Los días de Evo Morales en Buenos Aires transcurren entre decenas de llamadas por teléfono y videoconferencias. Siete meses después de haber abandonado la presidencia de Bolivia, el primer mandatario indígena de ese país sigue haciendo política, aunque esta vez detrás de una pantalla, muy lejos de las concentraciones populares que lo impulsaron al poder en 2005.
Aunque se encuentra en condición de refugiado en Argentina, esto no le ha impedido participar en política. Todas las mañanas lee los periódicos de su país, está en contacto permanente con Luis Arce, candidato presidencial de su partido, Movimiento al Socialismo (MAS), así como con decenas de líderes indígenas y sindicales de su país.
En entrevista con El Espectador, Morales entrega detalles sobre cómo fue su salida de Bolivia, su vida por fuera de la presidencia, su percepción del gobierno transitorio de Jeanine Áñez y las posibilidades de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), para ganar las elecciones en septiembre. También dice que no se arrepiente de haber buscado una nueva reelección.
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¿En qué ocupa Evo Morales su tiempo después de siete meses de haber dejado la presidencia de Bolivia?
Responsabilidad y contacto permanente con los movimientos sociales, con mi partido el Movimiento al Socialismo (MAS) y con sus candidatos. Ahora que ya están garantizadas las elecciones para septiembre, hacemos llamas y videoconferencias periódicamente con los dirigentes. Siempre uniendo. En fin, son muchas las actividades, pero siempre en contacto con Bolivia.
¿Extraña ser presidente?
Las primeras semanas y el primer mes los sufrí bastante. Estaba acostumbrado a levantarme a las 4:00 A.M., a hacer ejercicio, ducharme, ir a reuniones, viajar al interior, hablar con la gente, entregar proyectos y dormir tarde. Para mí en mis años de gobierno no hubo sábados, ni domingos y mucho menos vacaciones. Ser presidente es sacrificio por el pueblo.
Han pasado varios meses desde su caótica salida el pasado mes de noviembre. ¿Qué recuerda de esos momentos?
Cuando la policía se amotinó, el 8 de noviembre, yo no quería abandonar la Casa Grande del Pueblo (Palacio de Gobierno), pero algunos ministros y ministras me insistieron que por seguridad debía abandonarla. Organicé reuniones en la residencia de la presidencia y el día siguiente viajamos al trópico de Cochabamba. Allí, la policía intentó tomarse el aeropuerto de Chimoré. Ese sábado, tuve una reunión en la terminal presidencial hasta las 2 de la mañana y es a la 1 que nos llaman de la OEA diciendo que ya tenían el informe preliminar de las elecciones, cuyo objetivo era el de incendiar el país. Esa misma madrugada intenté comunicarme con Luis Almagro, pero no quiso. Entonces le dijimos a su representante textualmente "si sacan este informe ustedes van a incendiar el país y va a haber muertos bajo su responsabilidad".
Y descansamos un poco. El domingo a las 10 de la mañana, tuvimos una reunión con los dirigentes nacionales, ratificamos la resistencia al golpe y escuchamos que las Fuerzas Armadas pedían mi renuncia. Me sorprendió eso. Y ahí, fue cuando ministros asambleístas y dirigentes dijeron que para salvar nuestro proceso de cambio había que salvar la vida de Evo y que yo tenía que abandonar el país. Esa noche se quemaron casas de dirigentes, ministros, alcaldes, de familiares. Al tiempo, había gente que nos apoyaba promoviendo recuperar el Palacio. En ese momento pensé que con la policía amotinada y la gente indefensa iba a haber una masacre y pensé en renunciar, algo que hice.
Luego, el día 11 de noviembre no me dejaban salir de Bolivia. Más de 10.000 compañeros hicieron fuerza para que yo entrara al aeropuerto. Me comuniqué con algunos presidentes y cancilleres y fue cuando México ofreció el asilo. Mandaron un avión desde Lima, pero no lo dejaron entrar. Luego recibí una comunicación de nuestro embajador en la OEA, José Gonzales, que nos dice que Estados Unidos estaba dispuesto a enviarnos un avión y llevarnos a donde nosotros quisiéramos (risas). Yo no creía eso, pero nos contó que ese avión, si aceptábamos, viajaría desde Colombia. Y por fin, después de tantos intentos, a las 9 de la noche entra el avión militar de México a Cochabamba. Subimos al avión, carreteamos al extremo de la pista para volar, pero no arrancaba. Parado el avión, preguntamos al piloto qué pasó y nos informa que las Fuerzas Armadas le comunicaron que no teníamos permiso de salida. Carreteamos a la terminal comercial y es ahí cuando el vicecanciller de México nos pide que no salgamos del avión, pues es territorio mexicano.
