El chavista que le puede quitar la presidencia a Maduro

Expresidente de PDVSA, excanciller y exembajador en Naciones Unidas, hoy es acusado de corrupción. Le dice a Maduro que no insista en mantenerse en el poder.

redacción internacional
23 de enero de 2018 - 03:00 a. m.
Rafael Ramírez, uno de los hombres que Hugo Chávez contempló como su sucesor, cayó en desgracia con el chavismo. / AP
Rafael Ramírez, uno de los hombres que Hugo Chávez contempló como su sucesor, cayó en desgracia con el chavismo. / AP
Foto: AP - Ariana Cubillos

“Yo reto al presidente Maduro a que me dé garantías para volver (...). Si yo vuelvo al país, reto a Maduro a unas primarias libres, con garantías, para definir (...) quién será el candidato del chavismo (...). Puedo ser yo, puede ser otro compañero o compañera, pero creo que no puedes ser tú”. Con estas palabras, escritas en una columna en el portal Aporrea, Rafael Ramírez le declaró la guerra a Nicolás Maduro y su entorno.

Ramírez, otro de los tantos chavistas caídos en desgracia con Maduro y su círculo de poder (Diosdado Cabello, Cilia Flores, Tareck El Aissami, Jorge Arreaza y los hermanos Rodríguez), por criticar las fallas de la actual administración, está convencido de poder “salvar” lo que queda de la Revolución.

Chávez le tenía fe. Tanto que Ramírez fue durante varios días el elegido del comandante para sucederlo. Cuentan que en su lecho de enfermo en Cuba, el presidente venezolano pensó que Ramírez tenía todas las características para ocupar Miraflores en su ausencia. Pero su falta de empatía con el resto del chavismo le hizo perder la designación frente a Nicolás Maduro.

La noche del 8 de diciembre de 2012, Chávez anunció su decisión: “Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que ante mi ausencia ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela”. Justificó su decisión describiendo a Maduro como “un revolucionario a carta cabal, un hombre con gran experiencia a pesar de su juventud, con una gran dedicación al trabajo y una gran capacidad para la conducción de grupos”.

Ahí estaba. Ramírez no tenía (ni tiene) aceptación dentro una parte del chavismo, que desde tiempos del comandante lo acusaba de oportunista y corrupto. Chávez siempre lo defendió e incluso fue uno de los cuatro hombres a los que el presidente fallecido admitió a su lado en las últimas horas de su enfermedad. 

Hoy, sin su defensor de cabecera, Ramírez vuelve a ser señalado. El fiscal general, Tarek William Saab, vincula al exfuncionario con tramas de corrupción que habrían costado a PDVSA US$45.000 millones. Una acusación que la oposición le hizo durante años. Sus cuentas son abultadas, es pragmático y conserva poder en algunos círculos venezolanos.  

La purga de PDVSA por corrupción ya llevó a los dos sucesores de Ramírez, cercanos suyos, a la cárcel. Ahora van por él. Ramírez no se calla. Dice que Maduro es culpable de la actual crisis de la estatal petrolera porque no implementó a tiempo las medidas necesarias. Menciona un plan de 18 puntos que, asegura, contaba con la aprobación de Chávez, para dar una vuelta de timón a la política económica, pero Maduro lo desechó. “El que traiciona a la Revolución se seca. Hay candidatos por ahí loquitos por lanzarse por el barranco de la traición. Échale pierna, mi compadre, lánzate, que te espera el basural de la historia”, afirmó Maduro.

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En su último artículo, Ramírez deja claras sus aspiraciones presidenciales. Quiere desafiar a Maduro en las urnas porque, dicen, cuenta con el apoyo de la familia de Chávez, especialmente Adán, el mayor del clan. Por su trabajo en Nueva York se ganó el respeto de la favorita del presidente fallecido, María Gabriela Chávez, embajadora alterna en la ONU.

Sabe seguir órdenes

Rafael Ramírez, graduado como ingeniero de la Universidad de los Andes, siempre militó en la izquierda. En las aulas conoció a Adán Chávez, quien se lo presentó a su hermano, Hugo. Desarrolló una buena relación con Alí Rodríguez Araque, quien lo precedió en PDVSA.

En el último año de su carrera universitaria empezó a trabajar en la petrolera estatal, pero no duró mucho tiempo. Se fue a trabajar a Estados Unidos y Francia, pero regresó a Venezuela en 1995. Empezó a trabajar con Chávez después del golpe de Estado de 2012, como ministro de Energía y Minas. Después, Chávez le encomendó la dirección de PDVSA, en donde se convirtió en la mano derecha del comandante. De hecho ha sido el ministro con más tiempo duró al servicio de la Presidencia. 

Dicen quienes lo conocen que su mejor cualidad es que “sabe cumplir órdenes”. Su trabajo con el comandante lo confirma: convirtió a PDVSA en el brazo financiero de la Revolución. Ahí estuvo diez años, hasta que Maduro lo despojó de todo el poder económico por los cambios que planteó. Lo nombró canciller en 2014 y tres meses después lo mandó a Nueva York como embajador de Venezuela ante Naciones Unidas. En diciembre pasado, Ramírez renunció a este cargo por pedido de Maduro. Hoy nadie sabe su paradero, pero informaciones de prensa hablan que está en Mónaco. Otras, dicen que su destino es Ecuador. 

Nunca formó parte del círculo de Maduro. Según dijo en una entrevista a la revista Panorama, Maduro solicitó su salida como presidente de PDVSA desde el comienzo. "No tuvo nada que ver con mi desempeño, fue algo que él quería hacer. Yo le dije que si iba a hacer lo que Capriles quería hacer, ahí empezó una tensión, unas diferencias, pero me mantuve en mis responsabilidades", indicó en entrevista a Panorama

Cuenta el diario El Nacional que Ramírez ha dicho que las diferencias se originaron desde que el fallecido Hugo Chávez se enfermó: "Había discutido con el presidente Chávez de que la situación económica venía muy mal (...) Hablamos con Giordani, con Merentes sobre el tema de la deuda, sobre los problemas que nos agobiaban", relató.

¿Alejado por sus críticas? Él está convencido de eso. “Guardé silencio al respecto por un tiempo, dos años, para permitir que la nueva dirección de la empresa y de la política petrolera avanzara, sin interferencias de ningún tipo (...). Hoy exijo respeto. No puedo aceptar que se me descalifique o tilde de cualquier cosa sólo porque opino cumpliendo con mi deber de revolucionario”, dijo.

Maduro le responde: “A veces hay unas vanidades allí, unos egos que cuando se inflan, revientan. No, compadre, aquí todo lo que se recuperó fue gracias a Hugo Chávez. Más nadie. A buen entendedor, pocas palabras”.

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Dentro del chavismo, diferir no está permitido. Rafael Ramírez, la exfiscal Luisa Ortega, el exministro de Economía Jorge Giordani, Luis Miquelena y Luis Baduel son apenas unos ejemplos. “Si insistes en mantenerte en el poder, a costa de lo que sea, se puede producir una fractura histórica en nuestro movimiento y nuestro país será presa de un largo y continuado proceso de desestabilización y caos”, dice Ramírez en su más reciente artículo.

 

Por redacción internacional

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