Naruhito es proclamado emperador de Japón: comienza la era del orden y la armonía

Este martes se cierra la era Heisei (paz), el período más pacífico que ha tenido ese país en su reciente historia, y comienza la era Reiwa (bella armonía), con el sucesor Naruhito, el primer relevo en vida en el Trono del Crisantemo en dos siglos.

redacción internacional
30 de abril de 2019 - 02:00 a. m.
El emperador saliente Akihito, y el nuevo, Naruhito en la ceremonia en el palacio imperial japonés. / AFP
El emperador saliente Akihito, y el nuevo, Naruhito en la ceremonia en el palacio imperial japonés. / AFP

Este martes no es un día normal en Japón. Después de casi dos siglos ocurre un evento que marca el comienzo de una nueva era en la etapa moderna de la casa imperial de ese país, conocida como la Casa del Crisantemo, una de las realezas más antiguas y con más tradición del mundo.

Naruhito, primogénito del soberano Akihito, se convirtió en el 126º emperador de Japón, con lo que se abre la nueva era bautizada "Reiwa" ("bella armonía").

Su padre concluyó horas antes las ceremonias de abdicación, tras 30 años de reinado, la primera vez que se produce en más de dos siglos en Japón.

La nueva era que comienza hoy para los japoneses se inicia con la renuncia del actual emperador, Akihito, quien ha estado en el trono desde el 7 de enero de 1989, cuando murió su padre, Hirohito, tras una larga batalla contra el cáncer.

La última vez que hubo una abdicación imperial en Japón fue el 7 de mayo de 1817, cuando el entonces monarca, Kokaku, le entregó el trono a su hijo, el emperador Ninko. Antes de su reinado, la mayoría de emperadores no solían superar los 40 años al frente del Trono del Crisantemo porque morían o eran forzados a abdicar.

Este martes, 199 años después, otro emperador abdica: por su avanzada edad y sus problemas de salud, el emperador Akihito, de 85 años, le entregará el trono a su hijo, Naruhito, de 52 años. Aunque desde el 8 de agosto de 2016, el emperador Akihito dijo que le resultaba imposible cumplir con sus funciones, no fue sino hasta el 1° de diciembre de 2017, cuando se aprobó una ley que le permitía renunciar, que la Casa del Crisantemo hizo el anuncio oficial.

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La ceremonia comienza a las 7 de la noche, hora colombiana, en la más lujosa sala del palacio imperial. Más de 300 personas participan en la reunión: miembros de la familia imperial, del Gobierno, del Parlamento, de la magistratura, además de autoridades locales. El primer ministro, Shinzo Abe, va a dar un discurso antes de que Akihito hable por última vez como emperador, aunque conservará oficialmente el título hasta la medianoche, cuando se produzca el cambio de era.

Comienza la era Reiwa, la época del orden y la armonía. En la etapa moderna, Japón ha vivido cuatro eras: Meiji, o “gobierno iluminado” (1868-1912); Taisho, o “gran legitimidad” (1912-1926); Showa, o “paz y armonía” —la nueva era de Naruhito repetirá uno de los caracteres de la era de su abuelo Hirohito, el carácter wa o armonía”—, entre 1926 y 1989, y la actual, Heisei, o “logro de la paz”. La era Heisei termina hoy, cuando el emperador Akihito renuncie al trono.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, explicó que Reiwa hace referencia a un poema clásico que versa sobre flores de ciruelo que brotan tras un crudo invierno, una metáfora para las próximas generaciones.

Su significado, explicó Abe, debe interpretarse como “el nacimiento de una civilización donde los seres conviven en armonía”. El nombre de la nueva era procede del Manyoshu, una colección de poemas japoneses del siglo VII que describen los cambios en las estaciones del año y en la naturaleza. Rei, en esta colección, alude a las flores del ciruelo, entre las primeras en brotar después del invierno. “La primavera llega tras un invierno duro, este nombre quiere marcar el inicio de una etapa de esperanza”, señaló el primer ministro.

