EE.UU: un preso se salva de la inyección letal por el mal estado de sus venas

La primera vez que Alva Campbell fue detenido ocurrió en 1997, por asalto a mano armada

EFE
15 de noviembre de 2017 - 09:30 p. m.
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Alva Campbell, recluído en un centro penitenciario de Ohio, se salvó de ser ejecutado por sus venas. Después de varios intentos, las personas encargadas de administrarle la inyección letal, no pudieron pudieron ponerle un cateter ni en los brazos ni en las piernas. 

Las autoridades penitenciarias ya estaban advertidas. Campbell, un hombre blanco de 69 años, tiene un delicado estado de salud con una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y sus abogados habían advertido de que la ejecución podía generar problemas.

También necesita un caminador para desplazarse y depende de una bolsa de colostomía, según su abogado.

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Los verdugos del Centro Correccional del Sur de Ohio (Lucasville) trataron de insertar líneas intravenosas en ambos brazos de Campbell y en una de sus piernas, pero tras 25 minutos decidieron suspender la ejecución.

El director de Departamento Correccional y de Rehabilitación de Ohio, Gary Mohr, justificó el fracaso de la operación argumentando que el estado de las venas de Campbell ha cambiado desde que fueron examinadas el martes.

En algunas ocasiones, los presos no toman líquidos durante las horas previas a la ejecución para deshidratarse y dificultar el hallazgo de una vena.

El gobernador de Ohio, John Kasich, tendrá que decidir ahora si reprograma la ejecución o deja que Campbell termine sus días en el corredor de la muerte.

Esta es la tercera vez en la historia reciente de Estados Unidos en que un procedimiento con este se echa para atrás. En 2009, por ejemplo, Ohio suspendió la ejecución de Romell Broom por el mismo motivo tras unas dos horas buscando una vena. La ejecución de Broom está ahora prevista para junio de 2020.

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Campbell ya era un viejo conocido de la Justicia cuando fue detenido en 1997 por un robo a mano armada.

Había cumplido 20 años de cárcel por asesinar a un hombre en un bar en 1972, y desde 1992 gozaba de libertad condicionada.

Una vez detenido, Campbell fingió sufrir parálisis corporal para ser trasladado a los juzgados en una silla de ruedas. Una vez ahí, redujo a la agente del sheriff que le custodiaba y le robó el arma, consciente de que una nueva condena significaba cadena perpetua, aunque fuera por robo.

En el estacionamiento de los juzgados, Campbell asaltó al joven Charles Dials, de 18 años, que había acudido a pagar una multa de tráfico.

Campbell obligó a Dials a conducir durante unas dos horas hasta que decidió matarlo de un disparo en la cara. Fue detenido tras el asesinato y condenado a muerte un año después.

Por EFE

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