dice Vanessa Ledezma: “Exigimos elecciones generales ya. No queremos más muertes en Venezuela. No solo nosotros. Es que no somos nosotros. Es el pueblo que lo pide en las calles”

Por Mariangela Urbina Castilla

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