Los tentáculos militares de Rusia también llegan a África

Rusia ha estado ampliando de manera constante su influencia militar en África, lo cual ha alarmado a funcionarios occidentales debido a que cada vez hay más ventas de armas, acuerdos de seguridad y programas de capacitación para países poco estables o líderes autócratas.

Eric Schmitt / The New York Times News Service
05 de abril de 2019 - 03:00 a. m.
Este jueves el presidente de Angola, Joao Manuel Goncalves Lourenco, se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin.  / AFP
Este jueves el presidente de Angola, Joao Manuel Goncalves Lourenco, se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin. / AFP

En la República Centroafricana, donde un ruso ha sido nombrado asesor de seguridad nacional del presidente, el gobierno está vendiendo los derechos mineros para la extracción de oro y diamantes a una fracción de su valor a fin de contratar capacitadores y comprar armas de Moscú.

Rusia está buscando atrincherarse en el flanco sur de la OTAN ayudando a que un exgeneral en Libia luche por el control de su gobierno y un vasto mercado petrolero.

Omar al Bashir, presidente de Sudán, trajo a mercenarios rusos en enero para ayudar a reforzar su mandato ante las manifestaciones en todo el país. Y en la primavera de 2018, cinco países de África subsahariana —Mali, Níger, Chad, Burkina Faso y Mauritania— exhortaron a Moscú para que ayudara a sus fuerzas militares y servicios de seguridad sobrecargados a combatir al Estado Islámico y Al Qaeda.

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Rusia, atrincherada en África durante la rivalidad violenta entre Occidente y Oriente de la Guerra Fría, en gran medida se retiró del continente después del colapso de la Unión Soviética. Sin embargo, durante los últimos dos años, Moscú ha reavivado relaciones con clientes de la era soviética como Mozambique y Angola, y forjado nuevos vínculos con otros países. El presidente ruso Vladimir Putin será anfitrión de una cumbre entre Moscú y países africanos más adelante este año.

La expansión de la influencia militar de Moscú en el continente refleja la visión más amplia de Putin de devolverle a Rusia su antigua gloria. No obstante, también ilustra la estrategia oportunista de Rusia para obtener ganancias logísticas y políticas en África cuando sea y donde sea posible.

“Rusia también es un desafío creciente y ha adoptado un enfoque más militarista en África”, le dijo al Congreso el general Thomas Waldhauser, dirigente del Comando de África del Pentágono, en marzo.

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El asesinato en 2018 de tres periodistas rusos a manos de atacantes desconocidos en la República Centroafricana, una excolonia francesa, atrajo la atención al regreso del Kremlin en el continente.

Los periodistas estaban investigando las actividades del Wagner Group, una fuerza militar privada que fue fundada por un exagente ruso de inteligencia y vinculada con un asociado de Putin. Rusia señaló mediante un comunicado en 2018 que 175 instructores —que, según funcionarios del Pentágono y analistas occidentales, fueron empleados por el Wagner Group— han capacitado a más de mil soldados de la República Centroafricana. El país ha estado hundido en la violencia desde 2012.

“Moscú y sus contratistas militares privados están dando armas a algunos de los gobiernos más débiles de la región y respaldando a los líderes autócratas del continente”, comentó Judd Devermont, director del programa de África en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington. “Esta participación amenaza con exacerbar las zonas de conflicto actuales”.

A finales de 2018, la Casa Blanca renovó sus políticas económicas y de seguridad respecto de África —incluyendo planes para aumentar el acceso al financiamiento destinado a proyectos en el continente— y los funcionarios del gobierno se han esparcido por el continente a fin de acumular apoyo para el plan. En marzo, en Luanda, Angola, John Sullivan, secretario adjunto de Estado, advirtió que “Rusia a menudo utiliza medios coercitivos, corruptos y encubiertos para tratar de influir en Estados soberanos, incluyendo sus asociaciones económicas y de seguridad”.

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Bajo el gobierno de Trump, el Pentágono se ha enfocado en enfrentar las amenazas globales, en gran medida por parte de China y Rusia, y ha dejado de combatir a organizaciones terroristas. En diciembre, John Bolton, el asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, describió la nueva estrategia en África como una competencia de “grandes potencias” y un contrapeso respecto de China y Rusia.

Las fuerzas militares de Estados Unidos tienen un peso relativamente ligero en toda África.

Alrededor de 6000 soldados estadounidenses y mil civiles del Departamento de Defensa o contratistas trabajan en una gran variedad de misiones en toda África, principalmente entrenando y llevando a cabo ejercicios con los ejércitos locales.

Moscú no puede competir con la ayuda extranjera de Estados Unidos o las iniciativas arrasadoras de inversión de China en el continente. Sin embargo, los analistas señalaron que Rusia se ve impulsada tanto por la oportunidad como por la necesidad de avanzar en África.

En 2018, Rusia firmó acuerdos en torno a la cooperación militar con Guinea, Burkina Faso, Burundi y Madagascar. Aparte, el gobierno de Mali ha buscado la ayuda de Moscú para combatir el terrorismo, a pesar de los miles de soldados franceses y conciliadores de la ONU que están apostados en el país.

El trece por ciento de las exportaciones totales de armas de Rusia en 2017 fueron enviadas a África, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz . Rusia está buscando acuerdos armamentistas en toda África prometiendo entregas oportunas y términos flexibles: una estrategia que, según los analistas, es más exitosa cuando se le vende a los Estados que tienen pocas alternativas para desarrollar acuerdos de defensa con otros socios porque han quedado aislados a causa de Estados Unidos y otros países en Occidente.

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Casi el 80 por ciento de todas las ventas militares rusas en todo el continente se destinan a Argelia, un cliente desde hace tiempo, dijeron funcionarios del Pentágono. Túnez, aliado de Estados Unidos, también tiene vínculos cercanos de inteligencia, contraterrorismo y energía con Rusia. Además, en 2018, Burkina Faso recibió helicópteros de transporte militar y armas que se lanzan desde el aire fabricados por los rusos.

Egipto, un ferviente aliado estadounidense, también se está convirtiendo en un cliente sólido de las armas rusas. Egipto firmó un acuerdo a finales de 2018 por 2000 millones de dólares en aviones rusos de combate SU-35, informó en marzo Kommersant, el diario con sede en Moscú.

“Rusia tiene programas de cooperación técnica-militar con varios países africanos, y los ayuda a equipar a sus fuerzas militares nacionales con armas modernas”, señaló mediante un comunicado la Embajada de Rusia en Washington. “Todas estas iniciativas se llevan a cabo conforme a las normas y regulaciones internacionales aplicables”.

The New York Times Syndicate 2019

Por Eric Schmitt / The New York Times News Service

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