México recibe a ministros de Trump

El muro, la migración y la economía: Trump ha revolcado la relación con su vecino hasta el punto de la discordia. ¿Qué buscaría con estos diálogos?

redacción internacional
23 de febrero de 2017 - 03:52 a. m.
México recibe a ministros de Trump
Foto: AP - Dario Lopez-Mills

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado claro que México será el que pague el 100 % del muro que él quiere construir en la frontera. También es riguroso e inamovible cuando asegura que los indocumentados mexicanos serán deportados sin fórmula de juicio. Sin embargo, su actitud diplomática dice otra cosa: este jueves llegarán a México los secretarios de Defensa y de Estado, John Kelly y Rex Tillerson, para discutir sobre seguridad fronteriza, cooperación policial y comercio. A pesar de su decidida oposición a lo que representa México (y que va cambiando según su voluntad), Trump tiene ánimo de diálogo porque, en el fondo, reconocería que minar dicha relación de entrada no es una jugada propia de un empresario de éxito como él.

Kelly y Tillerson llegan en momentos en que la política mexicana no puede estar más prevenida ante el gobierno vecino. El Senado mexicano elabora un manual para definir los términos de la negociación entre ambos países y en numerosas protestas los ciudadanos le piden al presidente Enrique Peña Nieto que desenvaine sus mejores armas ante las amenazas de Trump, entre ellas la de terminar (o renegociar con mayores beneficios para Estados Unidos) el Tlcan, tratado de libre comercio entre ambos países y Canadá. Entretanto, Peña Nieto está en un dilema: si bien su deseo es marcar una línea explícita para defender la soberanía nacional, también es consciente de que el 80 % de las exportaciones nacionales dependen de que Estados Unidos le abra su mercado.

Otra circunstancia se suma al contexto general: el hecho de que este martes el mismo Kelly, en nombre de Trump, reveló una serie de medidas migratorias que no benefician en absoluto al territorio mexicano. Además de que cientos de sus ciudadanos indocumentados que viven en Estados Unidos serán deportados, México tendrá que recibir a otros indocumentados de numerosas naciones, que serán devueltos no a su país de origen sino al país del que venían. En la mayoría de los casos es México y en ese sentido podría desatarse un embrollo humanitario que requerirá más que una simple negociación.

Esta es la primera de decenas de reuniones que tendrán enviados de ambos países en medio de la renegociación de su relación, que es ineludible: 3.000 kilómetros de frontera, en donde ocurren intercambios comerciales y familiares, es un asunto difícil de controlar. Estados Unidos también tiene en México al receptor de casi el 50 % de sus exportaciones (después de China y Canadá). Reemplazar ese mercado (en el que también se han introducido por décadas cientos de empresas estadounidenses) es una tarea a la que hasta ahora Trump no ha dado una salida explícita (salvo aquella de amenazar a las empresas de Estados Unidos que tengan sedes en México con aumentar sus aranceles de exportación). Aunque las palabras de Trump hacia México han sido rudas, las de sus emisarios se destacan por su estoicismo. Tanto Kelly como Tillerson se han mostrado, de hecho, mucho más abiertos y tranquilos a la hora de discutir temas de interés nacional. Tillerson es, como resaltó el expresidente de México Felipe Calderón, un negociante nato que estuvo por años en la presidencia de Exxon. Tiene, al menos, un ojo más analítico que Trump.

Por redacción internacional

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