El sudeste de Asia, un lugar de caza para los pederastas

Esta región se ha convertido en un espacio "privilegiado" para los pederastas, que además de organizar abusos, los retransmiten en la red y cobran por ello. Son predadores difíciles de rastrear, advierten organizaciones y víctimas.

-Redacción AFP
18 de mayo de 2019 - 02:16 a. m.
Solo en Filipinas, decenas de miles de niños son explotados a través de cámaras web, según informes recientes de la ONU. / Pixabay
Solo en Filipinas, decenas de miles de niños son explotados a través de cámaras web, según informes recientes de la ONU. / Pixabay

El sudeste de Asia vive una oleada de actividad pederasta, con predadores que organizan y miran actos de abusos en videos retransmitidos en directo y a través de cámaras web, y que pagan por ello con criptomonedas difíciles de rastrear, advierten víctimas y oenegés.

Jean-Christophe Quenot, profesor de francés de 51 años, había elegido para actuar con total discreción la zona alrededor del estadio de Huai Khwang de Bangkok, un distrito desfavorecido en el que los niños no siempre están escolarizados. Le puede interesar: La ignorancia de colegios y jardines frente al abuso sexual escolar

Los abordaba con el pretexto de ofrecerles clases de idiomas, los llevaba a un hotel cercano y le exigía relaciones sexuales a cambio de unas decenas de euros, según una fuente policial. Ahora es sospechoso de haber abusado de más de 50 adolescentes en toda Asia, de acuerdo con la misma fuente.

Cuando regresaba a Singapur, donde residía, seguía en contacto con sus víctimas a través de las redes sociales y les pedía encontrarle nuevas presas.

En febrero fue detenido en Tailandia con dos chicos de 13 y 14 años, en posesión de Kamagra -versión barata de la Viagra- y material de pornografía infantil, pero la justicia lo dejó en libertad unos días después a cambio de 8.400 euros (9.400 dólares), según una fuente judicial tailandesa.

A pesar de la prohibición de abandonar el territorio, Quenot huyó. Finalmente fue detenido a finales de marzo en el este de Francia y procesado por "violación", "agresión a menores" y "tenencia de imágenes de pornografía infantil". Le recomendamos: En Colombia, la violencia sexual comienza por casa

Este caso no es ni mucho menos excepcional. Decenas de predadores logran pasar desapercibidos cada año en el sudeste de Asia. La tecnología facilita el turismo pederasta, haciéndolo cada vez menos detectable.

Solo en Filipinas, decenas de miles de niños son explotados a través de cámaras web, según informes recientes de la ONU.

Y hay una epidemia que no deja de crecer, la de las violaciones de niños vistas en directo en plataformas de streaming, a las que se accede pagando a un intermediario.

La oenegé Terre des Hommes dio la voz de alarma en los últimos años, cuando creó una niña virtual filipina de 10 años que, en dos meses y medio, fue contactada por más de 20.000 predadores de 71 países.

Los videos se ven "a través de Skype o Facebook, grandes plataformas que no van a cerrar", señala François-Xavier Souchet, representante en Tailandia de Terre des Hommes.

"Solo quería morir"

Todo está encriptado, no se graba nada y los pagos, de entre 10 y 180 euros según la prestación, se hacen cada vez más a menudo en bitcoines, una criptomoneda que permite efectuar transacciones sin dejar huella.

"Las víctimas suelen ser reclutadas por alguien de su entorno, un miembro de su familia", señala Voltaire John Santillan, de la oenegé International Justice Mission, con sede en Filipinas.

Cassie tenía 12 años cuando uno de los progenitores del empleado de su madre se la llevó a Manila con la promesa de inscribirla en la escuela.

"Me forzó a cometer actos sexuales delante de una cámara web, a veces con él. Me amenazaron y me golpearon", cuenta a la AFP Cassie, hoy en la veintena y que declara bajo nombre falso.

Su suplicio duró cinco años. "Me sentía atrapada, traicionada, abandonada. Temía por mi vida y solo quería morir", asegura. Su violador fue detenido y condenado en 2017 solo a dos años de cárcel. También abusó de otros niños y tiene abiertos otros procesos judiciales. Le puede interesar: Bogotá, una de las ciudades con más violencia infantil

Minorías étnicas

Otra dificultad para los investigadores es que los predadores buscan menos que antes a sus presas en los barrios turísticos, los bares o los burdeles.

Gracias a las redes sociales, se infiltran en oenegés a través del "volunturismo", una mezcla de vacaciones y voluntariado.

"Así, van a buscar a su víctima en localidades aisladas, a menudo pobladas por minorías étnicas", señala Damian Kean de ECPAT, una oenegé especializada en la lucha contra la explotación sexual de los niños.

"Su búsqueda es difícil si no tenemos ningún señalamiento de parte de las comunidades", lamenta Seila Samleang, director para Camboya de Action pour les enfants.

Pero las denuncias son escasas. Estas minorías son vulnerables, los niños raramente tienen documentos de identidad y existe una cierta vergüenza cuando se trata de denunciar estos hechos.

También hay falta de confianza respecto a las autoridades locales porque "en ocasiones, policías y militares están directamente implicados en estas redes de prostitución infantil", destaca François-Xavier Souchet.

Pena de muerte

Los países de la región intentan reforzar su arsenal de medidas para luchar contra estos crímenes. En Vietnam, las agresiones a menores de hasta 16 años pueden acarrear hasta 12 años de prisión, y las violaciones de niños, pena de muerte.

Filipinas lanzó en febrero una unidad destinada a perseguir a este tipo de predadores en internet, como ya hizo Tailandia en 2016.

"Aprendimos a observar su comportamiento, los medios que despliegan para formar mejor a nuestros equipos y desarrollar la prevención", asegura Akarapol Punyopashtambha, del ministerio tailandés de Justicia.

"Pero en otros países, la legislación es menos protectora", reconoce. Muchos pederastas viajan a Laos, o incluso se instalan allí, donde la falta de formación y de medios es más marcada.

Por -Redacción AFP

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