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Protestas en EE.UU.: El racismo colma la paciencia de los estadounidenses

Un lunes como hoy, pero de hace una semana, George Floyd salía de una tienda de víveres cuando fue interceptado por la policía. Floyd, afroamericano de 46 años, se encontraba dentro de su vehículo, junto a otras dos personas, cuando la policía llegó a la tienda, preguntando por un supuesto caso de estafa, por un billete falso de US$20.

Jesús Mesa
01 de junio de 2020 - 11:26 a. m.

A Floyd lo hicieron salir de su vehículo y lo esposaron. Entonces, según el primer informe de la Fiscalía, el hombre cayó al suelo y afirmó que tenía claustrofobia. Durante la detención, grabada por los celulares de varios testigos, Floyd aparece esposado y tumbado boca abajo en el pavimento, mientras la rodilla del oficial Derek Chauvin, de raza blanca, aprieta su cuello contra el suelo, indiferente a las súplicas del afroamericano: “Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar”.

A pesar de los lamentos de Floyd, Chauvin mantuvo esa presión en el cuello durante ocho minutos y 46 segundos. El oficial siguió apretando incluso durante los dos minutos y 53 segundos en los que el afroamericano había dejado de suplicar, cuando ya estaba inmóvil. No se levantó sino hasta que llegaron los servicios paramédicos. Se le declaró muerto a las 9:25 de la noche.

La muerte de Floyd le dio la vuelta al país y al mundo entero. La imagen del hombre, tumbado en el suelo, completamente indefenso, bajo la rodilla de un policía blanco, se convirtió en un vivo recordatorio de lo que millones de afroamericanos tienen que vivir a diario en Estados Unidos. Violencia, represión, racismo y presunción de culpabilidad son algunas de ellas.

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De acuerdo con una investigación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizada en 2015, el 34 % de los civiles desarmados asesinados por agentes de policía eran afroamericanos. La misma comisión asegura que los hombres negros tienen casi “tres veces más probabilidades de ser asesinados por la fuerza policial en Estados Unidos”.

Si bien, como indica la CIDH, al año hay miles de registros de excesos policiales contra los afroamericanos, la muerte de Floyd pareció colmar la paciencia de millones de negros que exigen una vida digna en su país. El caos se apoderó de Estados Unidos por la que ya es una semana de protestas contra la brutalidad policial, ahora extendidas con virulencia por toda la nación.

“Hubo muchas protestas pacíficas y nada cambió; a veces las cosas deben empeorar antes de mejorar”, dijo una manifestante en Minnesota a la AFP. “George Floyd no es el primero”, añade Carl, negro, de 29 años. “¿Qué se supone que debes hacer, solo relajarte y aceptarlo?”, se pregunta.

Las manifestaciones de esta semana le dieron un nuevo impulso a la campaña #BlacksLivesMatter (La vida de los negros importa), surgida en 2014, que lucha contra el racismo estructural que persiste en varias instituciones policiales en Estados Unidos.

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Soldados en las calles

Después de cinco días de protestas, el diario The New York Times informa que cientos de personas han sido arrestadas en todo el país por los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. En algunas ciudades, las quejas sobre excesos de la policía se han hecho masivas en las redes sociales. La última de ellas, en la ciudad de Nueva York, los usuarios denunciaron que la policía embistió a una multitud de manifestantes, algunos de los cuales estaban bloqueando la calle con dos vehículos.

De hecho, la respuesta por parte de las autoridades ha sido la de militarizar las ciudades. Unos 5.000 soldados de la Guardia Nacional fueron desplegados en quince estados y en Washington, y otros 2.000 estaban listos para intervenir en caso de ser necesario. Además, al menos 25 ciudades —entre ellas Atlanta, Los Ángeles, Chicago, Colombus, Denver, Filadelfia, Miami, Minneapolis, Louisville y Seattle— han implementado el toque de queda.

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La violenta respuesta de la policía a muchas de las manifestaciones, que iniciaron de manera pacífica, ha sido atribuida al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien el viernes pasado amenazó con “disparar” cuando comenzaran los saqueos. También dijo que las protestas han sido motivadas por grupos extremistas de izquierda y que la violencia “atenta contra la memoria de Floyd”.

Pero lo cierto es que estas protestas han hecho que Trump viva una de las semanas más críticas desde que asumió la presidencia, en enero de 2017. Porque además de la amenaza del coronavirus, que ha cobrado la vida de casi un millón de estadounidenses este año, ahora tiene que lidiar con el descontento social de gran parte de la sociedad norteamericana, cansada de soportar décadas de injusticia e impunidad.

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