El mensaje a los jóvenes en Canadá: la marihuana es legal, pero no la fumen

Cientos de padres y abuelos canadienses les advierten a sus hijos y nietos de los potenciales peligros del cannabis. Aprenden cómo hablarles a los adolescentes sobre los efectos de la hierba.

Catharine Porter / The New York Times
18 de noviembre de 2018 - 02:03 p. m.
La legalización de la marihuana recreativa en Canadá preocupa a padres y abuelos. / AFP
La legalización de la marihuana recreativa en Canadá preocupa a padres y abuelos. / AFP

Padres y abuelos se congregaron en el pequeño auditorio de Thornbury, una tranquila ciudad de esquí al norte de Toronto, para aprender cómo hablarles a los adolescentes sobre los efectos potencialmente nocivos de la marihuana.

En la sesión de salud pública sostenida menos de una semana antes de que Canadá hiciera legal la marihuana, se transmitió un mensaje a los padres: los adultos podrían consumir cannabis de manera legal, pero no es seguro para los jóvenes. Además, debían inculcarles a sus hijos la idea de que esta droga puede ser peligrosa.

“Se ha demostrado que el cerebro deja de crecer hasta los 25 años, y aun así se la estamos vendiendo a personas de 19”, dijo Jenny Hanley, consejera de adicciones, cuando se iba de la reunión, a dos horas y media al norte de Toronto. “¿Qué rayos está pensando nuestro gobierno?”.

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El mes pasado, Canadá se convirtió en el segundo país en legalizar la compra, el cultivo y el consumo de pequeñas cantidades de marihuana. Sin embargo, también declaró que era un delito dársela a cualquier persona menor de 19 o 18 años, según la provincia, y se estableció una pena de hasta catorce años en prisión en caso de delinquir.

No obstante, según dicen los expertos, será difícil convencer a los adolescentes de que no crean que la legalización es un visto bueno para consumir marihuana, sin mencionar que los esfuerzos antinarcóticos previos no tuvieron mucho éxito.

Además, en el tema de la marihuana y el cerebro adolescente, la ciencia no es nada clara.

Funcionarios han argumentado que regular el mercado del cannabis y aplicar medidas severas a los vendedores ilegales reduciría su elevado consumo entre los adolescentes canadienses, quienes, de acuerdo con un informe de UNICEF en 2013, ya la consumen más que los jóvenes de cualquier otro país del mundo.

“El aspecto más engañoso de la legalización es decir que eso evitará que los niños la consuman”, dijo Benedikt Fischer, científico sénior del Centro para las Adicciones y la Salud Mental de Toronto. “De muchas maneras, es un experimento a gran escala”.

Aun así, los funcionarios se muestran optimistas.

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“Muchos jóvenes tienen la idea de que es una sustancia muy benigna, sin riesgos, que es orgánica, natural y medicinal”, comentó Bill Blair, el ministro del país a cargo de la legalización de la marihuana, y exjefe de policía de Toronto.

“Cuando empiezas a mostrarles los hechos a las personas para remplazar la mitología y la desinformación, toman decisiones mejores y más inteligentes”, agregó.

No obstante, tal como lo están descubriendo los padres, es complicado explorar lo que dice la ciencia y guiar a sus adolescentes.

Sentado en una banca al fondo del auditorio de Thornbury durante la sesión, se encontraba Jared Kaye. Fumó marihuana por primera vez a los 9 años y al mismo tiempo bebía mucho alcohol, después pasó a drogas más fuertes. Comenzó su rehabilitación a los 15 años y se volvió indigente.

Él y otro adolescente adicto fueron acogidos por Hanley para vivir en su casa cerca de Flesherton, Ontario.

Paul Thompson, un empresario de Stratford que asistió a la sesión mientras estaba de vacaciones en la ciudad, cree que la marihuana es menos peligrosa.

Cuando su hijo de 21 años fue arrestado hace un par de años acusado de posesión de marihuana, Thompson decidió dársela él mismo, para asegurarse de que no estuviera mezclada con otras drogas.

