Terminó la reñida disputa por el control del Senado en Estados Unidos. Todo dependía del resultado en el estado de Georgia, que el martes celebró la segunda vuelta de los comicios para elegir a los dos senadores de ese estado.
El Partido Demócrata ya tiene la mayoría en la Cámara de Representantes, y necesitaban ganar ambos escaños en Georgia para tener el control del Senado. Los republicanos, por su parte, solo necesitaban ganar una curul para seguir controlando la Cámara Alta.
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Con el triunfo de los dos candidatos demócratas en Georgia, el Senado quedará dividido en 50 escaños de un partido y otros 50 del otro, pero la vicepresidenta electa, Kamala Harris, podría romper cualquier posible empate, dado que su nuevo cargo implica ser también la presidenta de la Cámara Alta.
En ese caso, Biden tendrá mucho más fácil aprobar a los candidatos para su gabinete e impulsar sus prioridades legislativas, dado que en muchos casos basta una mayoría simple de 51 votos para aprobar o impedir un cambio en el Senado, y los demócratas ya controlan la Cámara Baja.
¿Qué pasó en Georgia?
Los demócratas comenzaron a acariciar la victoria en la noche del martes cuando Raphael Warnock derrotó a la senadora republicana Kelly Loeffler en los comicios de segunda vuelta en el estado. Warnock es pastor de una iglesia de Atlanta donde oficiaba Martin Luther King.
Warnock, de 51 años, entró en la historia al convertirse en el tercer afroestadounidense en ganar un escaño senatorial en el sur del país. Para ello derrotó a Loeffler, una emprendedora de 50 años, que había sido nombrada senadora en diciembre de 2019.
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“Les hago una promesa esta noche: voy al Senado a trabajar para toda Georgia”, declaró Warnock en un mensaje difundido en internet.
Su compañero de partido Jon Ossoff lideraba este miércoles la otra votación, con una ventaja de 16.370 sufragios ante el senador republicano David Perdue, un margen superior al que Biden logró ante Trump en ese estado en noviembre. Esta tarde finalmente se confirmó el triunfo del demócrata, que le da con su victoria el control del Senado al Partido Demócrata.
Un desastre épico
“(Si los dos senadores republicanos pierden su escaño), la culpa será completamente del presidente Trump y las acciones que ha tomado desde el 3 de noviembre”, dijo a la cadena CNN el encargado de la implementación del sistema de votación de Georgia, Gabriel Sterling.
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Ese mismo funcionario acusó este lunes a Trump de “socavar la fe de los habitantes de Georgia en el sistema electoral, especialmente la de los republicanos”, y advirtió que una menor participación de los conservadores podría darse por las denuncias infundadas de fraude del mandatario.
Trump hizo campaña este lunes en el estado, pero usó la mayor parte del mitin para defender sus propias maniobras antidemocráticas para interferir en el resultado de las elecciones presidenciales, una gesta estéril en la que ha contado con el apoyo de los dos senadores republicanos por Georgia.
Este martes por la noche, el mandatario volvió a intentar sembrar desconfianza en los resultados en Georgia, al tuitear que alguien en el estado parecía estar “esperando para ver cuántos votos más necesitan” para perjudicar a los candidatos republicanos.
La contienda más costosa
Las elecciones de Georgia han sido la contienda legislativa más cara de la historia de EE. UU., y más de 3 millones de los 7,6 millones de votantes registrados del estado emitieron sus sufragios por anticipado, un récord para unos comicios de segunda vuelta en el territorio.
La jornada electoral se desarrolló con pocos contratiempos, y aunque hubo filas de alrededor de una hora en ciertos condados mayoritariamente republicanos, el tiempo de espera medio para votar en el estado fue de un minuto, aseguró Sterling.
Ese funcionario advirtió de que los resultados definitivos no se conocerían probablemente hasta dentro de “un par de días” debido a la necesidad de procesar el voto anticipado y por correo, además de las papeletas emitidas por los militares en el extranjero, que pueden llegar hasta el viernes.
El resultado en ese estado sureño tradicionalmente conservador es un golpe apabullante para el Partido Republicano, que tras haber perdido la Casa Blanca hace dos meses, vería escaparse la Cámara Alta. Los demócratas ya tienen mayoría en la Cámara de Representantes.
También sería un duro revés para Donald Trump, quien sigue sin reconocer su derrota y cuyas teorías conspirativas sobre un supuesto fraude electoral han perjudicado a su partido, según algunos observadores.
“Es un desastre épico para el Partido Republicano con un daño incalculable”, tuiteó Matt Mackowiak, presidente del partido en el condado texano de Travis, que criticó a Trump por lastrar a su formación con sus acusaciones infundadas.
Impulsados por el estrecho triunfo de Biden en Georgia en noviembre, inédito desde 1992, los demócratas lograron movilizar a sus votantes, especialmente el crucial electorado afroestadounidense.
“Georgia va a hacer historia una vez más”, dijo la congresista demócrata Ilhan Omar.
Para Dave Wasserman, analista del Cook Political Report, independiente, la participación en estos comicios recuerda la ola demócrata en las elecciones a la Cámara Baja hace dos años.
“Esto es lo que vimos en 2018: muchos votantes de Trump simplemente no se manifiestan cuando Trump no está en la boleta electoral”, tuiteó.