El presidente húngaro que logró construir el muro que Trump no ha podido

La llegada de la ultraderecha en algunos países europeos plantea un panorama difícil para los inmigrantes. El muro del presidente húngaro Viktor Orban y las fuertes medidas marítimas del vicepresidente italiano, Matteo Salvini, son solo el comienzo.  

redacción internacional
03 de mayo de 2019 - 12:30 a. m.
El vicepresidente italiano Matteo Salvini, junto al presidente húngaro, Viktor Orban, durante su visita a la frontera entre Serbia y Hungría.  / EFE
El vicepresidente italiano Matteo Salvini, junto al presidente húngaro, Viktor Orban, durante su visita a la frontera entre Serbia y Hungría. / EFE

Horas antes de abordar su avión para reunirse con el presidente húngaro, Viktor Orbán, el líder ultraderechista de la Liga Norte y vicepresidente italiano, Matteo Salvini, aseguró a medios locales: “Voy a Hungría a construir una nueva Europa”. Su frase no es coincidencia, principalmente porque sabe que con la inminencia de las elecciones al parlamento europeo, que se realizarán el próximo 23 de mayo, debe reforzar las alianzas con sus gemelos ideológicos del continente e insistir en su dura política antiinmigración.

La postal que dejó el encuentro entre los funcionarios, en la frontera entre Serbia y hungría, seguramente era la que sus equipos de prensa buscaban. Y es que de fondo se ve el muro hecho de alambres que Orban logró aprobar en 2017 para impedir el ingreso de cualquier inmigrante ilegal que quisiera cruzar al país. De hecho, Salvini aseguró que estaba feliz de encontrarse de nuevo con el mandatario húngaro y “ver en vivo su sistema de protección de los límites nacionales para contrarrestar la inmigración”.

La barrera recuerda inevitablemente a la que Donald Trump ha intentado construir en la frontera sur de Estados Unidos para impedir el ingreso de migrantes centroamericanos desde que empezó se campaña presidencial en 2016. No solo por su objetivo principal sino porque, así como su homólogo estadounidense, espera que “otro” se haga cargo del costo parcial de la operación. De hecho, Orban envió en 2017 una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude-Juncker, para exigirle 400 millones de euros, los cuales servirían para costear la mitad del precio del muro.

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"Querido presidente, te contacto en referencia a la solidaridad europea y la protección de las fronteras exteriores. Como bien sabes, Hungría ha seguido las reglas de Schengen desde el principio de la crisis migratoria en lo que a la protección de las fronteras se refiere. Con la construcción del muro y el despliegue y formación de 3.000 vigilantes nuestro país está protegiéndose a sí mismo y a toda Europa contra el torrente de inmigrantes ilegales. No es una exageración decir que la seguridad de los ciudadanos europeos ha sido financiada por los contribuyentes húngaros", se leía en el documento.

Todo esto deja en evidencia un sentimiento generalizado en su población. De hecho, antes de 2013, el país tenía una normativa que contemplaba casi todo lo que cubre la construcción del muro, es decir, detener a cualquier personas que quisiera cruzar la frontera sin papeles. Sin embargo, a partir de ese año, el país europeo tuvo que suavizar su postura por presión de la ONU y de la Unión Europea. Eso cambió cuando, entre 2015 y 2016, decenas de miles de personas comenzaron a llegar para pedir asilo.

La tensión entre las partes fue tal que en marzo pasado, el Partido Popular Europeo (PPE), al que pertenece el Fidesz (movimiento de Orban), dejó en suspenso los derechos de la formación del mandatario húngaro en el grupo por considerar que no respeta los valores europeos que defiende el PPE, algo que consideró reflejado, entre otras cosas, en las reformas en Hungría en educación y el sistema judicial. Ahora, las elecciones al Parlamento Europeo definirán en gran medida el mapa político de la Europa que se viene para los próximos años.

Por este motivo Salvini no ocultó el día de hoy su deseo de que los diputados del Fidesz se pasen a la alianza que está impulsando entre las fuerzas ultraderechistas y euroescépticas en Europa, como la Agrupación Nacional de la francesa Marine Le Pen o el gobernante FPÖ del vicecanciller de Austria, Heinz-Christian Strache. "Querría ver a Orbán en nuestras filas, pero deseo que pueda arreglar sus problemas dentro del Partido Popular Europeo", dijo el político italiano.

Orbán dejó entrever que preferiría quedarse en el PPE, aunque solo si en su seno se imponen "las fuerzas contrarias a la inmigración". Si, por el contrario, el grupo democristiano pacta con la izquierda, “será muy difícil encontrar allí nuestro lugar", añadió el mandatario tras reiterar que su partido esperará a las elecciones antes de decidir cuál será su futura familia política en Europa.De cualquier manera, aseguró que mantendrá "una estrecha relación con el funcionario de la Liga".

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Tanto Salvini como Orban, coinciden en argumentar que durante años sus países se han encargado política y económicamente de frenar la migración, fenómeno que, según ellos, es una amenaza para Europa. Y es que si el líder italiano se ha caracterizado por algo, ha sido su férrea postura frente a las personas que llegan desde África, especialmente desde Libia, huyendo de la violencia que se vive en algunos puntos del continente africano. Luego del encuentro, Salvini señaló: “Las posiciones de Italia y Hungría son idénticas. Contamos con la que la nueva Europa protegerá sus límites así como Italia lo hace vía marítima”.

Los dos líderes, además, coincidieron también en su rechazo al islam, al afirmar que los cristianos europeos deben ser protegidos ante una expansión de la religión musulmana. Sin embargo, a la hora de la verdad, fueron cuidadosos a la hora de tomar posturas radicales frente a los medios de comunicación y evitaron hablar sobre la futura cooperación a nivel europeo de sus respectivos partidos, el Fidesz húngaro y la Liga italiana.

El encuentro, como era de esperarse, causó malestar en los políticos moderados o de izquierda del continente. Es el caso del holandés Frans Timmermans, candidato a la presidencia de la Comisión Europea, quien señaló: “Lo que hubo ahí fue una escena de amor entre Orban y Salvini, que se basa en los valores de la familia pero que detrás lleva discriminación. Estoy seguro que la gran mayoría de europeos buscan combatir esto, junto con la desigualdad entre géneros, religiones y nacionalidades”.

Por su parte, el exparlamentario europeo, Cecile Kyenge, señaló durante su intervención en la conferencia europea “The State of the Union”: “La realidad nos demuestra que que las derechas homófobas no están en grado de dar una respuesta a la inmigración. Una visión alarmista, aproximaciones violentas e inhumanas, destrucción del clima de paz o cohesión social. Todo esto emerge de las políticas de Salvini y de las que adopta su amigo, Orban”.  

Por redacción internacional

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