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La mujer brasileña se juega todo en las urnas

Quien quiera ser el próximo presidente de Brasil deberá tener el apoyo de las mujeres, que representan la mayoría del electorado. El ultraderechista Jair Bolsonaro se ganó la enemistad del 44 % de ellas. ¿Y los otros candidatos?

Daniela Quintero Díaz
02 de octubre de 2018 - 02:00 a. m.
A demonstrator takes part in a protest against Brazilian right-wing presidential candidate Jair Bolsonaro, called by a social media campaign under the hashtag #EleNao (Not Him), at Largo da Batata in Sao Paulo, Brazil on September 29, 2018. Women across Brazil launched a wave of nationwide protests on Saturday against the candidacy of the right-wing frontrunner in next week's presidential elections, Jair Bolsonaro who has been branded racist, misogynist and homophobic. / AFP / Miguel SCHINCARIOL
A demonstrator takes part in a protest against Brazilian right-wing presidential candidate Jair Bolsonaro, called by a social media campaign under the hashtag #EleNao (Not Him), at Largo da Batata in Sao Paulo, Brazil on September 29, 2018. Women across Brazil launched a wave of nationwide protests on Saturday against the candidacy of the right-wing frontrunner in next week's presidential elections, Jair Bolsonaro who has been branded racist, misogynist and homophobic. / AFP / Miguel SCHINCARIOL
Foto: AFP - MIGUEL SCHINCARIOL

El candidato ultraderechista a la Presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), no solo se ha caracterizado por ser un nostálgico de la dictadura militar del país (1964-1985), sino que también ha sentado una clara posición en contra de las mujeres, a las que en ocasiones ha llamado “estúpidas” o “analfabetas”; ha justificado que tengan salarios más bajos que los de los hombres “porque se embarazan” e incluso ha llegado a decirle a una diputada que “no merece ser violada porque es muy fea, no es de mi gusto y jamás la violaría”, durante el debate de una ley en contra de la violación sexual.

Con este historial, el excapitán del ejército, de 66 años, podría convertirse en el presidente de un país con 108 millones de mujeres en los comicios del próximo 7 de octubre.

Sin embargo, las mujeres brasileñas (que representan la mayoría de la población electoral, con un 52 %) saben que pueden inclinar la balanza en contra de Bolsonaro y pasarle cuenta de cobro por la serie de comentarios misóginos que lo han catapultado a la fama y que lo han posicionado como líder en las encuestas para la primera vuelta electoral, con 28 % de intención de voto.

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Desde una iniciativa ciudadana, y con apoyo de las redes sociales, crearon el grupo de Facebook “Mujeres contra Bolsonaro”, que en pocas semanas logró alcanzar 3 millones de seguidores.

— FragmentoDeMiTierra (@GuillermoEnLas1) 30 de septiembre de 2018

Lo que empezó como un espacio para rechazar la visión del candidato frente a las mujeres y coordinar protestas en contra de su postura se convirtió rápidamente en un movimiento de tal magnitud que volcó a cientos de miles de personas a las calles el pasado sábado. Académicas, artistas, empresarias, intelectuales, periodistas, mujeres del común de distintas tradiciones partidarias se unen detrás de una misma causa, decir “#EleNão, #EleNunca” (él no, él nunca).

Las movilizaciones del 29 de septiembre fueron masivas. “Es un día histórico para Brasil, para América Latina y para el mundo. Mujeres de todo el país gritando ‘él no’, unidas contra el fascismo”, afirmó una activista del colectivo Mídia Ninja durante la manifestación en Belo Horizonte, Mina Gerais, que convocó a más de 30.000 personas.

La protesta, promovida por redes sociales con el hashtag #MulheresContraBolsonaro, también llegó a otros países y continentes. Alemania, Argentina, Australia, Inglaterra, Francia y Portugal hicieron parte del evento mundial. “Me uní al movimiento contra Bolsonaro porque sentí que la amenaza del retroceso que él representa estaba creciendo. Cuando el grupo de resistencia surgió y trajo esperanza y unión entre personas que compartían el mismo miedo que yo, sentí la obligación como ciudadana de ayudar”, comentó Vanessa Vogel, quien participó de la manifestación en Atibaia, São Paulo.

