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Justin Trudeau, el primer ministro que dice “lo siento” con mucha frecuencia

Un nuevo escándalo de ética sacude al primer ministro de Canadá, quien declaró al Parlamento este jueves de nuevo que “sentía” el error que cometió. No es el primero de su carrera, y sus disculpas ya no son suficientes para los partidos de oposición que ahora le piden la renuncia. ¿Qué tan grave es?

30 de julio de 2020 - 10:13 p. m.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, compareció ante el Parlamento para dar un testimonio muy esperado sobre su concesión de un lucrativo contrato gubernamental a una organización que previamente había pagado a miembros de su familia.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, compareció ante el Parlamento para dar un testimonio muy esperado sobre su concesión de un lucrativo contrato gubernamental a una organización que previamente había pagado a miembros de su familia.
Foto: AFP - Agencia AFP

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, rindió testimonio este jueves ante los diputados del Parlamento por un nuevo escándalo de ética que involucra un contrato adjudicado por su gobierno a WE Charity, una organización que tiene una estrecha relación con la familia del político.

Este contrato, de 43.53 millones de dólares canadienses, le concedió a WE Charity la administración del programa de subvención estudiantil, el cual cuesta unos US$660 millones y pretende conectar a los estudiantes de secundaria y a los recién graduados con oportunidades de voluntariado a cambio de ayuda financiera.

Este proyecto fue una forma de darle a los estudiantes una oportunidad laboral que por las condiciones de la pandemia de coronavirus no pudieron tener. Además, al conectarlos en actividades del servicio nacional relacionadas con la lucha contra los efectos del COVID-19 en el país, se trataba de ayudar en la respuesta a la emergencia sanitaria. Era un plan positivo. El problema fue la manera en la que se ejecutó.

El contrato con WE Charity se estableció sin un proceso de competencia. No se abrió un pedido de ofertas. No hubo otras opciones a considerar. El gobierno acordó directamente con WE Charity y Trudeau participó de la discusión para elegir esta organización para administrar el plan económico. Lo que despertó la indignación es que su familia pudo haberse beneficiado de esta decisión, pues entre ellos hay una estrecha relación.

WE Charity admitió haber entregado cerca de US$ 300.000 a la madre y al hermano de Trudeau por pronunciar discursos y participar en los eventos de la organización en el pasado. Para los críticos del contrato, el primer ministro, y el ministro de Finanzas, Bill Morneau, con quien también WE Charity tiene vínculos, actuaron en favor de la organización de manera dudosa y los podrían haber recompensado por sus relaciones personales.

“Esta es una historia sobre cómo cada gobierno tiene amigos, esos amigos los ayudan a ser elegidos y los promueven, y luego el gobierno quiere ayudar a esos amigos porque los promoverán y los impulsarán más”, dijo Duff Conacher, cofundador de una organización de vigilancia sin fines de lucro, Democracy Watch, a The New York Times.

Según Trudeau, su primera intención fue que el recién creado Cuerpo de Servicio de Canadá fuera el encargado de ejecutar el programa, pero no era lo suficientemente amplio para esta tarea y se corría contra el tiempo. WE Charity era la única opción para seguir adelante.

“Dijeron que si queríamos que este programa sucediera, tenía que ser a través de WE Charity. La elección no fue entre proveedores. Fue entre WE Charity y no seguir adelante en absoluto”, justifica el primer ministro.

Trudeau ha admitido que cometió un error al participar en la elección de WE Charity, pero negó que haya querido dar “un trato preferencial” a la organización. El programa terminó siendo retirado. Pero eso no detuvo las críticas al mandatario ni la presión de la oposición para que deje su cargo.

"Todo este escándalo apesta a corrupción en los más altos niveles de gobierno", denunció el jueves el jefe saliente de la oposición conservadora Andrew Scheer durante una conferencia de prensa. "Nuestro mensaje importante hoy es que este no es final de la historia", agregó.

Esta no es la primera vez que Trudeau enfrenta un escándalo de este tipo, ni tampoco la primera vez que es obligado a decir “lo siento”. El primer ministro ya ha sido acusado dos veces por el regulador de ética por contravenir las leyes de conflicto de intereses durante su primer mandato. La más grave ocurrió en 2017, cuando se descubrió que Trudeau habría presionado a su entonces fiscal general Jody Wilson-Raybould para evitar que SNC Lavalin, una de las empresas más grandes de Canadá y con un interés importante para su electorado, fuera procesada por sobornar a funcionaros libios entre 2001 y 2011.

La diferencia entre las dos primeras denuncias y el escándalo de WE Charity es que el tablero político del país ha cambiado, y el partido de Trudeau ya no es la mayoría en el Parlamento. La semana pasada los dos principales partidos opositores pidieron la renuncia de Trudeau, y su imagen se ha visto fuertemente golpeada por ello. Aunque el partido de Trudeau sostiene todavía una ventaja sobre el resto, especialmente por su labor frente a la pandemia, no es la misma que tenía hace cinco años, cuando el primer ministro gozaba de un margen mucho mayor sobre sus opositores.

“Aquí hay un patrón que es muy descuidado. La pregunta en las urnas es si los canadienses castigarán a un primer ministro que es descuidado en estos asuntos, pero no corrupto”, le dijo Janice Stein, directora fundadora de la Escuela de Asuntos Globales y Políticas Públicas Munk de la Universidad de Toronto, a The New York Times.

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