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Nueva York, epicentro del caos en Estados Unidos

Tras retornar de un duro confinamiento, los neoyorquinos padecen ahora una ola de violencia sin precedentes en sus calles. Tiroteos, homicidios, guerra entre pandillas… Un mal que se extiende a Chicago, Atlanta, Baltimore, Filadelfia y Milwaukee.

César A. Sabogal R. Nueva York @CesarASabogalR
02 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.
Un manifestante ondea la bandera de Estados Unidos en las protestas de Portland, Oregon.
Un manifestante ondea la bandera de Estados Unidos en las protestas de Portland, Oregon.
Foto: AFP - Agencia AFP

Arde la Gran Manzana. La ciudad que hasta hace poco fue epicentro mundial de la pandemia hoy tiene problemas no menos graves: las cifras de homicidios y tiroteos en sus calles están “disparadas”, al igual que el desempleo. Las pandillas ya no temen a la Policía, desprestigiada y debilitada tras las manifestaciones en contra del abuso racial de algunos de sus miembros, mientras las autoridades claman porque reabran las cortes para tratar de controlar el caos. Y la tormenta amenaza con extenderse por el resto del país.Tan solo en la última semana, Nueva York fue escenario de 47 tiroteos que dejaron 15 muertos, lo que representa un incremento del 176 % con respecto al año anterior. A eso se suma un aumento en la tasa de homicidios del 23 %, como no se veía desde hace tres décadas, así como del número de riñas callejeras y hurtos de vehículos y residencias.

La situación es de tal gravedad, que el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, lanzó esta semana un llamado para que se reabran las cortes, en receso por la pandemia de coronavirus. “Nuestro sistema de justicia necesita volver a la fuerza máxima. Nuestros tribunales no solo necesitan reabrir, sino que también deben reabrir por completo lo más rápido posible”, insistió el alcalde en su llamado tras lamentar los tiroteos que se presentan especialmente en las zonas de Brooklyn y el Bronx.

“El alcalde se equivoca. La solución no está en abrir las cortes y llenar de nuevo las cárceles. La solución no es policial, sino social. Todo ese aumento de la violencia se da porque las personas están nerviosas, con estrés ante la incertidumbre de lo que vaya a pasar en este país con ellos y sus familias”, asegura a El Espectador Manny Fuentes, líder comunitario de origen dominicano que trabaja con pandillas en Brooklyn.

“Los enfrentamientos a tiros en las calles se están dando entre jóvenes que saben que la economía está en picada, que pronto no habrá trabajo ni para ellos ni para sus padres, y que viven, como todos, una situación de permanente estrés. Lo que está pasando es que los grupos (de pandilleros) quieren controlar los negocios ilícitos que les garanticen dinero y por eso se están disputando los territorios y dichos negocios”, agregó.

En ese punto coincide la Policía, que atribuye el resurgimiento de la violencia armada a la suma de varios factores derivados de la pandemia. “Tuvimos una liberación anticipada de personas de la cárcel durante la emergencia, que salieron y hoy están propiciando los enfrentamientos armados y están cometiendo varios delitos. Hoy más personas que deberían estar en las cárceles no lo están”, lamentó Terence Monahan, jefe del Departamento de Policía de Nueva York.

El jefe policial admite que la institución está debilitada y su prestigio a la baja debido a los casos de abuso y denuncias de racismo de algunos de sus miembros que provocaron multitudinarias protestas y reformas en toda la nación. “Entre (hechos como el) COVID-19, la reforma de la legislación de fianzas y las protestas, todo ello causó rencor hacia la Policía. Y ello hizo que nos sacaran de los barrios que más nos necesitaban”, lamentó Monahan en recientes declaraciones a CNN.

Los delincuentes envalentonados sienten “que los policías ya no pueden hacer nada, que a nadie le gusta la policía, que pueden salirse con la suya, que es seguro llevar un arma a la calle”, concluyó el jefe policial.

La ciudadanía también lo ve así. “Con todo este escándalo del Black Lives Matter (campaña contra el racismo y el abuso policial) los pandilleros terminaron perdiéndole el respeto a la Policía. Aquí debemos hacer caso a lo que digan los líderes de las pandillas y no a la Policía”, dice Tatiana, una joven salvadoreña que administra un pequeño comercio de envíos de dinero hacia Centroamérica localizado en el corazón del Bronx.