Esa noche, Álvaro García, el vicepresidente, se comunicó con el comandante de la Fuerza Aérea boliviana y le dijo que si no nos daban el permiso podía ocurrir una masacre, porque había más de 10.000 hermanos campesinos concentrados en el aeropuerto. Le advirtió que si pasaba una masacre era su responsabilidad. El general le pidió a Álvaro que les pasara a los pilotos y les comunicó que tenía orden de salida. Ya en el aire nos comunican que no podemos sobrevolar por territorio peruano y Paraguay nos ofreció ayuda para cargar combustible. Y en mi opinión, espero no estar equivocado, ese día Sudamérica estaba siendo controlada desde Washington. Y fue así como abandonamos Bolivia, pero quiero dejar claro que yo no me escapé. Era una cuestión de vida.
Los hechos que desencadenaron su salida se desarrollaron con una velocidad sorprendente. Pocos días después de que la OEA entrega el informe preliminar, la Policía y las Fuerzas Armadas le retiran su apoyo. ¿Usted no sospechaba de algo?
Teníamos información, reportes de inteligencia, que se estaba preparando un golpe por parte de la derecha, que incluso iban a dar posesión a su presidente después de perder. Permanentemente me acusaban de régimen o de dictadura cuando yo gané las primeras elecciones con el 61%, la penúltima con 64% y estas {ultimas, en las cuales no hubo ningún fraude. El fraude fue de la OEA. Yo resumo lo que ocurrió como un golpe del gringo al indio, a nuestro modelo económico. Algo que se había planeado con anticipación y que llegó como se dice en el fútbol, como un contragolpe, rápido y nos tomó por sorpresa.
Pero unos meses antes de las elecciones Luis Almagro había estado en Bolivia y había hablado bien de su gobierno…
Luis Almagro pidió visitarnos y vino por eso. Nosotros recibimos a cualquier persona y esa es una cuestión muy cultural. Mi madre me enseñó cuando era niño que a la visita hay que atenderla bien así sea nuestra enemiga. Y esa siempre ha sido mi conducta desde que soy dirigente. Almagro vino, charlamos, él valoraba bastante nuestro modelo económico y en algún momento dijo inclusive que Evo era el mejor presidente de Bolivia. Y ahora no puedo creer que lo que me decía era una cosa y hace otra. Sigo convencido que es un agente que está en contra de los gobiernos del pueblo.
Respecto a lo ocurrido en esas elecciones hay distintas versiones. La OEA y la oposición denunciaron un fraude y estudios posteriores desestimaron esa hipótesis. Pero ese día hubo irregularidades como actas fraudulentas e informes sospechosos. Sin contar el apagón del conteo. ¿Cuál es su versión de lo que pasó en noviembre?
Yo solo quiero contarle los valores que vienen de mi familia, especialmente de la comunidad originaria, indígena. Se nos enseñó a no robar, a no mentir, ni ser flojo. Un día me pregunté por qué gané la presidencia sin formación académica, y yo mismo me respondo: gané por la verdad y la honestidad. Cómo es que alguien sugiere que yo pedí al Tribunal Supremo Electoral que hiciera un fraude para hacerme ganar. No conozco de eso. Nunca vi eso. No puedo decir que en mi gobierno hubo cero corrupción, pero sí puedo decir que hubo cero tolerancia con la corrupción. no perdonamos. Alcaldes, ministros y funcionaros nuestros fueron a la cárcel. Y sobre lo de noviembre, el informe de la OEA dice que hubo irregularidades en 226 mesas. Yo respondo: Bolivia tiene más de 35.000 mesas.
La OEA dice irregularidades, yo respondo: en cualquier elección del mundo hay irregularidades y no son consideradas fraude. En Bolivia por ley si hay irregularidades se hace otra votación, como se iba a hacer. Pero además de eso, luego sumamos todos los votos de esas 226 mesas y ni con eso nos evitaban que ganáramos en la primera vuelta. Y ahora los estudios, investigaciones, de universidades e instituciones independientes demostraron que no hubo fraude. El fraude solo ha sido de la OEA.