El experto en literatura japonesa Ryan Shaldjian Morrison, de la Universidad de Nagoya, propone como traducción más apropiada “venerable armonía”, señalando que el carácter rei puede tener otros significados como orden o bien/bello/agradable.

“Nuestra nación se enfrenta a un gran punto de inflexión, pero hay muchos valores japoneses que no deberían desvanecerse”, concluyó Abe, y agregó que el nombre indica que “la cultura de nuestra nación nace y se nutre de los corazones de las personas que están hermosamente unidas”.

El nombre de una era en Japón está sometido a estrictas reglas: debe estar compuesto solo por dos kanjis, ser fácil de leer y escribir, y no debe emplear nombres comunes ni el primer carácter de ninguna de las últimas cuatro eras.

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Lo que deja Ahikito

Cerca de un 70 % de los japoneses considera que la era Heisei, a punto de terminar, fue una buena etapa para su país, según una encuesta para la agencia de noticias Kyodo. Los años del emperador Akihito hicieron honor al nombre de la era. En ella, Japón vivió una etapa de paz. Pero también afrontó un estancamiento económico del que no termina de salir, y momentos difíciles como el ataque con gas sarín contra el metro de Tokio en 1995 o el terremoto y accidente nuclear de Fukushima en 2011, el acontecimiento doméstico que según un 70 % de los encuestados es el más significativo de la era Heisei.

Las tres décadas de reinado de Akihito estuvieron marcadas por su pacifismo y su intento de conectarse con el pueblo japonés. El soberano se sometió en 2012 a una operación coronaria de bypass y en 2003 tuvo que volver al quirófano acosado por un cáncer de próstata. En 2008 sufrió una hemorragia estomacal, la misma enfermedad que en 1989 cobró la vida de su padre a los 87 años, quien tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial en 1945 renunció al carácter divino que caracterizaba su puesto.

Nacido el 23 de diciembre de 1933 y educado por estrictos tutores imperiales, Akihito se refugió del conflicto bélico siendo un niño en las montañas de Nikko y cuando en 1952 fue proclamado príncipe heredero de Japón, como único hijo varón del emperador, ya era consciente de que su papel se limitaría a tareas de representación.

La Constitución japonesa, vigente desde 1947, en plena ocupación estadounidense del país, establece que el emperador es un “símbolo del Estado y de la unidad del pueblo” y tiene un papel meramente ceremonial, pero pese a las limitaciones protocolarias y legales, Akihito siempre ha mostrado su deseo de conectar con su pueblo.

“Akihito es un revolucionario comparado con otros emperadores. (...) Transformó el símbolo en un ser humano”, decía en una reciente rueda de prensa el periodista de Nikkei Makoto Inoue, quien ha cubierto informaciones de la familia imperial durante 14 años.

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Naruhito es historiador de formación y dado a saltarse la tradición y el rígido protocolo de la Casa del Crisantemo. Se convertirá en el emperador nipón número 126 al ascender al Trono de Crisantemo. Como su padre decidió casarse con una plebeya, la princesa Masako. Durante la depresión que ella sufre desde hace más de dos décadas, Naruhito la ha defendido y apoyado constantemente frente a las críticas procedentes de algunos sectores de la sociedad nipona.

El nuevo emperador también tendrá que afrontar durante su mandato la delicada cuestión de su futura sucesión, que ha sido objeto de debate político en Japón, y de la supervivencia a largo plazo de la menguante familia imperial nipona.

La Constitución japonesa prohíbe a las mujeres llegar al trono. El nuevo emperador solo tiene una hija, Aiko, de 17 años, y por línea sucesoria siguen Akishino, hermano menor de Naruhito, y su hijo Hisahito, de 12 años, el único nieto varón de Akihito. En una declaración, con motivo de la celebración de sus bodas de plata, Naruhito destacó la importancia de respetar las tradiciones de la familia imperial y al mismo tiempo “responder a los cambios en la sociedad”. ¿Habrá cambios en la sucesión?

Por redacción internacional

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