Japón y un histórico relevo imperial

El miércoles el emperador Akihito abdicará y le cederá el poder a su hijo Naruhito. ¿De qué se trata este proceso de “hermosa armonía”?

Gonzalo Robledo * / Especial para El Espectador, Tokio
28 de abril de 2019 - 02:00 a. m.
Naruhito, de 59 años, subirá al trono tras la abdicación de su padre, Akihito, de 85 años.  / EFE
Naruhito, de 59 años, subirá al trono tras la abdicación de su padre, Akihito, de 85 años. / EFE

Con la llegada del nuevo emperador al trono del Crisantemo el próximo miércoles (1° de mayo), Japón da comienzo a una nueva era, estrena calendario y perpetúa una dinastía más antigua que los primeros emperadores romanos.

El ascenso imperial en Japón suele estar ensombrecido por el luto, ya que el emperador asume su cargo cuando su padre fallece. Sin embargo, en esta ocasión no hay duelo, pues el nuevo monarca, Naruhito, de 59 años, subirá al trono tras la abdicación de su padre, Akihito, de 85 años.

Cada período imperial da nombre a un nuevo calendario y el 1º de mayo se empezará a contar la nueva era cuyo nombre, elegido por el gobierno, será Reiwa (“Hermosa armonía”). La denominación se anunció con un mes de antelación para ajustar los programas informáticos y dar tiempo a que las imprentas de almanaques y papelería oficial preparen sus diseños y pongan a funcionar sus rotativas.

Los bebés nacidos en Japón a partir del 1º de mayo serán registrados con la fecha de nacimiento año 1 de la era Reiwa. Los que vean la luz el 30 de abril quedarán en el año 31 de la era Heisei, la era de Akihito, el monarca saliente. Le puede interesar: Reiwa: la nueva era de Japón

Cuando Akihito recibió el trono, en 1989, Japón era aún la segunda economía del mundo y el índice bursátil Nikkei tocó su récord histórico de 38.957 puntos. Las tres décadas de su reino fueron de descenso económico y desastres naturales. Entre las metáforas de los economistas para esos años figuran “estallido de la burbuja económica”, “décadas perdidas” y “empresas zombis”. Las manufacturas japonesas, señaladas hasta entonces como modelo de eficiencia y calidad, no pudieron igualar los precios de sus rivales en China y Corea del Sur. Japón cedió a China su posición como segunda economía mundial.

Los frecuentes seísmos, ocasionados por su geografía volcánica y la abundancia de fallas tectónicas, también afectaron su economía. Al mismo tiempo permitieron al emperador Akihito y a la emperatriz Michiko reforzar su acercamiento a la gente y expresar su solidaridad con las víctimas de los desastres.

El terremoto, el tsunami y el accidente nuclear de Fukushima en 2011, produjeron, además de miles de muertos, desplazados por la radiactividad. La pareja imperial se acercó a los campos de refugiados nucleares y visitó a los damnificados del terremoto de 2011 y de otros terremotos y tragedias naturales que tuvieron lugar en esos años.

Las fotos de los monarcas agachados para hablar con los damnificados que estaban sentados en el suelo fueron propagadas por las redes sociales y hoy se dice que igualar la gran popularidad de Akihito y Michiko será el primer reto del próximo emperador. En un anuncio de que el modelo a seguir es su padre, el príncipe Naruhito y su consorte, la futura emperatriz Masako, realizaron visitas parecidas a las víctimas de los desastres.

Pero más que la cercanía a su gente, la característica que definirá al emperador Akihito en los libros de historia será su pacifismo.

Despojados de su poder político por el ejército victorioso tras la derrota de la Segunda Guerra Mundial, los emperadores japoneses fueron relegados a símbolo del Estado con funciones protocolarias. Entre sus obligaciones destacan los viajes de buena voluntad al extranjero y los agasajos a gobernantes de otros países cuando visitan Japón.

Akihito, quien de niño tuvo una tutora norteamericana y habla inglés, hizo de la política exterior su caballo de batalla. Pese a las críticas de los sectores más nacionalistas, visitó y ofreció disculpas a los países vecinos de Asia que en la primera mitad del siglo XX fueron invadidos por Japón en nombre de su padre, el emperador Hirohito. Vea también: Emperador de Japón renunciará al trono

Dada la masiva inversión de las empresas japonesas en sus anteriores colonias en Asia, se presume que las visitas tuvieron un efecto similar al de una promoción marca país.

Pero pese a representar una institución equiparable al himno nacional y a la bandera del sol naciente, Akihito evitó ser usado como emblema del nacionalismo y esquivó cualquier muestra de simpatía que sugiriera exoneración de la responsabilidad histórica o, más aún, complacencia con las invasiones niponas en Asia.

Que el actual primer ministro, Shinzo Abe, tiene una visión distinta al emperador respecto a la memoria de las agresiones pasadas quedó en evidencia en su discurso de 2015 para conmemorar el 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.

Sin hacer referencia directa a los viajes de contrición del emperador, Abe afirmó que Japón no debería permitir que sus futuras generaciones estén “predestinadas a pedir perdón”. Abe proviene de una estirpe de políticos nacionalistas y su visión de la historia es considerada revisionista y percibida en el resto de Asia como una continua provocación.

Navegar con el viento en contra no es ninguna novedad para Akihito. En 1959 se casó con Michiko Shoda —una joven fuera de la aristocracia educada en instituciones católicas—, a sabiendas de que todos los ritos del trono están sujetos al sintoísmo, la religión panteísta local.

Cuando en 2016 anunció su deseo de abdicar, argumentó su frágil salud y no tuvo ningún reparo en poner el sentido común por encima de una tradición que no se rompía desde hacía 202 años, un plazo corto si se tiene en cuenta que el primer emperador, según la historia enseñada en las escuelas, ascendió al trono en el año 660 antes de Cristo.

Naruhito, el próximo monarca, estudió en Oxford (Inglaterra), habla inglés fluido, es historiador y toca el violín y la viola. El primer monarca japonés nacido después de la guerra fue también el primero educado directamente por su madre y no por los funcionarios de la corte. Al igual que su padre, Naruhito se casó por amor. En 1993 contrajo matrimonio con Masako Owada, una exdiplomática que ha tenido serios problemas de depresión causados, según algunos medios, por el retraso en procrear y la imposibilidad de tener un hijo varón que perpetúe una dinastía que solo admite varones en el trono.

Los emperadores entrantes tienen una hija, Aiko, de 17 años, y el heredero directo en el caso de faltar Naruhito será su hermano Fumihito, llamado también el príncipe Akishino, de 53 años.

Si los 30 años de la era Heisei serán recordados por la contracción económica, los desastres naturales y la paz, la era Reiwa se inicia con aire festivo. Su inauguración coincide con un período vacacional que ha sido alargado a 10 días por decreto para felicitar la ocasión. Se prevé que los viajes, bodas y otras formas de consumo motivadas por el ambiente de renovación tengan un efecto en la economía japonesa de unos US$4.000 millones.

En octubre habrá otra oleada de gasto, cuando tenga lugar la ceremonia formal de entronización. Se espera la visita de jefes de gobierno y representantes de más de 190 países, ante los cuales Naruhito será presentado como el emperador número 126 en la dinastía reinante más antigua del mundo.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * / Especial para El Espectador, Tokio

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