Kuczynski se queda en la presidencia peruana

El pleno del Congreso de Perú rechazó el pedido de destitución presentado por la oposición contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski por una supuesta "permanente incapacidad moral" por sus vínculos con la empresa brasileña Odebrecht.

redacción internacional
21 de diciembre de 2017 - 09:45 p. m.
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, dio esta semana un mensaje a la nación, rodeado de su gabinete presidencial. / AFP
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, dio esta semana un mensaje a la nación, rodeado de su gabinete presidencial. / AFP
Foto: AFP - HO

El pleno del Congreso de Perú rechazó este jueves el pedido de destitución presentado por la oposición contra el presidente Pedro Pablo Kuczynski por una supuesta "permanente incapacidad moral" por sus vínculos con la empresa brasileña Odebrecht.

Tras una sesión de mas de 13 horas, el pedido de vacancia solo obtuvo 79 votos a favor y fue rechazado, porque la ley indica que necesitaba del apoyo mínimo de 87 de los 130 legisladores. A la sesión asistieron 129 congresistas, de los cuales 21 se abstuvieron y 19 votaron en contra de la vacancia presidencial.

"No ha sido aprobado el pedido de vacancia por causal de incapacidad moral permanente", dijo el presidente del Congreso, Luis Galarreta, tras la votación, que arrojó 79 votos a favor de la destitución, 19 en contra y 21 abstenciones.

En una sesión dramática tras una larga noche de negociaciones (acudieron a la sesión 109 legisladores de un total de 130), PPK se defendió, al comienzo de la jornada y durante un poco más de dos horas, para seguir en el poder.

Denunció que el pedido de vacancia (destitución) sería “un daño para la democracia de Perú” y agregó que era un hombre honesto. “Jamás he recibido un soborno, una coima o una prebenda. Ni mi empresa ni yo hemos contratado con el Estado peruano. Jamás incurrí en conflicto de intereses”.

Pero el presidente cometió un grave error: mintió y negó tener un conflicto de intereses, según explicaron varios analistas a la prensa local. PPK había negado, desde antes de asumir el mando el 28 de julio de 2016, tener vínculos con Odebrecht, hasta que fue desmentido por la propia empresa, que reveló el pago de casi cinco millones de dólares a empresas ligadas al presidente cuando éste era ministro de Economía de Alejandro Toledo.

Odebrecht también admitió haber pagado 29 millones de dólares en sobornos en Perú entre 2004 y 2015, período que abarcó los gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006), en el que Kuczynski fue ministro; Alan García (2006-2011) y Ollanta Humala (2011-2016). Humala permanece en prisión preventiva, acusado de recibir tres millones de dólares para su campaña electoral de 2011, mientras que contra Toledo pesa una orden de extradición desde Estados Unidos por recibir presuntamente 20 millones de dólares en sobornos para conceder a Odebrecht la construcción de una carretera.

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"No he sido suficiente prolijo, pero no soy corrupto. Pido a la nación sentidas disculpas por no explicar mi conducta profesional. Jamás le he mentido al pueblo peruano. Jamás he recibido un soborno. Jamás incurrí en un conflicto de intereses. Pero pido disculpas porque no supe explicar, no presté atención a las formas de la política. Debí advertir a tiempo el grave clima de ingobernabilidad. Sigo aprendiendo”, dijo Kuczynski.

Un mea culpa tardío. Una encuesta realizada por la empresa privada Gfk y publicada ayer por el diario La República reveló que un 70 % de encuestados cree que las explicaciones que ha dado Kuczynski “hacen pensar que hubo algo ilegal”.

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Su abogado expresó que en "la práctica estamos ante un golpe de Estado", si el Congreso destituye al presidente. Por eso el mandatario llevó su defensa al terreno que más beneficios le ha dado: apeló al antifujimorismo, el movimiento más poderoso de Perú, y que lo llevó a la presidencia (ganó por apenas 40.000 votos a Keiko).

Desde hace 27 años la política peruana gira entorno al mismo apellido. Según PPK echarlo a él supone entregarle el poder a los Fujimori. “Acá no está en juego mi permanencia en el cargo, está en juego la estabilidad democrática, no apoyen una vacancia (destitución) sin sustento, porque el pueblo no olvida, ni perdona”, agregó. En eso tiene razón. “Cualquier vacancia declarada con mala fe y falta de pruebas solo puede constituir la apertura de una caja de Pandora de la que muy bien pueden acabar arrepintiéndose en un tiempo no tan lejano los más entusiastas de sus actuales propulsores”, decía el diario El Comercio en un editorial.

El Washington Post coincide al señalar que “el escándalo ha sido aprovechado por Keiko Fujimori, quien ya orquestó la destitución de tres ministros y se dirige a varios jueces de la Corte Suprema”. Y agrega: “Parece decidida a desmantelar el gobierno pieza por pieza. Eso no es luchar contra la corrupción; es abuso de poder”.

En las calles el efecto antifujimori no se hizo esperar. “Ni golpe ni pacto con los corruptos”, gritaban. Otros decían. “Keiko, acepta, no eres presidenta”.

Por redacción internacional

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