Reparar su imagen como nación es el reto que asumió el reino de Arabia Saudita tras el brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. Desde el homicidio del columnista de The Washington Post, el país ha visto su percepción en el exterior altamente deteriorada, y su preocupante historial de violaciones a derechos humanos ha salido a la luz. Por ello, el gobierno ha decidido utilizar la influencia de las estrellas de redes sociales, más conocidas como ‘influencers’, para exhibir en internet un rostro más amable del país aliándose con la firma de relaciones públicas Gateway KSA. Vea también: Arabia Saudita y otro crimen más para la lista
“El gobierno saudita está invirtiendo mucho en tratar de reconstruir su imagen, particularmente después del asesinato de Jamal Khashoggi, el periodista saudí que fue asesinado en el consulado saudí en Turquía. Creo que fue cuando la gente comenzó a darse cuenta de que estamos tratando con un régimen autoritario. Estamos lidiando con un estado que es tan represivo”, dice Raihan Ismail, profesor asociado en el centro de estudios árabes e islámicos de la Australian Nationality University, consultado por el diario The Guardian.
“Si alguien va a Arabia Saudita y ve todos los cambios que están teniendo lugar en Arabia Saudita y cómo algunos sauditas, particularmente los sauditas más jóvenes, se están divirtiendo, por supuesto que van a decir: ‘esto es genial, el estado saudita está cambiando su liberalización’. Pero, por otro lado, estamos lidiando con un estado muy represivo”, agrega Ismail.
La extensa lista de reglas para los influenciadores que aceptan los viajes incluye “vestirse moderadamente, no mostrar afecto en público y no beber alcohol”. Tampoco se permite mostrar simpatía hacia Qatar y hacer comentarios que ridiculicen a la familia real o su liderazgo en el país.