El juez Claudio Bonadio, a la caza de Cristina Fernández de Kirchner

El apodado “juez pistolero”, Claudio Bonadio, citó de nuevo a la exmandataria argentina a declarar por la “causa de los cuadernos”. Por primera vez, el polémico magistrado tiene contra las cuerdas al kirchnerismo en una pelea de larga data.

Camilo Gómez Forero
03 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
 El pasado 13 de agosto Cristina Fernández de Kirchner se presentó por primera vez a declarar por su presunta participación en una red de sobornos durante su mandato. / AP
El pasado 13 de agosto Cristina Fernández de Kirchner se presentó por primera vez a declarar por su presunta participación en una red de sobornos durante su mandato. / AP

Pocas veces la figura de un juez adquiere tanto protagonismo como la del argentino Claudio Bonadio. Le pasó a John Sirica en Estados Unidos cuando condujo a la implicación del presidente Richard Nixon en el escándalo de Watergate; razón por la que fue elegido como personaje del año de la revista Time. En Brasil, al juez Sérgio Moro lo trataron como a un superhéroe luego de destapar la red del Lava Jato, por la que cayeron Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff; hasta levantaron monumentos en su nombre. Pero al contrario de los otros personajes, a Bonadio nadie lo ha glorificado hasta el momento. Su polémico pasado lo ha alejado de la mitificación, a pesar de liderar la investigación de la causa de los cuadernos, una de las más importantes de la última década en Argentina.

Claudio Bonadio comenzó su carrera en el poder judicial en septiembre de 1992 como secretario legal y técnico. En 1993 pasó a ocupar un cargo como juez federal de primera instancia en el gobierno del presidente peronista Carlos Menem, quien controvertidamente fue el encargado de ampliar la cantidad de jueces ese mismo año. En 1996, Domingo Cavallo, opositor de Menem, destapó el escándalo de los jueces de la servilleta, una lista escrita a mano por Carlos Corach, ministro del Interior, en la que enumeraba a los jueces que estaban a favor del gobierno de Menem y que colaboraban en un sistema de corrupción. Ahí apareció el nombre de Bonadio. Aunque la mayoría de jueces fueron apartados de sus funciones, él se mantuvo, pero esa mancha nunca se la quitó.

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Algunos sectores acusan al juez Bonadio de favorecer las causas del gobierno. “Pasó de estar en la servilleta de Corach al iPhone 7 de Macri”, dice Máximo Kirchner, hijo de los expresidentes Néstor y Cristina Fernández, en referencia al pasado del magistrado. Y es que el kirchnerismo ve con muy malas intenciones la labor del juez Bonadio. Su investigación llegó justo antes de que Cristina Fernández se posesionara como senadora y se desarrolla en medio de una creciente crisis económica nacional que tiene en apuros al presidente Mauricio Macri, por lo que acusan que se trata de una cortina de humo. “El dólar está por llegar a 35 pesos y Bonadio me vuelve a llamar a indagatoria”, se quejó la exmandataria Cristina Fernández.

La investigación de la causa de los cuadernos en Argentina puede llegar a ser un equivalente a la operación Lava Jato en Brasil. Se trata de una poderosa red de sobornos entre empresarios y funcionarios del gobierno de los Kirchner que quedó documentada en anotaciones hechas en cuadernos por el chofer Óscar Centeno, quien durante diez años registró cada movimiento de dinero. Según el juez, la operación fue comandada por los expresidentes Néstor y Cristina Fernández de Kirchner quienes serían los principales beneficiados de los sobornos durante sus mandatos. Por ello indaga en tres sectores en los que cree que el gobierno pudo recaudar los pagos ilegales: el energético, el de obras públicas y el de transporte. A pesar de su gravedad, la investigación, para algunos sectores, parece, además de una distracción del mal momento económico que vive el país, una venganza personal de Bonadio contra el kirchnerismo, con el que guarda una vieja pelea.

Mientras los Kirchner estuvieron en el poder, Bonadio fue uno de los jueces que más indagó en las relaciones de los expresidentes y sus funcionarios. Comenzó con la investigación del caso Hotesur, los hoteles presidenciales que habrían sido usados para lavar dinero de corrupción. Por ello, a Bonadio lo denunciaron, lo amenazaron de muerte, le causaron una rebaja de su sueldo y hasta se metieron con su familia. Incluso un diputado kirchnerista acusó a su hijo, un músico de rock, de lavar dinero en su estudio musical. Las denuncias no condujeron a nada. Años después, Bonadio ordenó examinar las oficinas del hijo de los Kirchner. “Lo mejor que te puede pasar es no tener a Bonadio como enemigo”, sentenció el periodista argentino Néstor Espósito, experto en temas judiciales. Tras el episodio, Cristina Fernández arremetió contra el juez sentenciando que “no le daba miedo ningún juez pistolero, mafioso ni extorsionador”, en referencia a su pasado.

En efecto, un episodio de 2001 le causó a Bonadio su bautizo como el juez pistolero. Mientras se dirigía a una reunión con un amigo, dos hombres intentaron robarlo, pero el juez reaccionó y mató a los ladrones. El juez ha manifestado ser un amante de las armas: “soy cazador, instructor de tiro, practico un deporte”, aseguró. Quedó impune en el caso, justificando haber actuado en defensa propia.

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Hay quienes dicen que no se trata del gobierno ni de tomar revancha contra los Kirchner, sino de su pasado peronista. Bonadio se formó como peronista antes de formarse como abogado. “Soy peronista desde los quince. Como en el fútbol, el peronismo es un sentimiento”, manifestó el juez en una entrevista. El peronismo no kirchnerista, liderado ahora por Miguel Ángel Pichetto, con quien Bonadio comparte almuerzos según la prensa argentina, sería uno de los beneficiados de encontrar culpable a Cristina Fernández.

Aficionado a las armas e hincha del Boca, Bonadio lucha contra un pasado engorroso por su nombramiento en el gobierno de Menem. Pero un éxito en su investigación de la causa de los cuadernos, más allá de las intenciones por las que la lidera, le daría al juez una redención y pasaría a la historia como el hombre que puso contra las cuerdas al kirchnerismo y a varios de los empresarios más poderosos de Argentina.

Por Camilo Gómez Forero

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