El Espectador le explica: ¿Qué es el Foro de Sao Paulo y por qué todos hablan de eso?

En la antesala de las multitudinarias marchas convocadas para el próximo 21 de noviembre, muchos líderes de opinión se han referido al Foro de Sao Paulo. Acá le contamos de qué trata y por qué se ha hablado tanto sobre este asunto. El Espectador le explica.

- Redacción Internacional
19 de noviembre de 2019 - 12:09 a. m.
El Foro de Sao Paulo se conformó en en 1990 luego de la caída del Muro de Berlín como una estrategia del Partido de los Trabajadores en Brasil (PT) y de su líder más representativo, Lula Da Silva. / Wikimedia Commons
El Foro de Sao Paulo se conformó en en 1990 luego de la caída del Muro de Berlín como una estrategia del Partido de los Trabajadores en Brasil (PT) y de su líder más representativo, Lula Da Silva. / Wikimedia Commons

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y con la posibilidad de la caída de la Unión Soviética en un futuro cercano, los partidos y movimientos de izquierda en Latinoamérica buscaban reunirse con el objetivo de debatir sobre el futuro de la geopolítica global e intercambiar ideas sobre las consecuencias de la entrada del neoliberalismo en la región. Por ello, en 1990, el Partido de los Trabajadores de Brasil fundó el Foro de Sao Paulo, un espacio pensado para discutir estas problemáticas y articular los esfuerzos y las comunicaciones que estos grupos tenían en cada país. Este fue integrado por partidos y movimientos políticos, organizaciones sociales, dirigentes comunitarios, líderes sociales, campesinos e indígenas afines a la izquierda de América Latina.

Al primero de estos encuentros, en 1990, asistieron todos los partidos comunistas, guerrilleros marxistas, sindicalistas y de izquierda de la región. Como explica la politóloga guatemalteca, Gloria Álvarez Cross, con ello “si tú eras comunista en lugar de agarrar un fusil e irte a la montaña podrías formar tu partido presentarte a elecciones y que la gente te votara”. Fue entonces una alternativa para los nuevos movimientos políticos, una plataforma en la que los partidos de izquierda de cada país recibían apoyo de sus pares en la región y se diseñaban agendas de trabajo conjunto, como lo hacen otras organizaciones políticas en el mundo. Desde entonces los miembros del foro se han reunido de manera anual, con la excepción de algunos años. Le recomendamos: Paro nacional del 21 de noviembre: puntos y recorridos

El foro, sin embargo, es más un espacio de discusión política y académica de carácter abierto, que no tiene poderes vinculantes con los distintos gobiernos que hacen parte ni está reconocido como una organización de Estados, como la Organización de Estados Americanos. Por ello, solo había destacado como un espacio de intercambio de ideas y experiencias, más no como uno en el que se tomaran acciones coordinadas, hasta ahora.

Tres décadas después de su origen, el Foro de Sao Paulo vuelve a ser noticia por una teoría conspirativa que indica que desde allí se ha promovido una ola de protestas en toda la región y que, incluso, se ha pagado para promover la violencia dentro de las manifestaciones  sociales.

Varios líderes de opinión de todos los países de América Latina, en medio de la confusión, el caos y el desorden, han adjudicado la autoría de los levantamientos sociales en países como Chile, Ecuador y ahora Colombia a una estrategia de los miembros del Foro de Sao Paulo. Lo hicieron los presidentes Lenín Moreno (Ecuador), Sebastián Piñera (Chile), e incluso el senador Álvaro Uribe Vélez en Colombia. Como explica el periodista Moisés Naim, a medida que surgen estos movimientos en Latinoamérica se abre un debate sobre si estos son un contagio o una conspiración. Para él, “Nicolás Maduro dio claramente la señal de que era una conspiración, que el Foro de Sao Paulo había hecho un plan y que lo estaban ejecutando tal como lo habían pensado”, sin embargo, recalca que eso es muy poco creíble y que “no es verosímil que hayan sido ellos quienes dispararon todas estas protestas a la vez en diferentes países”.

Como apunta Benajmin Tripier en un artículo de Infobae, “cuando nadie reclamó la autoría de la violencia (desata en las últimas semanas), lo natural fue asignársela al gobierno chavista, quienes de cierta forma la estaban asumiendo cuando hablaban de las “brisas bolivarianas que se convertirán en huracanes”. Al estallar las crisis en Ecuador y Chile, Maduro declaró que era un efecto de las “brisas bolivarianas”, como calificó a un supuesto resurgimiento de la izquierda, y alimentó las hipótesis de que él era el responsable de la inestabilidad. Pero este discurso también puede obedecer a una estrategia del gobernante mucho más realista: a Maduro le queda muy poco campo de operación, y esta puede ser su manera de hacer ver que todavía cuenta con poder.

“La dinámica de Maduro es esa. En este momento su poder de facto es cuestionable, entonces lo único que puede hacer es provocaciones, porque no tiene más credibilidad de facto y busca generar esas condiciones que sean inestables”, recalca el politólogo Germán Campos-Herrera, investigador de la Universidad de Diego Portales de Chile.

No hay pruebas consistentes de que se haya tejido una estrategia para sembrar el caos en la región desde el Foro de Sao Paulo. En cambio, hay hechos sólidos que ponen en duda la veracidad de esta teoría, pues, paradójicamente, tras la “primavera latinoamericana” de 2019 el único gobierno que ha caído es el de Evo Morales, uno de los integrantes y líderes del foro.

El discurso sobre el Foro de Sao Paulo tiene un fin común en todos los líderes de la región: deslegitimar la protesta y culpar a un agente externo de los problemas internos que, en todos los casos, son irrefutables. Luego de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acusó al Foro de Sao Paulo de patrocinar las manifestaciones, el Partido de los Trabajadores, fundador del espacio, apuntó en un comunicado que “atribuir al Foro de Sao Paulo no es solo una desinformación, es una falta de respeto a la autonomía del pueblo y, más aún, una acusación criminal. Ni siquiera el ultraliberal Piñera pudo usar este argumento para tratar de descalificar la ola de protestas”, dice la nota.

Los análisis sobre los detonantes y efectos de los levantamientos en la región de este año todavía son muy precarios. Sin embargo, es difícil ignorar la realidad en la que está sumergida Latinoamérica. Aunque en las últimas dos décadas la mayoría de los países han tenido avances económicos, la clase media que surgió todavía es inestable y marginada de los procesos decisorios de los gobiernos. Más que una conspiración del Foro de Sao Paulo se trata de la ira hacia los gobiernos y la incertidumbre porque estos adopten medidas que perjudiquen a la clase media. Y, como explica Naím, un poco de contagio.

“Creo que el contagio es importante, hay algo llamado el ‘efecto demostración’, que es el que tiene sobre la conducta humana ver cómo otros hacen ciertas cosas y qué consecuencias tienen. Eso motiva a que la gente imite y replique dicha conducta. Creo que hubo contagio, que hubo un ‘efecto demostración’ global porque vieron lo que pasaba en Barcelona, en Beirut, en Hong Kong. Yo no comparto que haya una gran conspiración inicial, creo más bien que hubo una ebullición espontánea”, dice Naim.

 

Por - Redacción Internacional

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