En Paraguay, el pasado 17 de junio, la familia de Juan Ramón Alfonzo lo daba por muerto. Preparó sus exequias y cuando se despedían de él apareció caminando en su velorio.
El cuerpo que se encontraba en el ataúd fue reconocido por su familia luego de que el joven de 20 años llevaba tres días desaparecido, por lo que lo daban por muerto. El cadáver estaba calcinado, pero lo habrían identificado por un anillo que la hermana de Alfonzo le había regalado.
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Gracias a la confirmación de la familia, un médico forense expidió el certificado de defunción en nombre de Juan Ramón Alfonzo Penayo.
Cuando su familia le decía adiós en su casa ocurrió el milagro. Las lágrimas de las personas que se encontraban allí se detuvieron absortas por lo que sus ojos veían. Alfonzo estaba vivo.
El joven explicó que estuvo trabajando en una estancia del lado brasileño y que por motivos de salud no había podido regresar a Santa Teresa, una localidad a las afueras de la ciudad Pedro Juan Caballero, a 600 kilómetros de Asunción, la capital.
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Por lo tanto, la familia devolvió el cuerpo al Ministerio Público, los cuales no han podido reconocer su identidad y están a la espera de que alguien lo reclame.