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El sufragio femenino, una historia inconclusa

Estados Unidos conmemora un siglo de la ratificación del derecho al voto de las mujeres. Sin embargo, el examen que se está haciendo de esta historia apunta a que más que celebrar este hito, hay mucho para reflexionar en el país, en especial al acercarse unas nuevas elecciones.

18 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.
Las mujeres protagonizaron uno de los movimientos de reforma social más extensos de la historia de EE. UU.
Las mujeres protagonizaron uno de los movimientos de reforma social más extensos de la historia de EE. UU.
Foto: Agencia AFP

A diferencia de la mayoría de los hombres blancos, las mujeres estadounidenses, como los afroestadounidenses, los nativos estadounidenses y los méxico-estadounidenses no nacieron con el derecho al voto. Tuvieron que luchar por él. Hoy, Estados Unidos conmemora los 100 años de la ratificación de la Decimonovena Enmienda a la Constitución, la cual estableció que no se le podía negar el voto a un ciudadano a causa de su sexo. Pero, aunque ha pasado un siglo desde entonces, hay capítulos de esta historia que hasta ahora comienzan a escribirse con detalle.

El resultado de esta lucha ha sido mitificado. Las mujeres protagonizaron uno de los movimientos de reforma social más extensos de la historia de Estados Unidos, persiguiendo el voto durante más de siete décadas. Pero, aunque la Enmienda Diecinueve fue un hito en la pelea por las causas feministas, no fue de ninguna manera un triunfo para el igualitarismo, pues marcó por otro lado las crudas diferencias que yacían en la sociedad estadounidense. Diferencias que, después de la ratificación de esa enmienda, permanecieron arraigadas a la ley por décadas. Y continúan siendo un problema hoy.

Las mujeres afroamericanas -quienes, para los historiadores que hoy están reexaminando la narrativa de la lucha por el sufragio femenino, son las feministas originales de la nación- fueron ampliamente marginadas de los logros de la reforma de 1920. Primero porque una gran parte de ellas, a diferencia de las mujeres blancas, no consiguieron el derecho al voto.

Las regulaciones en el sur las mantuvieron sin voz política, y las mujeres blancas del movimiento sufragista fueron partícipes de estas injusticias, pues incluso llegaron a promover leyes racistas contra sus compañeras persiguiendo el apoyo de los líderes de los estados del sur.

Ver más: ¿Qué tanto puede afectar el voto por correo a las elecciones presidenciales en EE. UU.?

Tuvieron que pasar otras cuatro décadas desde entonces para que las afroamericanas, a pesar de participar en el movimiento sufragista, consiguieran su derecho al voto gracias a la consagración de la Ley Federal de Derechos Electorales de 1965, un acto que también está de aniversario este mes. No se necesitó una enmienda, se necesitaron dos para que pudieran votar.

Pero, además, las mujeres afros también fueron quedando relegadas de la narrativa de esta lucha. Sus ideas y sus figuras fueron invisibilizadas en los libros de historia y en las narraciones sobre este movimiento, aunque ellas habían propuesto originalmente ideas en el siglo XIX para suprimir el racismo y el sexismo en la nación.

Dos de las lideresas del movimiento sufragista, Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony, comenzaron en 1881 el registro de la lucha del movimiento sufragista en la obra Historia del movimiento sufragista, la cual designó a la Convención de Seneca Falls de 1848 como el punto de partida de esta lucha y definió a las integrantes del movimiento como mujeres blancas de clase media. No hubo mención de la labor de las afroamericanas como Harriet Tubman o la periodista afro Maria W. Stewart, entre otras mujeres destacadas. Ignorarlas no fue ni ha sido un problema solo para este sector de la población, sino para toda la nación en general.

“¿Cuántas vidas de hombres afroamericanos se habrían salvado si hubieran trabajado con Ida B. Wells-Barnett contra los linchamientos? ¿Y si hubieran trabajado contra las leyes de supresión de votantes, la gente de color habría tenido que esperar hasta 1965, y para algunos grupos más, para tener voz política? ¿Dónde estaríamos hoy si nuestro país hubiera disfrutado del liderazgo y las voces políticas de las mujeres de color durante los últimos 100 años?”, señala la historiadora Sally Roesch Wagner en una entrevista con The New York Times.

Con motivo de este aniversario, decenas de medios, universidades y organizaciones sociales en Estados Unidos han promovido un examen de la historia que se ha enseñado sobre el movimiento sufragista en el país para darles su lugar a las figuras afros. Muchos, como The New York Times, haciendo un mea culpa sobre su posición frente al movimiento en general.

En 1913, por ejemplo, el diario neoyorquino desaprobó la lucha por el sufragio femenino, asegurando que no aumentaría “ni la felicidad ni la prosperidad de las mujeres en el país”. Ahora considera repugnante no reconocer a quienes pagaron con sangre por este movimiento.

Pero este examen de la historia no solo ha sido bueno para desenterrar a las figuras afroamericanas que contribuyeron al país, sino para destacar la importancia del movimiento sufragista en general y mostrar cómo el trabajo no concluyó con la Enmienda Diecinueve.

Hoy el derecho al voto en Estados Unidos está en peligro, en especial para los ciudadanos que pertenecen a las minorías. En el país hay esfuerzos de parte del Partido Republicano para suprimir el derecho al voto, ya sea restringiendo las listas de votantes, cerrando puntos de votación o limitando el voto por correo, una de las estrategias más polémicas por estos días.

Hay una nueva crisis de legitimidad electoral. La lucha por el sufragio está más viva que nunca y ahora se ha abierto un nuevo capítulo en su historia. Las mujeres afros pudieron haber conseguido su derecho al voto superando todos los obstáculos que se les presentaron, pero ahora deben luchar por mantenerlo este noviembre.

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