Como consecuencia de las manifestaciones en contra del abuso policial, el Departamento de Policía de Nueva York disolvió a comienzos de julio su polémica “Unidad contra el crimen”, conformada por unos 600 oficiales que actuaban vestidos de civil. Y entre el 25 de mayo y el 23 de junio pasados, 272 oficiales uniformados solicitaron su retiro.Según Pat Lynch, presidente de la Asociación de Beneficencia de la Policía, cientos de policías se encuentran en su “punto de quiebre” debido al clima antipolicial que vive Estados Unidos, lo que se traduce en recortes de presupuesto y modificación de algunas leyes y procedimientos.

La situación se parece a la que vivió la ciudad hace 30 años, cuando hubo más de 2 mil asesinatos al año. La semana pasada, The New York Post titulaba en primera página, igual que lo hizo en aquella época cuando llamó al entonces alcalde David Dinkins a hacer algo para contener la epidemia de violencia. “¡Bill (Di Blassio) haga algo!”, le dijo al actual mandatario local, y aunque reconocen que los números de crímenes de hoy no son tan malos como los del 7 de septiembre de 1990, advierten que la dirección es la misma. “Los neoyorquinos aprendieron que es completamente posible hacer algo para enfrentarlo y marcar una gran diferencia”, resaltó el Post.

El caos se extiende

Pero si la situación es particularmente grave en Nueva York, otras ciudades estadounidenses también se han visto afectadas por el inusual incremento de la violencia en sus calles, luego de que registraran disminución en las primeras semanas de la pandemia. Baltimore, Chicago, Filadelfia, Milwaukee y Los Ángeles aparecen en los principales titulares. Y la situación no parece mejorar. De acuerdo con los periódicos locales, en Dallas, los delitos violentos aumentaron más del 14 % de abril a junio; en Filadelfia, los homicidios aumentaron un 57 % frente a 2019. En Atlanta, 31 personas fueron baleadas durante el fin de semana pasado, cinco fatalmente. En Milwaukee, los homicidios han aumentado un 95 %, 82, en lo que va del año, según la Policía. Solo en la primera semana de junio, el Departamento de Policía de Los Ángeles informó que los homicidios aumentaron un 250 % en comparación con la semana anterior.

“Estamos profundamente preocupados de que en los próximos meses podamos ver más violencia”, opinó Thomas Abt, miembro del Consejo de Justicia Criminal citado por medios locales. “A medida que cae la legitimidad, las personas en estas comunidades simplemente no usan el sistema de justicia penal para mediar conflictos y en su lugar recurren a la violencia”, precisó.

La respuesta de Trump

Entretanto, el gobierno de Donald Trump intenta sacar rédito político a esta situación, enviando a los militares a las ciudades y acusando a los alcaldes y gobernadores demócratas de ser débiles frente al delito. Trump no pierde ocasión de sugerir que detrás de estos hechos está el mismo sector “de izquierda” que pide justicia racial, reforma policial y mayor inversión social. “La ley y el orden son los componentes básicos del sueño americano, pero si la anarquía prevalece, este sueño se desmorona”, dijo en conferencia de prensa, Kayleigh McEnany, vocera de la Casa Blanca.

Palabras cargadas de electoralismo en un momento en el que la popularidad presidencial está en mínimos por la gestión de la pandemia de COVID-19, cuya crisis ha devastado la economía, hasta ahora la boleta con que Trump apostaba para ganar la reelección. Por eso el presidente cambió su estrategia y ahora se presenta como el candidato de “la ley y el orden” para las elecciones del 3 de noviembre; esto si no las aplaza, como sugirió.

Analistas advierten que lo que está sucediendo en las urbes estadounidenses es un cóctel explosivo que debe ser contenido: una tasa de desempleo que no se ha visto en una generación, una pandemia que ha matado a más de 150 mil personas, la creciente ira por brutalidad policial y los efectos de unas medidas contradictorias ante el avance del virus.

Pero la gente de campaña de Trump, lejos de apaciguar los ánimos, cruza las líneas rojas al asegurar en miles de mensajes difundidos en redes sociales que los estados en poder de dirigentes demócratas son “una zona de guerra”. “Este baño de sangre debe terminar”, señaló Trump al advertir que si Jo Biden, su rival demócrata, gana las elecciones, la violencia empeorará.

Se avecina una tormenta, una que todos los pronósticos anticiparon y que habría podido evitarse...

Por César A. Sabogal R. Nueva York @CesarASabogalR

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