Al salir usted de la presidencia, desde Bolivia llegaron imágenes muy fuertes como la quema de la bandera Whipala o la juramentación con una Biblia. ¿Teme por un recrudecimiento del racismo en su país?
Yo pensé que teníamos casi reducidos el racismo y la discriminación, pero ha vuelto en pequeños grupos, en base al dinero. Cuando hacen concentraciones usan la Biblia para discriminar al indio y a la familia, piensan que están en tiempo de Inquisición. No entiendo. Yo creo en la Iglesia, pero nosotros por la constitución dijimos que no puede haber iglesia ni de primera ni de segunda en Bolivia. Somos un estado laico y algunos obispos de la Iglesia católica. Es evidente que ha resurgido el racismo y por eso la gente no acompaña este proceso. Han enviado mensajes como evitar el retorno de los salvajes al poder. Pero nosotros no somos salvajes, nuestro movimiento nace del movimiento indígena. Un ministro de Áñez dijo que la ciudad no es de los indios y que nos fuéramos al altiplano. Así puedo leer cantidad de mensajes que están en los periódicos. Pero la gente se ha dado cuenta de eso.
El mundo está viviendo una emergencia sin precedentes por cuenta del COVID-19. Bolivia ha empezado a tener cifras preocupantes y desde el gobierno de Áñez le acusan a usted y su gestión de no haber dejado al país preparado en materia sanitaria. ¿Qué opina de eso?
En nuestra gestión hicimos más de 1.000 centros de salud y dejamos 15 hospitales de primer y segundo nivel sin equipamiento, pues estaban por terminarse cuando se paralizaron las construcciones por el golpe. Además, entre 1985 y 2005 solo se invirtieron 500 millones de dólares, mientras que nosotros invertimos cinco veces esa cifra. Por eso no es posible que digan que no hubo inversión. El pueblo sabe bien que es una mentira. La cuarentena es para cuidarnos y esperar que el Estado se equipe, pero en este tiempo hay cero equipamientos. Solo actos de corrupción, cada día les aparece uno nuevo.
Las cifras de Bolivia son preocupantes y hay quienes recomiendan que las elecciones se pospongan. El MAS se opone a esta salida. ¿Por qué?
Las elecciones deben realizarse y yo veo que en todo el mundo se realizan elecciones. El 5 de julio hay en elecciones República Dominicana, hace tres semanas hubo una elección en un país del caribe, entonces se deben hacer. Porque la mejor vacuna contra este mal es la democracia. Lamentablemente Bolivia tiene dos pandemias: en la vida y en la economía. El Coronavirus nos mata con virus, y el gobierno de facto mata de hambre al pueblo. El virus también paraliza el aparato productivo, pero el gobierno de facto paraliza todas las obras, incluso antes de esta pandemia. Ahora Bolivia está endeudada, cuando nosotros nunca pedimos préstamos para gastos corrientes. Solo para construcciones o invertir para nuevas industrias del estado. Tienen miedo de que ganemos.
¿Por qué lo dice?
Ellos saben que en septiembre vamos a ganar las elecciones, y primera vuelta como siempre. La instrucción de Estados Unidos es que el MAS no puede volver al gobierno ni Evo a Bolivia. Y como saben que vamos a ganar, no quieren que haya elecciones. Por ello la batalla del pueblo boliviano es la de cómo garantizamos que haya elecciones. El pueblo está decepcionado. Incluso la misma gente que estaba resentida en materia política con nosotros y están ahora arrepentidos por haber apoyado a la derecha. Incluso el sector privado se hace esas preguntas.
Ahora que la justicia boliviana le prohibió participar en política, qué piensa hacer durante esta campaña electoral.
Mi objetivo principal es volver a Bolivia. No soy presidente, no soy candidato, deseo volver a la agricultura, a las zonas del trópico de Cochabamba. A hacer política desde donde sé. Yo tenía un deseo y es que para 2025 quería retirarme. Ahora que me regresaron, me perjudicaron, he decidido seguir haciendo política. Cuando uno luchó y trabajó por los más humildes, el pueblo lo reconoce, y por ahora la batalla es legalmente volver. Nos acusan de terrorismo y sedición, pero esos son crímenes con motivaciones políticas.
Muchos aseguran que usted se equivocó al aspirar a una nueva reelección. ¿Está de acuerdo con ellos?
