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En el reconocimiento del Estado Palestino

El 29 de noviembre, 138 países reconocieron a Palestina como un Estado observador de la ONU. Aunque el reconocimiento fue celebrado por todo Cisjordania, no hizo sino empeorar la ocupación israelí.

Daniel Salgar Antolínez / Enviado Especial a Cisjordania
29 de diciembre de 2012 - 09:03 p. m.
Las celebraciones en Cisjordania y la Franja de Gaza fueron históricas el 29 de noviembre de 2012. / AFP
Las celebraciones en Cisjordania y la Franja de Gaza fueron históricas el 29 de noviembre de 2012. / AFP

La Autoridad Nacional Palestina nos invitó, a una delegación de congresistas colombianos y a mí, a la celebración del octavo aniversario de la muerte de Yasser Arafat, al 24° aniversario de la declaración de la independencia de Palestina (hecha en Argel en 1988) y a una serie de eventos previos al reconocimiento de Palestina como Estado observador de Naciones Unidas. El propósito del viaje, además de comprender el significado del paso diplomático en la ONU, era conocer de primera mano el problema fundamental que enfrentan los palestinos: la ocupación israelí.

La ocupación la vivimos desde la entrada a Palestina, justo en la frontera entre Jordania y Cisjordania, que como todas las fronteras de Cisjordania está controlada por el ejército de Israel. Las autoridades israelíes retuvieron el pasaporte de dos congresistas —Fabio Amín Salem y Pedro Muvdi—. Durante al menos seis horas, los soldados iban y venían con los pasaportes y se detenían para interrogar a los colombianos. ¿A qué viene? ¿Quién lo invitó? ¿Por qué? ¿Quién era su abuelo? ¿Qué hacía? ¿Qué países árabes conoce? ¿Por qué tiene estos números en su celular?... Interminables preguntas que desesperaron a los políticos, acostumbrados a atravesar cualquier frontera con su pasaporte diplomático. Yo fui uno de los primeros en obtener el permiso de entrada y esperé a la delegación junto a las esposas de los legisladores hasta que, por fin, entramos a Palestina hambrientos e indignados.

En Ramala, Hebrón y Belén —las tres principales ciudades que visitamos—, ondeaban banderas palestinas, imágenes de Arafat, los grafitis políticos abundaban en el muro israelí que serpentea por el territorio (un símbolo más de la ocupación), en las emisoras se escuchaba música nacionalista y en las calles gritos de independencia. Se vivía un ambiente de tensión, porque por esos días hubo una escalada de violencia entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza —lo que pasa en Gaza, también se siente en Cisjornadia, porque pese a las diferencias políticas y la división geográfica, los palestinos conservan un sentimiento de unidad nacional—, y también un ambiente de optimismo y pesimismo a la vez, respecto a la petición palestina en la ONU.

El reconocimiento de Palestina como Estado observador era para muchos palestinos su primera victoria diplomática contra EE.UU. e Israel y la apertura de nuevas condiciones para un futuro proceso de paz con Israel, pero no significaba el fin de sus problemas, enmarcados en la ocupación que incluye el control israelí de su economía, de su tierra, de sus fronteras, de sus recursos hídricos, así como la construcción de colonias israelíes y de caminos exclusivos para los colonos.

Los palestinos más realistas temían lo que sucedió: el 29 de noviembre, en Nueva York, 138 Estados miembros de la ONU reconocieron a Palestina como Estado observador, 41 se abstuvieron y sólo nueve votaron en contra (entre estos últimos, el único actor internacional importante es EE.UU.). La población inundó las calles en una masiva celebración. Sin embargo, el hecho sólo empeoró la situación en el terreno. En los días siguientes, el Gobierno israelí aprobó la construcción de más colonias en Cisjordania, que partirían a este territorio en dos, y en Jerusalén Este. La realidad de los palestinos, antes y después de la ONU sigue ocupada.

Por Daniel Salgar Antolínez / Enviado Especial a Cisjordania

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