Geert Wilders, la piedra en el zapato en la política holandesa

El político, líder de uno de los partidos más populares, propone cerrar las fronteras, expulsar a los musulmanes y vetar el Corán. Se ha convertido en ejemplo para la extrema derecha en Europa.

redacción internacional
15 de marzo de 2017 - 03:58 a. m.
Geert Wilders durante un debate televisado en La Haya este martes. / AFP
Geert Wilders durante un debate televisado en La Haya este martes. / AFP

Geert Wilders se ha convertido, a fuerza de carácter, en un ejemplo de la soledad a la que quiere someter a su país: acude al Parlamento para cumplir con su horario laboral, va a fiestas y permanece en silencio, ve a su esposa dos veces por semana, pocos amigos son tan atrevidos como para preguntarle sobre su vida privada y cuando fue expulsado del partido de gobierno por desacuerdos, tomó la decisión definitiva de formar un partido cuyo único miembro era él. En 2004, formó el Grupo Wilders en solitario y dos años después reunió a otros políticos y construyó el Partido por la Libertad (PVV). Él se declara un liberal de derecha y sus opositores lo ven como un acusador de extrema derecha. En su soledad, Wilders ha adquirido una figura que amenaza con desestabilizar la política holandesa en las elecciones parlamentarias.

Holanda escoge hoy a los 150 miembros de la Cámara Baja, el sector más importante del Legislativo. En las urnas, los ciudadanos dan su voto por un partido (no por un candidato) y dependiendo del número de votos que cada formación alcance se le asigna un número de escaños. El partido que gane la mayoría o que logre formar una coalición para obtener esa mayoría (que consiste en 76 escaños) tendrá el poder para elegir al primer ministro.

Mark Rutte ocupa hoy ese puesto. De maneras delicadas y duro en los debates, Rutte le ha dado la importancia que se merece a Wilders y ha declarado que su movimiento, el Partido Popular Liberal y Demócrata (VVD), jamás lo apoyará. Lo dice porque sabe que es posible que el PVV termine segundo en las listas de la Cámara Baja. En ese caso, el VVD puede pedir la ayuda de partidos menores para formar la coalición y tomar la decisión de dejar a Wilders por fuera de cualquier cargo. Sin embargo, Wilders, que suele lucir su cabello entre plateado y rubio y tiene desde 2004 un cuerpo de vigilancia a su lado durante todo el día, puede convertirse en la señal que necesitan otros partidos de extrema derecha en Europa para alegar sus derechos.

Wilders nació en una familia que migró desde las entonces colonias holandesas en Tailandia. Su sangre es migrante. A principios de los años 90, comenzó su carrera en la política como miembro del Consejo Municipal de Utrecht y logró un escaño en la Cámara Baja en 1998. Lideró su partido y comenzó su carrera de denuestos, que no se correspondía en absoluto con sus inicios, cuando de hecho fue compañero de Rutte y uno de sus aliados para formar una coalición.

Wilders ha pedido vetar la venta del Corán en Holanda, cerrar las fronteras a los migrantes y expulsar a los musulmanes. Dice que aquéllos no se consideran holandeses y que aún no han probado su adaptación al ambiente nacional. Dice que Holanda se está convirtiendo al islam y que hay que proteger al holandés auténtico. Para él, el Corán es igual a Mi lucha, de Adolfo Hitler. “No digo que todos los musulmanes sean malos o sean terroristas, sería ridículo”, dijo hace poco a la AFP. “Pero creo que en todos los países donde el islam es la religión dominante, se puede observar una falta de libertad, de democracia, de Estado de derecho...”.

El año pasado lo condenaron por discriminar a los marroquíes al prometer que habría menos de ellos en el país. Wilders ha propuesto, además, que Holanda se salga de la Unión Europea con argumentos muy parecidos a los que esgrimió el político Nigel Farage en el Reino Unido. Ha encontrado apoyo popular, pero todavía insuficiente. Los sondeos aseguran que tanto su partido como el VVD obtendrán al menos 24 escaños. En ese empate, los partidos menores tendrán la palabra. El 60% de los votantes, hasta ayer, no sabían por quién votarían ni si votarían. Wilders parece aprovechar el desvelo político para atrapar votos en el vacío.

 

Por redacción internacional

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