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“Somos madres, hijas, amigas, enamoradas, familias, que temen al odio desenfrenado que los fanáticos de Bolsonaro pregonan, pues se sienten fortalecidos detrás de un candidato que promueve sus preconceptos, su racismo y su ignorancia en cada palabra”, añadió Vogel.

Nathalia González, una docente argentina y diputada del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS, Frente de izquierda), viajó hasta Brasil para movilizarse con las mujeres cariocas. “Las mujeres en Brasil tienen largos derechos postergados y se han encontrado con un candidato machista y misógino que ha hecho reaccionar al movimiento de mujeres, que ganan las calles como una herramienta de expresar su descontento y de luchar por sus reclamos”, comenta.

— La Izquierda Diario (@izquierdadiario) 1 de octubre de 2018

“Encuentro inadmisible que una mujer no luche contra un ignorante que viene a intentar tirar todos los derechos que hemos conquistado. Tenemos la obligación moral de protestar, porque todo lo que tenemos hoy fue porque otras mujeres lucharon por nosotras”, expresó Bianca Stella Rodrigues, una psicóloga de 50 años.

Aunque las mujeres han sido el principal blanco de ataques del candidato, no han sido el único. Para Fernanda Bertani, este candidato también es una “amenaza para la vida de muchos grupos. Somos mujeres, negros, indígenas, gais, lesbianas, transexuales y hasta religiosos de otras vertientes que hacemos parte de las llamadas minorías, y no queremos que el fascismo y la dictadura vuelvan”.

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Aunque el movimiento de Mujeres contra Bolsonaro está cogiendo cada vez más fuerza, para Diana Assunsão, una de sus voceras en Brasil, es importante hacer una reflexión: “Me parece muy importante la energía que pudimos ver en las calles el sábado, pero también está el peligro de que esa energía sea cooptada por otros candidatos. Cuando decimos no a Bolsonaro, como estamos en medio de las elecciones, puede significar sí a otro candidato. Y la verdad es que no hay alternativas para la situación que se vive en Brasil”.

“No podemos poner toda nuestra energía para una estrategia que tampoco significa un cambio profundo en la vida de las mujeres”, añade, “por lo que nuestra lucha tiene que ir más allá de las elecciones”.

Para Assunsão, Fernando Haddad y las propuestas del Partido de los Trabajadores también son insuficientes: “En 13 años, el gobierno del PT no nos dio el derecho al aborto. Incluso Manuela Dávila (candidata a la Vicepresidencia de Haddad) se dice feminista, pero estuvo bajo 13 años en un gobierno que no legalizó el aborto y en el que, por tanto, murieron millares de mujeres en abortos clandestinos”.

— Marcela Soler (@PTSPrensa) 30 de septiembre de 2018

Ni siquiera se sienten representadas por la ecologista Marina Silva, la única mujer que disputa la Presidencia, quien apenas tiene un 8 % del voto femenino, que está muy dividido. Aunque el 50 % de las votantes dicen que no votarán por Bolsonaro, hay quienes hacen campaña por él.

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Como Sara Winter, exintegrante de Femen, quien ahora reniega del feminismo. Según ella, “las mujeres brasileñas deben votar a Bolsonaro porque es el único político sin denuncias de corrupción y el único que inspira miedo al violador, que tiene proyectos para que el ambiente en el que vive la mujer, el trabajo o la calle, sea un sitio más seguro para las mujeres”.

El candidato propone aumentar la pena a los violadores, instaurar la castración química y permitir el porte de armas a los “ciudadanos de bien”.

Aunque las mujeres de Brasil representan una mayoría del electorado, históricamente han tenido una participación muy baja en cargos de poder. Actualmente ocupan solo 54 de las 513 bancas en la Cámara de Diputados y 13 de las 81 del Senado, y su país es el que tiene menor participación parlamentaria femenina en Latinoamérica y el número 154 en el ranquin del mundo. El país tuvo su primera mujer presidenta en 2011, cuando llegó Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, en 2014 fue destituida en un polémico juicio.

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