Es que después de ver los resultados económicos de Bolivia algunos compañeros me decían: Evo, tu vida no depende de ti, sino de Bolivia. Yo no entendía muy bien ese mensaje, pero cuando en 2015 hubo la caída del petróleo, y nosotros seguíamos creciendo, nos dimos cuenta de que habíamos diversificado la parte productiva, que estábamos haciendo algo bien. Evidentemente, algunos compañeros me insistían en que debíamos continuar con nuestro modelo económico. Y yo antes dije que de pronto si pudo haber sido un error haber aceptado, pero luego me doy cuenta de que no me equivoqué. Sin golpe Bolivia seguiría creciendo. El pueblo tenía la razón.
Demostramos que otro modelo económico es posible, mejor que el capitalismo. Teníamos una economía plural cuya diferencia con los gobiernos de derecha es que acá el estado encabeza la inversión, no solo regula. El estado fundamentalmente invierte y produce, no como antes que el estado era un simple regulador. Además, la inversión privada nacional e internacional en Bolivia está garantizada. También, el pueblo mediante el estado es dueño de sus recursos naturales, que por constitución no se pueden privatizar. Así gobernamos. Pero ahora me doy cuenta de que el capitalismo no quiere rivales en los modelos económicos. Este fue un golpe al modelo económico. Fui un atrevido.
Pero no puede negar que las elecciones del año pasado fueron las más disputadas y que el ambiente político en su país estaba tenso. ¿De verdad no se arrepiente de haber ido a una tercera reelección?
No, el pueblo me pidió que siguiera de presidente y ganamos en la primera vuelta. Si la derecha, el imperio y la OEA, respetaban esos resultados Bolivia no estaría como está en este momento. Eso lo sabe el mundo.
¿Cómo ve a su candidato Luis Arce?
Es un compañero de lucha. Me acompañó casi toda la gestión como ministro de economía. Es muy capacitado y lo más importantes que Arce trabaja para la patria, no por la plata. Es un hombre de mucho compromiso, economista, y de confianza. Lo vamos a acompañar para cuidar la economía, pero ahora también hay que generar economía, esa es la otra responsabilidad.
Después de una primera década del siglo XXI en la que América Latina vivió un boom de gobiernos progresistas el mapa político cambió. Correa es requerido en su país, Maduro y Venezuela están cada vez peor… ¿Qué pasó con la izquierda latinoamericana? ¿Se cometieron errores?
Todo comienza con el golpe de Honduras, cuando estaba uniéndose al ALBA, luego el golpe en el Congreso en Paraguay, y luego en Brasil. En Ecuador, el vicepresidente traicionó a Correa. Acá en Argentina perdieron, pero ya lo recuperaron. Ahora se perdió en Uruguay, pero yo tengo la esperanza de que en cualquier momento vamos a volver, estamos con la verdad y la razón. Y nosotros hemos mostrado resultados importantes: de los casi 11 millones de habitantes, tres millones pasaron en mi gestión a la clase media, son resultados. Bajamos la pobreza, la desigualdad, y por eso nuestro movimiento sigue siendo primero en intenciones de voto.
Usted habla de derecha golpista, de izquierda, de imperialismo, pero lo cierto es que a la hora de gobernar se debe hacerlo para todos. ¿Cómo resolver ese problema de polarización?
Evidentemente cuando uno es presidente gobierna para todos. Pero este renacimiento del racismo nos sorprende. por lo tanto, debe haber dialogo.
Sectores de la derecha radical tienen que entender que no va a haber paz si no hay justicia social. No va a haber paz sin cierta igualdad. No va a haber paz civil si siguen políticas de marginación y de exclusión a las mayorías nacionales. Cuando hay conflictos sociales los pobres no pierden nada. Tiene que haber dialogo y entender entre bolivianos o latinos y pensar en cierta igualad, reducir las asimetrías.
¿Cree que volverá a Bolivia en este 2020?
Si la justicia obrara legalmente ya estaría en Bolivia. Yo no he cometido ningún delito. Además de eso saben jurídicamente los procesos de terrorismo y sedición son procesos netamente políticos, no son procesos penales. Mira, como yo puedo cometer terrorismo desde México desde Argentina (risas). Yo solo pregunto ¿por qué tanto miedo a Evo? Y ahora cuando ganemos en las elecciones le devolveremos la dignidad de la libertad al pueblo boliviano.