En un momento en el que la diáspora venezolana ya alcanzó los 4 millones de emigrantes, todavía hay personas que creen que el cambio en Venezuela puede darse desde adentro. Este es el caso de Roberto Patiño, un venezolano de 31 años, que hace tres años fundó “Alimenta la Solidaridad”, un programa de alimentación para niños que nació en un pequeño barrio popular de Caracas y que se ha expandido a lo largo y ancho del país.
En entrevista con El Espectador, Patiño explica cómo nació su proyecto, cómo obtiene recursos para mantenerlo vivo y su objetivo de darle comida a los niños para persuadir a las familias venezolanas que piensan en emigrar para que se queden en el país.
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¿Qué es Alimenta la Solidaridad?
Alimenta la solidaridad es una iniciativa que nace en 2016 con el propósito de dar alimentación a niños con extrema necesidad por la crisis humanitaria. Nosotros nos comprometemos con los ingredientes y luego la comunidad pone lo demás. La cocina, los servicios y la preparación de la comida. Es un programa de puro voluntariado. Pero más allá de eso, es fundamental que la manera en que lo hacemos es a través de dar capacidades y fomentar el liderazgo local, sobre todo de las mujeres.
¿Cómo nació este proyecto?
Alimenta la solidaridad nació con un comedor en la Vega, una comunidad en Caracas. Tres años después, a la fecha, tenemos ciento cuarenta y ocho comedores a nivel nacional, en el que atendemos a 10.600 niños gracias al trabajo de más de 2.000 mujeres voluntarias. Es una iniciativa ciudadana que ha sido posible gracias al apoyo de miles de venezolanos.
¿Cuáles son hoy las urgencias alimentarias más importantes en Venezuela?
Las más importantes tienen que ver con las poblaciones vulnerables, que son los niños, sobre todo en tempranas edades de la mujer embarazada y los adultos mayores. El costo de los alimentos es muy alto y para muchos inaccesibles. Muchos docentes y padres de familia nos contaron que en los últimos años varios niños han tenido que dejar las escuelas para saltarse el desayuno y así comer solo dos veces al día. Esas son algunas de las cosas que se viven hoy en Venezuela.
¿Cómo se financia el proyecto?
Tenemos dos fuentes importantes de ingresos: los venezolanos en el exterior y las organizaciones internacionales. Alimentar a un niño por un mes nos cuesta aproximadamente 8 dólares, algo que nos permite llegar fácilmente al corazón de los contribuyentes. Pero además de esto tenemos un programa denominado “Sustento”, con el que damos formación a mujeres voluntarias para ofrecer servicios de cocina y catering a empresas dentro del país.
¿Cuentan con algún apoyo por parte del gobierno?
No. Más bien lo que nosotros hemos buscado es establecer una red ciudadana que sirve de contrapeso a los mecanismos de control del Estado, que buscan que la gente tenga una postura política para acceder a los alimentos. Por el contrario, nosotros no tenemos ningún criterio a la hora de seleccionar a los beneficiados, más allá de la necesidad y el deseo de participar y ayudar a su comunidad.
¿Han pensado en ampliar este proyecto para la población migrante que ha decidido salir de Venezuela?
No por ahora. Nuestro foco es interno justamente para evitar que más familias, que están considerando salir, puedan quedarse en el país y luchemos para propiciar un cambio dentro de Venezuela. Aunque los niños son esencialmente los principales favorecidos, esto implica que sus familias también tienen beneficios, pues es una boca menos que alimentar.
Usted es miembro de un partido político y tiene críticos que aseguran que este proyecto es una plataforma política. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Yo estoy vinculado a la política porque tengo una vocación social y creo que es la plataforma para lograr un cambio en mi país. Eso, creo yo, es totalmente coherente con mi trabajo social, en el que no diferencio si los beneficiados son chavistas o no. Nuestro valor fundamental es la corresponsabilidad, Nosotros no lo valores fundamentales que tenemos en la corresponsabilidad. En impulsar un cambio desde las comunidades y que la gente se vuelva parte activa del proyecto.
¿Cuál es la mejor salida para la crisis que se está viviendo en Venezuela?
Una salida que involucre a todos los venezolanos. Tenemos que poner en el centro del debate a los más necesitados, en especial a los niños. Ellos son nuestro futuro y no hay nada más injusto que el que no puedan recibir una alimentación adecuada. Si un niño o niña no come no va a poder desarrollar su capacidad y no podrá ser la mejor versión de sí misma. Es un tema que no puede esperar más.