La ultraderecha provoca un terremoto político en Alemania

Un político se hizo elegir como parlamentario de la región de Turingia con el apoyo de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y el partido de la canciller Angela Merkel. El remezón fue tal que tuvo que renunciar.

Redacción Internacional con información de AFP
06 de febrero de 2020 - 04:01 p. m.
Un manifestante alemán carga un afiche con un mensaje que dice "nada se ha aprendido" en protesta a la decisión de Thomas Kemmerich de aliarse con la ultraderecha.  / AFP
Un manifestante alemán carga un afiche con un mensaje que dice "nada se ha aprendido" en protesta a la decisión de Thomas Kemmerich de aliarse con la ultraderecha. / AFP
Foto: AFP - JENS SCHLUETER

Un terremoto político provocó este jueves la noticia de que un dirigente alemán, con ayuda del partido de la canciller Angela Merkel, se hizo elegir como jefe parlamentario con el apoyo de la Alternativa para Alemania, el polémico movimiento de ultraderecha que asusta a Europa.

El miércoles, el parlamento regional de Turingia, en el este de Alemania, eligió el miércoles como jefe del gobierno local a Thomas Kemmerich, un diputado del Partido Democrático-Liberal (FDP), gracias a los votos en "coalición" de los representantes de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), el partido de Merkel, y Alternativa para Alemania (AfD), el principal partido de la extrema derecha.

Merkel consideró un "acto imperdonable" la alianza política inédita entre su partido y la extrema derecha en la región de Turingia, que permitió la elección de un liberal a la presidencia regional y provocó un terremoto político en el país.

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"Hay que decir que es un acto imperdonable y que por consiguiente el resultado (de estas elecciones) debe ser anulado", dijo Merkel en Pretoria, un día después de que el presidente regional de Turingia fuera elegido gracias al apoyo de la extrema derecha y del propio partido de Merkel.

Desde el miércoles por la noche, tuvieron lugar manifestaciones espontáneas en varias ciudades de Alemania para oponerse al voto y recordar lo ocurrido en los años 30, cuando el partido de Adolf Hitler logró, gracias a alianzas con la derecha tradicional, llegar poco a poco al poder. 

Kemmerich, en el ojo del huracán político, no tuvo más opciones que dimitir al cargo y abrió la vía a nuevas elecciones, tal y como pidió la canciller Angela Merkel. Al hacer pública su decisión de dimitir y convocar elecciones anticipadas, el dirigente aseguró querer "limpiar el estigma del apoyo de AfD". 

"Hemos decidido pedir la disolución del parlamento de Turingia (...) y mi dimisión es inevitable", dijo este jueves Kemmerich, el polémico presidente regional elegido la víspera.

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Recuerdos del pasado

AfD es actualmente la principal fuerza de la oposición en la cámara nacional de diputados, con 89 representantes. 

Su ala más radical, liderada justamente desde Turingia, pone en duda la cultura alemana de arrepentimiento por los crímenes del Tercer Reich.

"Se rompió un tabú", titulaban el jueves varios medios. Para el Spiegel, se trata de "la elección de la vergüenza". 

En 1930 y justamente en la región de Turingia responsables nazis entraron por primera vez en un gobierno regional. Tres años más tarde, el 30 de enero de 1933, Adolf Hitler se convertía en canciller.

En las redes sociales, la foto del apretón de manos entre el nuevo dirigente de este estado regional y el jefe local de AfD, el muy radical Björn Höcke, aparece junto a la de otro saludo histórico: entre Hitler y el presidente Paul von Hindenburg, cuando este lo nombró canciller.

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Höcke, exprofesor de historia que en el pasado ya pidió un "giro de 180°" de la cultura histórica alemana, se congratuló el miércoles de la elección y aseguró que se convertiría en un ejemplo para el resto del país. 

Según los responsables del CDU, los diputados del partido de Merkel, al votar junto a la extrema derecha, "no respetaron las convicciones fundamentales" del partido demócratacristiano.

AfD es uno de los más virulentos opositores a Angela Merkel y a su política migratoria, que ha hecho que el país reciba entre 2015 y 2016 a un millón de refugiados.

La canciller se enfrenta a dos grandes problemas: un partido dividido en el interior y su gobierno de coalición cada vez más debilitado.

Su socio socialdemócrata amenazó con poner en duda la alianza actual con los conservadores si la situación en Turingia no se aclaraba.

"Lo que pasó (en Turingia) es una señal y no podemos permitirnos dejarla sin respuesta", dijo Walter-Borjans, líder del partido socialdemócrata.

Por Redacción Internacional con información de AFP

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