Lo que hizo que Trump dejara el acuerdo nuclear con Irán

El programa balístico de Irán y su protagonismo en conflictos regionales fueron la excusa para que el mandatario enterrara otro de los legados de Obama.

-Redacción Internacional
09 de mayo de 2018 - 04:14 a. m.
Salir del acuerdo nuclear con Irán fue una de las promesas de campaña de Trump. / AFP
Salir del acuerdo nuclear con Irán fue una de las promesas de campaña de Trump. / AFP

Antes de que Donald Trump hiciera pública su decisión de salir del “horrible y unilateral” tratado nuclear con Irán, la Casa Blanca había recibido una seguidilla de visitantes europeos.

El primero fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien después de ser recibido con pompa dejó el país con un balance pesimista, pues no convenció a Trump sobre las ventajas de permanecer en el acuerdo nuclear con Irán. La misma frustración la experimentaron la canciller alemana, Ángela Merkel, y el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, que regresaron de Washington con las manos vacías.

No sorprende, entonces, que Alemania, Francia y el Reino Unido fueran los primeros en pronunciarse tras la salida de EE. UU. del histórico acuerdo con el que la administración Obama, China, Rusia y la Unión Europea lograron que Irán se comprometiera a utilizar su programa nuclear con fines exclusivamente energéticos.

“Continuaremos cumpliendo con nuestras obligaciones frente al acuerdo”, se leía en el comunicado conjunto de las tres potencias europeas, y además pidieron que Irán muestre “mesura en su respuesta frente a la decisión de EE. UU.”.

El acuerdo y la resolución de la ONU que lo respalda contemplan la posibilidad de que aquél siga operando en un caso como este, de modo que la salida de EE. UU. no significa el fin definitivo del pacto. Al respecto, Robert Malley, exnegociador estadounidense ante el gobierno iraní, le dijo a la AFP que para Irán es más valioso mantener “cierta continuidad en las relaciones comerciales con Europa y aislar a Estados Unidos, que quedar aislados y tener a los europeos y a los estadounidenses en la espalda”.

El 14 de julio de 2015, cuando se firmó el acuerdo, las calles de Irán se llenaron de personas que celebraban el pacto en el que el régimen de Teherán se comprometía a limitar su programa nuclear a fines estrictamente energéticos a cambio de que se levantaran las sanciones económicas en su contra. Asimismo se comprometía a recibir inspecciones periódicas en sus plantas nucleares y a certificar el cumplimiento de sus obligaciones cada 90 días, algo en lo que no falló ni una sola vez durante los últimos tres años.

A pesar de ser un triunfo diplomático, hubo detalles del acuerdo que desde el comienzo incomodaron a sus críticos. Las inspecciones sólo se podían realizar a las instalaciones nucleares que el gobierno iraní había declarado y tenían que anunciarse con varios días de anticipación. También contenía cláusulas que se iban relajando con el paso de los años y su alcance global llegaba hasta 2025. Las limitaciones del pacto, sumado al actual protagonismo de Irán en los conflictos regionales, dieron pie para que Donald Trump insistiera una y otra vez en que Irán estaba violando el “espíritu” del acuerdo.

“Irán está jugando con fuego”

Eso escribió el presidente Donald Trump en su cuenta de Twitter a finales de febrero de 2017. Con pocas semanas en la Casa Blanca, el líder republicano dio un anticipo de lo que sería su actitud frente al gobierno iraní y el acuerdo nuclear que logró su antecesor.

El trino de Trump llegó acompañado de nuevas sanciones económicas contra 24 personas y empresas acusadas de apoyar el programa balístico iraní, un proyecto militar parecido al de Corea del Norte y cuyos misiles han sido disparados, no sólo contra el Estado Islámico en Siria, sino también contra Arabia Saudita, a través de los rebeldes yemeníes que cuentan con el respaldo de Teherán.

“El continuo apoyo de Irán al terrorismo y al desarrollo de su programa balístico representa una amenaza para la región, para nuestros aliados alrededor del mundo y para los Estados Unidos”, dijo John E. Smith, portavoz del departamento del Tesoro estadounidense, quien dio a conocer las nuevas sanciones.
Según la Foundation for Defense of Democracies, desde 2015 hasta enero de este año, Irán ha lanzado 23 misiles balísticos intercontinentales. En principio, eso no viola el acuerdo nuclear, pero sí le dio argumentos a quienes, como el presidente Donald Trump, ven en el acuerdo una “vergüenza mayúscula” para Estados Unidos.

¿Juego sucio?

Las pruebas balísticas no son el único comportamiento iraní que inquietan a Estados Unidos y sus aliados. A través del apoyo de milicias y gobiernos chiitas, Irán sigue teniendo una fuerte influencia en la región, especialmente en Siria, donde su apoyo al régimen de Bashar al Asad pone al ejército iraní peligrosamente cerca de la frontera con Israel.
“Con el favor y la gracia de Dios, nada como el régimen sionista va a existir en la región hasta el 2025”, ha dicho el ayatolá Alí Jamenéi sobre el Estado de Israel. El tono beligerante de la rivalidad entre Irán y el Estado israelí no ha pasado desapercibido a los dirigentes judíos, quienes desde el comienzo vieron en el acuerdo nuclear con Irán una amenaza contra su propia existencia.

No en vano, poco antes del anuncio de Trump, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, argumentó que los servicios de inteligencia de su país tenían pruebas de que Irán había incumplido sus compromisos en el marco del acuerdo nuclear. Netanyahu fue fuertemente criticado por presentar documentos que venían de 2003, doce años antes de que se firmara el acuerdo que trataba de desprestigiar.

No fue la única jugada controvertida en contra. Según el diario británico The Guardian, colaboradores del presidente Trump habrían contratado a una firma de inteligencia israelí, Black Cube, para buscar la forma de desacreditar a los diplomáticos de la administración Obama que participaron en la negociación del acuerdo. Aunque los miembros de Black Cube negaron cualquier relación con la administración Trump, Colin Kahn, uno de los asistentes de Obama que habría sido blanco de los seguimientos, dijo a través de Twitter que tenía “evidencia considerable” de que Black Cube habría tratado de llegar a su círculo personal a través de su esposa.

Por -Redacción Internacional

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