Gobierno de Filipinas suspende diálogos de paz con el Nuevo Ejército del Pueblo

Tras un ataque armado contra dos vehículos oficiales, el presidente Rodrigo Duterte puso fin a la mesa de negociaciones con el NEP, brazo armado del Partido Comunista. Concluye así otro intento por acabar una guerra de 45 años y 30.000 muertos.

Redacción Internacional.
21 de julio de 2017 - 10:53 p. m.
Rodrigo Duterte (centro), presidente de Filipinas, durante un encuentro con soldados del campamento militar de Marawi. / EFE.
Rodrigo Duterte (centro), presidente de Filipinas, durante un encuentro con soldados del campamento militar de Marawi. / EFE.

La poca paciencia que ha demostrado tener el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, se le agotó con el Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), brazo armado del Partido Comunista filipino que tiene en sus filas a unas 4.000 personas. Luego de que el martes cuatro agentes de la guardia presidencial resultaran heridos por una emboscada perpetrada por presuntos miembros del NEP, Duterte anunció que dará fin a las negociaciones de paz con esa guerrilla, pues no fue el primer -y seguramente no será el último- ataques contra las fuerzas de seguridad del país.

Frente a cientos de soldados que desde mayo combaten a yihadistas islámicos en Marawi, sur de Filipinas, Duterte aseguró que la ofensiva subversiva agotó su paciencia y ya no dialogará más ni con los representantes del Partido Comunista (ilegal en ese país), y mucho menos con el NEP. Desde abril, ambas partes buscan negociar una paz definitiva, pero en tres meses se cuentan más enfrentamientos armados que temas resueltos en la mesa.

"Ya no quiero hablar con ellos. Han matado a muchos de mis soldados, han matado a muchos de mis policías", aseguró Duterte en declaraciones televisadas, en las que además instó Al ejército filipino a prepararse para, luego de concluir la confrontación con Estado Islámico en Marawi, dirigir todos los esfuerzos a atacar al NEP. “Nos vamos a reorientar. Vamos a apuntar al NEP porque nos deben mucho", agregó el presidente en sus palabras airadas a las que ya se acostumbraron los ciudadanos filipinos.

Así concluye otro intento por acabar la guerra entre el NEP y el Estado filipino, que tiene más de 45 años y ha causado, por lo menos, 30.000 muertos.

El ataque que motivó la suspensión de los diálogos fue consumado por unos 50 guerrilleros, que dispararon contra dos vehículos oficiales que recorrían una vía del sur del país. Duterte no se encontraba en el vehículo, que fue atajado con un falso retén militar. La caravana llegó al falso punto de control, cuando un gran grupo de guerrilleros, disfrazados de soldados, abrieron fuego contra la comitiva. Todo terminó en un cruce de disparos entre ambas fuerzas y cuatro escoltas de Duterte heridos.

La emboscada se dio un día después de que Duterte pidiera al Parlamento extender la ley marcial, con la que desde hace dos meses el presidente busca recuperar el control del sur del país, que hoy por hoy es controlado por grupos afines a Estado Islámico. El régimen militar inició el pasado 23 de mayo y, en principio, solo sería por 60 días.

Por Redacción Internacional.

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