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Lecciones electorales

Arlene B. Tickner
14 de abril de 2021 - 05:05 a. m.

En la medida en que avance el calendario electoral de 2021 en América Latina va dejando lecciones. Se trata de un ciclo único. Además de poner en evidencia los vacíos institucionales de los estados latinoamericanos, la pandemia ha tenido un impacto devastador sobre la economía, la desigualdad de todo tipo, la pobreza, el empleo, la educación y la informalidad, todo lo cual se suma a una ola ascendente de descontento social continental que viene de antes pero que se potencia en medio de la crisis actual.

Fenómenos generalizados como la polarización política, la pérdida de credibilidad de los partidos y la sordera de los gobiernos a la hora de atender los reclamos ciudadanos también han agravado el descrédito de la democracia y la ingobernabilidad, así como el desespero individual y colectivo en la era COVID. Incluso, reformas efectuadas en distintos países con miras a lograr cierta redistribución y mejoría de las condiciones de vida de los menos privilegiados, han sido opacadas no solo por su carácter asistencialista, no estructural y por ende efímero, sino por diversos escándalos de corrupción que han salpicado a todo el espectro ideológico.

En el contexto descrito, otro común denominador en América Latina es la tentación creciente de estilos populistas de liderazgo. Más allá de sus particularidades nacionales y en gobiernos de derecha o de izquierda, se trata de una forma de hacer política en la que el desconocimiento de las reglas de juego y de la división de poderes, la descalificación de toda oposición y la apelación directa al “pueblo” ofrecen un sofisma de gobernabilidad con implicaciones nefastas para la democracia, más aún en pandemia cuando el control biopolítico de las poblaciones se ha extendido.

Las elecciones presidenciales en Ecuador y las de legisladores y candidatos para segunda vuelta en Perú ofrecen dos ejemplos de lo que puede conllevar todo lo anterior. En ambos países la volatilidad política y social han sido tendencia en años recientes. Si bien la década en la que presidió Rafael Correa trajo una relativa estabilidad, la represión de quienes se atreviesen a criticarlo, incluyendo los medios y el movimiento indígena, sumada al involucramiento de su gobierno en actos ya condenados de soborno y la ruptura con su sucesor, Lenin Moreno, ahondaron la desdemocratización y la polarización y jugaron en contra de la candidatura de Andrés Araúz, quien no dio indicio alguno de reconocer los errores de su progenitor. Así, más que el producto de una popularidad inexistente, el inesperado triunfo del conservador Guillermo Lasso se debe a un voto castigo propinado por indígenas, mujeres y otros actores agraviados por el correísmo. A su vez, entre 18 presidenciables los peruanos escogieron opciones diametralmente opuestas: el “palo”, Pedro Castillo, maestro y líder sindical que representa las zonas más pobres del país y Keiko Fujimori, heredera veterana del autoritarismo fujimorista. Sin importar el resultado final, tanto aquí como en Ecuador, la proliferación de distintas bancadas partidistas en la legislatura hará prácticamente imposible gobernar.

Una de las lecciones más significativas de procesos como estos es que la gobernanza soberbia, corrupta y a espaldas de sectores diversos de la población no solo engendra inestabilidad, sino que tiene sus días contados, planteando la urgencia de reimaginar la política y la democracia a partir de horizontes alternativos y voces nuevas.

 

jose(33220)14 de abril de 2021 - 10:40 p. m.
6402 veces les pido no maten a monsalve.
jose(33220)14 de abril de 2021 - 10:39 p. m.
Dios nos ayude para ver si logramos algo distinto en Colombia . aunque me embarga la tristeza y la duda con el actual registrador . lo veo amañando los resultados.
Alberto(3788)14 de abril de 2021 - 10:12 p. m.
Magnífico análisis.
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