“Creo que el alcohol provoca daños mucho mayores”, comentó Thompson, divorciado y con tres hijos. “No creo que el cannabis sea adictivo. La gente que es adicta tiene problemas mucho más graves”.

Lo desconcertante es que ambos están en lo correcto.

Los estudios han demostrado que el consumo de marihuana entre adolescentes puede afectar la función cerebral durante algún tiempo después de que el cannabis ya no está en el cuerpo, y una preocupación que algunos expertos han planteado es que muchos adolescentes lo consumen para tratar su ansiedad o depresión.

La mayoría de los científicos está de acuerdo con que el riesgo para los cerebros jóvenes es mayor en quienes comienzan a fumar a los 12 años o antes, quienes fuman de manera regular y quienes eligen la marihuana de alta potencia.

Fumar también es peligroso para los jóvenes con historiales familiares de enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

No obstante, para los jóvenes que comienzan a experimentar un poco con la droga a una edad más avanzada, los riesgos de daños a largo plazo en sus cerebros en crecimiento son menores.

“Es razonable decir que podría tener un impacto en el cerebro en desarrollo”, comentó Matthew Hill, neurocientífico de la Universidad de Calgary que ha estudiado los cannabinoides durante dieciocho años. “Pero no es lo mismo que afirmar que definitivamente lo tendrá”.

“La evidencia no es tan consistente ni tan convincente como algunas personas piensan”, agregó.

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Aunque algunos estudios hallaron que el consumo constante de cannabis entre los adolescentes cambió la estructura cerebral y el funcionamiento cognitivo a largo plazo, los estudios de seguimiento disputaron esos hallazgos y concluyeron que el consumo de alcohol, el tabaquismo y los antecedentes familiares fueron los principales factores en la reducción del CI.

Un análisis reciente de 69 estudios de jóvenes que consumen cannabis con frecuencia, publicado en JAMA Psychiatry, encontró que los efectos negativos en el funcionamiento cognitivo se disiparon después de 72 horas de no consumir la droga.

“El cannabis se correlaciona con muchas cosas”, dijo James MacKillop, codirector del centro de investigación de cannabis medicinal de la Universidad McMaster. “Confirmar si se trata de una relación causal es algo mucho más complicado”.

“Si consumes cannabis a los 12 o 13 años, entonces quizá haya muchas otras cosas en juego”, continuó. “Podría haber poca supervisión por parte de los padres, más estrés a temprana edad o desorganización familiar”.

Por si el asunto no fuera bastante confuso, no hay estrategias específicas para evitar que los jóvenes prueben el cannabis.

Algunos centros de salud pública han adoptado una estrategia de reducción de daños, y han instado a los adolescentes a pasar más días sin consumirla y a no conducir bajo sus efectos. Otros están predicando la abstinencia.

Con toda la discusión sobre el cannabis en Canadá mientras se acercaba el día de la legalización, muchos padres se mostraron alarmados al descubrir cuán aceptable se había vuelto entre los jóvenes del país. De acuerdo con un informe reciente de la oficina del censo, el 32,7 por ciento de los adolescentes había fumado marihuana en los últimos tres meses, por ejemplo.

Fischer y otros expertos creen que es poco probable que la ley reduzca el consumo entre los jóvenes. En Colorado y en el estado de Washington, donde el consumo adulto del cannabis recreativo se legalizó en 2014, las tasas de consumo entre los jóvenes casi no tuvieron cambios, de acuerdo con informes estatales.

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En la reunión de Thornbury, Kaye dijo que él cree que los padres deben tomar un enfoque individual.

Sus padres eran estrictos, lo cual despertó su naturaleza rebelde, dijo. “Lo que yo necesito es amor”, admitió Kaye. “Necesito sentir que me cuidan”.

Su consejo fue más una guía para padres que un plan de prevención de drogas:

“Sean abiertos con sus hijos”, comentó. “Intenten tener una relación cercana para que se sientan cómodos y les cuenten qué probaron y qué están haciendo sus amigos”.

Por Catharine Porter / The New York Times

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