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La apuesta de Donald Trump

Con Estados Unidos en recesión, el presidente ya no puede seguir alardeando de los resultados económicos; ahora dice es el único que puede elevar la curva financiera tras la pandemia.

Camilo Gómez Forero
10 de junio de 2020 - 02:00 a. m.
Donald Trump busca un lema de campaña que convenza a sus electores de que solo él puede salvar la economía de Estados Unidos.
Donald Trump busca un lema de campaña que convenza a sus electores de que solo él puede salvar la economía de Estados Unidos.
Foto: AFP - MANDEL NGAN

Donald Trump espera retomar los mítines de su campaña a la reelección en las próximas dos semanas, pero justo ahora tiene un grave problema: no tiene eslogan. O por lo menos no el adecuado. En enero de 2017, cuando apenas llevaba unos días en el cargo, Trump manifestó de manera prematura en una entrevista con The Washington Post cuál sería su lema para su segundo mandato: “Mantengamos a Estados Unidos grande”, dijo; un derivado de su eslogan ganador de 2016 “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”. El problema con este lema es que hay millones de estadounidenses que no quieren “mantener” la nación que tienen ahora.

Este lunes, la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos informó que el crecimiento económico del país alcanzó su punto máximo en febrero de este año, y desde entonces entró en recesión: la primera desde 2009. Esa realidad era evidente para millones, solo faltaba el dictamen oficial. Fueron 128 meses de expansión económica, pero ahora los números son negativos. La tasa de desempleo en abril alcanzó el 14,7 %, el registro más alto desde 1939. En los últimos tres meses, debido a la pandemia de coronavirus, se perdieron 36 millones de empleos.

En el informe de mayo se mostró una leve recuperación, pues la cifra cayó al 13,3 % luego de que se añadieran 2,5 millones de empleos. Pero el documento también reveló algo clave para el electorado. Los más afectados, desde luego, son los hogares con bajos recursos. El 40 % de estos experimentó pérdida de trabajos. Y las minorías, como la comunidad afro y la latina, son las que más han perdido.

Ver más: Trump deja a Estados Unidos sin consuelo

Detrás de estos números se esconde una crisis peor: la sanitaria. No se trata solo de las más de 100.000 víctimas que ha dejado la pandemia en el país, algo que ya de por sí es dramático. En 2019, la Reserva Federal señaló que el 25 % de los adultos omitieron la atención médica porque no podían costearla. El sistema está fracturado. Ahora, el brote de COVID-19 ha dejado a miles de ciudadanos endeudados con los hospitales debido al virus. Por todo esto, a Trump no le conviene un eslogan sobre “mantener” al país como está. Y su equipo de comunicaciones lo reconoce.

En la página web de la campaña de Trump todavía se están vendiendo gorras, pines, banderines y cualquier tipo de objetos con el eslogan de “Mantener a Estados Unidos grande”. Pero el presidente ya no lo usa con el mismo entusiasmo de antes y tampoco sus asesores. Antes permanecía tuiteando su eslogan de manera constante.

Señala The Post que se le ha visto probando nuevas frases, como “transición a la grandeza” o incluso la letra de una canción de Sinatra: “Lo mejor está por venir”. La campaña de Trump no puede simplemente cambiar la hoja de ruta y dejar el discurso de la economía atrás por dos razones. La primera, y la más importante, es porque el presidente no tiene otra carta de presentación sólida. Trump basó toda su campaña en mostrar una economía fuerte, la “más fuerte en la historia del país”, como solía decir; pero ahora está desmoronada.

Su equipo y él fueron astutos. En lugar de desechar su único plan, lo modificaron un poco. Ahora su campaña no busca mostrar los resultados de una economía fuerte del pasado, sino en el anhelo de una recuperación económica para el futuro. Una que él asegura que puede lograr. “Tuvimos la mejor economía de la historia y lo haremos de nuevo”, asevera. “Si lo hice una vez, puedo hacerlo dos veces”, puede pensar. La gran pregunta es ¿puede o pudo lograrlo?

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Catherine Rampell, columnista de The Washington Post, hizo un excelente análisis del tema. Lo primero que hay que dejar claro es que Trump no construyó una economía fuerte de la nada. Como indica el reporte del gobierno: fueron 128 meses de expansión económica, de los cuales más de la mitad ocurrieron durante el gobierno de Barack Obama.

“Los presidentes obtienen demasiado crédito cuando la economía es buena y demasiada culpa cuando la economía es mala; sus acciones pueden marcar una diferencia en el margen (por ejemplo, podrían desencadenar una crisis), pero no controlan el ciclo económico… La verdad es que antes de que el nuevo coronavirus afectara gran parte de la economía, Estados Unidos experimentó una continuación de las mismas tendencias sólidas, pero no espectaculares en la contratación y el crecimiento del producto heredado del predecesor de Trump”, explica Rampell.

Esto podría ser un factor positivo para la campaña de Joe Biden. “Es indudablemente claro que el presidente Trump heredó una economía que estaba en alza desde los años de Obama-Biden. La gente necesita saber eso y creo que el vicepresidente Biden puede y hablará más sobre eso a medida que avanza la campaña”, dijo Conor Lamb, representante a la Cámara.

Y aunque Trump se benefició del estímulo fiscal que dejó Obama y tuvo una política monetaria más flexible que la anterior, ni siquiera fue capaz de cumplir con sus propias promesas de crecimiento. Ahora, mientras el país perdió las ganancias de empleo que había desde 2011 y se ajusta a un período de subempleo, su campaña busca presentar la recuperación como el objetivo del nuevo gobierno, pero el plan para lograrla aún no existe. Rampell apunta que, por ahora, las ideas que se barajan son las de recortes de impuestos, pero esto solo beneficiará a los ricos, y además de no estimular la economía, les causará un caos a los presupuestos de futuros gobiernos.

“El plan de Trump, en la medida en que exista, solo parece estar declarando que la economía es excelente, independientemente de la realidad. En noviembre, ¿a quién le creerán más los estadounidenses: a Trump o a sus propias cuentas bancarias?”, concluye Rampell.

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La otra razón por la que Trump no puede abandonar el discurso de la economía es porque hacer campaña con la economía es algo tan antiguo como exitoso. Existe la tendencia de que cuando la economía marcha mal, el pueblo elige a un gobernante de derecha, como Trump. Sin embargo, en Estados Unidos la historia no le da un buen augurio al presidente.

“Desde los días de Theodore Roosevelt hasta Barack Obama, uno no es reelegido si hay una recesión. Trump estaría rompiendo un precedente si pudiera ganar la reelección cuando la economía está tomando este tipo de recesión bajo su supervisión”, dijo el historiador Douglas Brinkley al portal Politico.

Elegir un eslogan puede parecer una tontería publicitaria, pero es algo fundamental en la carrera electoral. Algunas frases han sido decisivas en el juego político. En 1980, Ronald Reagan venció al presidente Jimmy Carter luego de hacerle una simple pregunta a los ciudadanos: ¿Estas mejor que hace cuatro años? Mientras que, en 1992, Bill Clinton sobrepasó al entonces presidente George HW Bush con un explosivo comentario: “Es la economía, estúpido”.

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