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La hora del sí al matrimonio igualitario

Once días después de la validación constitucional de la ley del “Matrimonio para todos”, las protestas de los opositores a estas uniones son cada vez más violentas.

Ricardo Abdahllah, PARÍS
28 de mayo de 2013 - 10:46 p. m.
Vincent Autin (izq.) y Bruno Boileau serán los primeros homosexuales en casarse en Francia. / AFP
Vincent Autin (izq.) y Bruno Boileau serán los primeros homosexuales en casarse en Francia. / AFP
Foto: AFP - PASCAL GUYOT

Más allá de la competencia administrativa para tener al día la documentación necesaria, la elección de Montepellier como sede de la primera boda entre dos hombres en Francia no es casual: la ciudad del sur ha sido tradicionalmente considerada como pionera en su apertura hacia los homosexuales, al punto que fue la primera en promover una etiqueta en los establecimientos gay-friendly y se convirtió en sede de las primeras asociaciones militantes por la igualdad de los homosexuales.

Todo esto hizo que la ministra de los Derechos de la Mujer, Najat Vallaud-Belkacem, se comprometiera a que en este lugar se realizaría la primera unión autorizada por la Ley Taubira, llamada así en honor de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, guyanesa que recurrió incluso al canto y la poesía para defender su proyecto en la Asamblea Nacional, a lo largo de debates de días enteros en los que los opositores no dejaron de lanzar indirectas por su doble condición “minoritaria” de negra y mujer.

Tampoco es casual la elección de la primera pareja: Vincent Autin, que se casará con su compañero Bruno Boileau, es presidente del colectivo Inter-LGBT de la región de Languedoc-Rousillon.

La boda se celebrará a las 3:00 de la tarde, y a pesar de que se espera a cerca de 600 personas, entre amigos, familiares, activistas y políticos, las autoridades locales han solicitado que se limiten las celebraciones en la vía pública. Las precauciones no sobran teniendo en cuenta que varios de los grupos radicales de oposición al proyecto, entre los que se encuentran extremistas católicos como la asociación Civitas, grupos “identitarios” y fanáticos de extrema derecha, han afirmado que se harán presentes frente al ayuntamiento donde se celebrará la unión.

Otra parte de los grupos que han colaborado en la logística de las “Manifestaciones para todos”, como se ha llamado a las que buscaban primero el retiro del proyecto de ley y luego su declaración de anticonstitucionalidad, pertenecen a franjas moderadas del partido de oposición y buscan sobre todo sabotear una de las pocas iniciativas exitosas del gobierno Hollande. Aunque no comulgan con las ideas más radicales, han colaborado con la logística de los desfiles fletando decenas de trenes y centenares de autobuses y subvencionando refrigerios a quienes quieran desplazarse desde las zonas rurales para manifestarse en París.

Los opositores han llegado incluso a promover una “sanción electoral” a los políticos de derecha moderada que no se han opuesto a la iniciativa. Tal es el caso de Nathalie Kosciusko-Morizet, exportavoz de Nicolás Sarkozy y precandidata a la Alcaldía de París, quien podría perder su nominación. En el extremo derecho del espectro político, la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, ha afirmado que a pesar de no estar presente en las manifestaciones, de llegar al poder en 2017, una de sus primeras medidas será la revocatoria de las uniones realizadas.

La ley, sin embargo, tiene pocas posibilidades de ser derogada: la mayoría de la izquierda en el Parlamento está garantizada aún por cuatro años, y aunque otras leyes han sido abrogadas después de su aprobación, nunca ha sido el caso de las llamadas “leyes sociales”.

El hecho de que Le Pen haya calificado de “heroico” el gesto de Dominique Venner, académico reconvertido al conspiracionismo antiislámico que se suicidó en días pasados en la catedral de París, podría incentivar actos similares de parte de otros desequilibrados.

Tras el matrimonio de los señores Autin y Boileau se espera una ola de uniones de parejas del mismo sexo. “¿Desea casarse?”, responde la encargada de las citas telefónicas para matrimonios civiles del distrito 14 de París. “Tiene que esperar un poquito. Los del matrimonio igualitario vienen en persona y hacen fila desde temprano”.

Por Ricardo Abdahllah, PARÍS

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