Publicidad

El Brasil que Bolsonaro se niega a ver

Jair Bolsonaro adoptó un nuevo sistema de conteo de casos y víctimas de COVID-19 en Brasil. En el país lo acusan de querer esconder las cifras reales para invisibilizar a los muertos. Si la información no es transparente, los hospitales se ven damnificados, pues así no pueden tomar las acciones adecuadas para atender la crisis.

Camilo Gómez Forero
08 de junio de 2020 - 02:00 a. m.
En medio de la pandemia, Brasil vive un estallido de protestas contra el racismo y la gestión de Jair Bolsonaro.
En medio de la pandemia, Brasil vive un estallido de protestas contra el racismo y la gestión de Jair Bolsonaro.
Foto: Agencia AFP

Desde el inicio de la pandemia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se convirtió en una especie de mimo que persigue a Donald Trump e imita cada uno de sus movimientos. Cuando el presidente estadounidense dijo que el coronavirus era una pequeña gripe, Bolsonaro lo copió de inmediato. También replicó su defensa sobre la hidroxicloroquina, el fármaco que fue descartado para tratar el COVID-19. Calcó su estilo personal y emprendió una batalla contra la prensa y los gobernadores locales. Mientras el primero dice que es “hora de trabajar”, el segundo ha dicho que “Brasil no puede parar”.

Solo era cuestión de días para que, siguiendo los pasos de Trump, el ultraderechista brasileño amenazara con abandonar la Organización Mundial de la Salud. El viernes, finalmente, dio un ultimátum. Y ahora que han comenzado las protestas contra el racismo, como en Estados Unidos, el presidente brasileño también amenazó con usar la Fuerza Nacional de Seguridad para reprimirlas. Bolsonaro se convirtió en la sombra de Trump buscando su simpatía, pero sus movimientos han generado que incluso el mandatario norteamericano lo vea con desconfianza.

“Si miras a Brasil, ellos están en una situación muy complicada. Si nosotros hubiéramos actuado así hubiéramos perdido un millón, un millón y medio, quizás hasta dos millones de vidas más”, reprochó Trump durante una conferencia. Ante la dramática situación en Brasil, el mandatario estadounidense vetó la entrada a Estados Unidos de viajeros procedentes del país sudamericano. Su declaración evidencia una pequeña pero notoria fractura en las relaciones entre los dos gobiernos. Bolsonaro, sin embargo, minimizó las críticas y se limitó a decir que Trump era su amigo, “su hermano”, y que espera que sea reelegido.

Jair Bolsonaro es el negacionista de la pandemia por excelencia. Al igual que Trump, el presidente brasileño culpó a los gobernadores locales de la tragedia, pero se resiste a reconocer que existe una crisis; sin embargo, los números lo contradicen. La semana pasada, Brasil registró una muerte por minuto a causa de COVID-19. Con ello, el país registró un total de 36.078 muertos por el virus hasta el pasado domingo, además de 678.000 casos confirmados. El 80 % del territorio tiene casos de contagio, y se estima que el 67 % de las pruebas realizadas entre los ciudadanos han dado positivo, uno de los números más altos del mundo.

El presidente Bolsonaro está al frente de un país que se niega a ver, y ahora, continuando con su negacionismo, formuló un cambio en el sistema de recuento de casos, una acción que sus contradictores ven como una forma del gobierno para invisibilizar a los muertos. El sábado, el recién nombrado secretario de Ciencia, Tecnología e Insumos Estratégicos, Carlos Wizard, anunció la aplicación del nuevo método de conteo con el cual el gobierno ya no publica el número total de casos ni de muertes, sino un reporte diario, que, hasta el momento, da cifras más bajas de las que se presentaban hace cuatro días.

Según dijo Wizard en una columna en O Globo, las estadísticas anteriores fueron “fantasiosas”, “manipuladas” y habían sido “infladas” por los gobernadores, que buscaban más recursos del gobierno federal. Este cambio de fórmula proclamado por el gobierno de Bolsonaro, el cual se venía gestando desde el miércoles, despertó preocupación a escala nacional e internacional. El Consejo Nacional de Secretarios de la Salud de Brasil comunicó que este era un intento “autoritario, insensible, inhumano y antiético de invisibilizar los muertos por COVID-19”.

“Desde una perspectiva de salud, esta es una tragedia. No dar la información hace que el Estado sea más dañino que la enfermedad”, dijo Luiz Henrique Mandetta, exministro de Salud de Brasil, quien además recordó que durante el régimen militar en Brasil también hubo un “apagón informativo” durante el brote de meningitis.

Los análisis estadísticos ya eran difíciles, porque los expertos han encontrado inconsistencias en los datos de las instituciones públicas. La información, como en muchas naciones, está incompleta. Se teme que, ante la falta de pruebas de forma generalizada, algunas muertes por COVID-19 hayan sido atribuidas a otras causas, como neumonía e insuficiencia respiratoria. Y es por ello que este golpe socava aun más la confianza en el registro brasileño.

Para los médicos de Brasil, este es el preámbulo de una crisis mayor, pues la falta de datos dificulta la respuesta en hospitales y centros de atención. “Tengo la sensación de que nuestro país está viviendo una tragedia, y que esta tragedia será mucho más severa para los más pobres”, advierte el reconocido oncólogo brasileño Drauzio Varella al diario The Guardian.

Desde la rama Judicial también llegaron varios reclamos. “La manipulación de estadísticas es una maniobra de regímenes totalitarios”, dijo Gilmar Mendes, jueza de la Corte Suprema. El presidente de la Cámara Baja del Congreso, Rodrigo Maia, también se quejó del cambio. “El truco no eximirá su responsabilidad por el eventual genocidio”, advirtió. Mientras que el portal de la Universidad Johns Hopkins, una de las fuentes más confiables sobre el conteo de datos del coronavirus en el mundo, se vio obligado a retirar a Brasil de su conteo global de casos, aunque luego este quedó restablecido el domingo. La Fiscalía de Brasil le dio, el domingo, un plazo de 72 horas al Ministerio de Salud para explicar la decisión de modificar la metodología de divulgación y las omisiones de datos en los informes.

Para Varella, Brasil tuvo tiempo de prepararse para la pandemia, pero no lo hizo , y cuando el virus llegó a su territorio, las medidas de contención fueron insuficientes, pues fueron torpedeadas a su vez por el gobierno central.

“No es que tengamos un debate ideológico. No. El presidente simplemente ha estado saliendo a las calles todos los fines de semana para atraer multitudes, sin máscara y desafiando la necesidad de aislamiento. Esto se ha convertido prácticamente en una política del gobierno”, dijo Varella al diario inglés.

A diferencia de Trump, que minimizó su tono frente a la pandemia en las últimas semanas, Bolsonaro continuó asediando a sus contradictores y alentando a sus seguidores a continuar con sus vidas sin ninguna precaución. El presidente de Brasil ha buscado imitar a su par estadounidense, pero sin tener en cuenta que no dirigen el mismo país. Mientras que Estados Unidos soltó un paquete de estímulo económico por más de US$2 billones para contener la crisis económica, en Brasil el gobierno no se puede dar el mismo lujo, pues su capacidad es mucho más limitada. Ahora con este golpe a la transparencia, Brasil enfrenta días más oscuros.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar