Granjeros indios se entierran hasta el cuello para no perder sus tierras

Las manifestaciones de pacíficas de los granjeros se suman a una larga lista de formas insólitas de protestar.

EFE - Redacción internacional
07 de octubre de 2017 - 07:09 p. m.
Imágen de referencia / Pixabay
Imágen de referencia / Pixabay

Granjeros indios protestaron el viernes por sexto día consecutivo enterrando sus cuerpos hasta el cuello para presionar al gobierno local para que dé marcha atrás en su decisión de expropiarles sus tierras para construir una zona residencial.

Los granjeros, "22 hombres y 25 mujeres", protestan desde el 2 de octubre a las afueras de la ciudad de Jaipur, en el estado occidental de Rajasthan, para evitar que les expropien unas 53,5 hectáreas, explicó a Efe el líder de la protesta, Nagendra Singh.

Singh, que con el resto de manifestantes no han abandonado desde el lunes sus hoyos, donde incluso duermen, aseguró que se vieron obligados a tomar esta medida desesperada después de que el pasado 18 de septiembre el gobierno local empezara a quitar las tierras.

Según el manifestante, la expropiación afecta a 1.500 familias de granjeros y les deja sin su "única fuente de ingresos", al ser el lugar donde tienen sus cultivos o pastan "vacas y búfalos"

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Ante la presión, y después de haber aceptado los granjeros un intermediario en las negociaciones, el gobierno local había propuesto que se reunieran hoy a primera hora de la tarde, pero finalmente el encuentro fue cancelado sin nueva fecha, dijo Singh.

"Así que vamos a dar un nuevo paso en nuestra protesta, que será anunciado mañana por la mañana", sentenció el líder campesino.

La India, con más de 1.300 millones de habitantes, es un país sustancialmente agrícola, donde alrededor del 75 % de la población depende, según el Banco Mundial, de este sector, que supone a su vez el 17 % del producto interior bruto del gigante asiático.

-La tradición de la protesta paífica-

El pasado marzo, Nueva Delhi también fue escenario de llamativas protestas de granjeros. En esa ocasión los manifestantes decidieron afeitarse la mitad de la cabeza o portaron collares elaborados con cráneos humanos que, según ellos, pertenecían a sus compañeros muertos.

En ese entonces, la región sureña de Tamil Nadu  experimentaba una epidemia de suicidios de agricultores que, afectados por la sequía y con las deudas hasta el cuello, habían preferido quitarse la vida.

 “Mis compañeros y yo estamos tratando de enviar el mensaje de que tendremos que comer ratones si las cosas no mejoran”, le dijo a la BBC Chinnagodangy Palanisamy, un hombre de 65 años que participaba en las protestas y decidió ponerse un ratón entre los dientes para llamar la atención de las autoridades.

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Los llamativos actos de protesta se volvieron todavía más teatrales a mediados de abril, cuando Palanisamy y sus compañeros llevaban más de 40 días acampando en las calles de Delhi  y se habían convertido en paisaje.

En medio de esa misma crisis, un grupo de agricultores se dirigió Rashtrapati Bhavan, la residencia del Primer Ministro indio, para tratar de conseguir una audiencia. A la negativa de las autoridades el grupo de granjeros respondió desnudándose y desfilando por las calles hasta ser detenidos.

Este tipo de manifestaciones encajan en la larga tradición india de protestar sin recurrir a la violencia. Sin embargo, según Sanjay Kumar, director del Centro para el Estudio de Sociedades en Desarrollo, consultado por Scroll.in:  “la gente ya no tiene tanta paciencia para esperar que pasen meses sin que las protestas terminen […] la violencia puede convertirese en un medio para llamar la atención.

Por EFE - Redacción internacional

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